Para don Juan Orlando Hernández y su equipo, el mapa de amigos y enemigos está muy bien dibujado. Los amigos están claros: la élite empresarial con la que no solo ha establecido una relación de alianzas, sino ha trabajado arduamente por ser parte de la misma hasta sentarse de tú a tú en asuntos de negocios e inversiones. La más acabada muestra de esta amistad quedó establecida en el sello de COALIANZA.
Otra línea de amistades son aquellas que sin ser de las élites empresariales se ubican en la amplia gama de aduladores, que van desde políticos y funcionarios públicos que sacan el pecho por la reelección porque en ella van sus propias vivianadas, hasta empresarios que luchan por alcanzar las altas esferas de la reducida y exclusiva oligarquía. Al no lograr ese máximo escaló se quedan circulando en torno a las ventas que le sacan al Estado, o circulando en los corredores de la bien protegida criminalidad organizada, sin perder obviamente la imagen de honorabilidad en la que se escudan para ocultar la ilegalidad de sus actos.
Amigos obligados son igualmente las gerencias de las corporaciones multinacionales, y por supuesto, la Embajada Americana, ante los cuales Juan Orlando Hernández y su equipo se comportan de la misma manera como se relacionan con ellos la amplia gama de vivianes que maman de su cercanía con el Estado y el gobierno: a fuerza de la adulación oficial y el servilismo.
De igual manera, Juan Orlando Hernández y su séquito han dibujado su propio mapa de enemigos, a los que ubica en dos categorías sencillas y claras: por una parte están los delincuentes, desde los callejeros hasta los criminales con su compleja organización delictiva, a los que necesita combatir para ganarse la confianza de la comunidad internacional.
Por otra parte estamos el resto de hondureñas y hondureños que ni lo adulamos ni hacemos negocio amparados en el Estado, ni aceptamos la superficialidad de sus programas asistenciales y paternalistas. En este saco de enemigos nos meten a todo el resto de la sociedad que no estamos encasillados bajo el control oficial, y a los que se ha de estigmatizar, desacreditar, deslegitimar, criminalizar y finalmente aniquilar.
Tanto para favorecer y proteger a sus amigos como para amenazar y aniquilar a sus enemigos, Juan Orlando Hernández y su séquito se han empecinado en reformar el Código Penal, como estricto instrumento para arremeter legalmente contra sus enemigos los terroristas, entre los que nos encontramos una abrumadora multitud de hombres y mujeres que estamos decididos a mantener el compromiso por un Estado de Derecho y una democracia no obstante la arbitrariedad, la ilegalidad, los abusos, la represión, la soberanía y la corrupción organizada que ya se han entronizando en la dictadura que lidera Juan Orlando Hernández y sus amigos.
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De amistades y enemistades - 25
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