Igor Fuser
ALAI AMLATINA, 28/03/2016.- Es
preciso avisar a tod@s l@s brasileñ@s, informar de una manera
muy clara y
objetiva para que, incluso las cataratas del Río San Francisco,
se enteren que:
1. El pedido de
destitución
de la presidenta Dilma Rousseff no tiene nada
que ver con la operación Lava
Jato,
ni con ninguna otra iniciativa de combate a la corrupción. Dilma
no es acusada
de robar centavo alguno. El
pretexto
utilizado por los políticos de oposición para tratar de
desplazarla del gobierno,
es el llamado "maquillaje fiscal", es un procedimiento de
gestión del
presupuesto público de rutina en todos los niveles de gobierno,
federal,
estatal y municipal, y fue adoptado en los mandatos de Fernando
Henrique Cardoso
y Lula sin ningún problema. Ella,
simplemente,
puso dinero de la Caixa Econômica Federal en programas sociales,
para poder cerrar las cuentas y, al año siguiente, devolvió el
dinero a la Caixa.
No obtuvo ningún
beneficio personal y ni
sus peores enemigos logran acusarla de algún acto de corrupción.
2. Justamente
por eso el
pedido de destitución es un golpe, ya que la presidenta sólo
puede ser separada
si se demuestra que ha cometido un crimen -y ese crimen no
ocurrió, tanto que,
hasta ahora, el nombre de Dilma ha quedado fuera de todas las
investigaciones
de corrupción, pues no existe, contra ella, ni la misma la más
mínima sospecha.
3. Al contrario
de la
presidente Dilma, los políticos que piden la destitución están
más sucios que un
palo de gallinero. Eduardo
Cunha (PMDB-RJ),
quien como presidente de la Cámara es responsable del proceso de
destitución,
recibió más de R $ 52 millones tan solo de la corrupción en la
Petrobras y es
propietario de depósitos millonarios en cuentas secretas en
Suiza y en otros
paraísos fiscales. En la
comisión de
diputados que analizará el pedido de destitución, con 65
integrantes, 37 (¡más
de la mitad!) están en la mira de la Justicia, investigados por
corrupción. Si ellos
logran deponer a la presidenta, esperan
recibir, a cambio, la impunidad por las estafas cometidas.
4. Quien lidera
la campaña por
la destitución es el PSDB, partido opositor derrotado en las elecciones presidenciales de
2014. Su candidato,
Aecio Neves, pretende alcanzar
en el escritorio el resultado político que no fue capaz de
obtener en las
urnas, irrespetando el voto de 54.499.901 brasileños y
brasileñas que votaron
por Dilma (3,4% más que los votantes de Aecio en la segunda
ronda).
5. Si se consuma
el golpe, la
oposición aplicará todas las propuestas elitistas y autoritarias
que Aecio planeaba
implementar si hubiese ganado la elección. El presidente golpista, con
toda seguridad,
cambiará la legislación laboral, en detrimento de los
asalariados; revocará la
política de valoración del salario mínimo; implementará la
terciarización de la
mano de obra sin restricciones; entregará las reservas de
petróleo del pré-sal a
las corporaciones transnacionales (como defiende el senador José
Serra);
privatizará el Banco do Brasil y la Caixa Econômica Federal;
introducirá la
educación pagada en las universidades federales, como un primer
paso hacia su
privatización; reprimirá los movimientos sociales y a la
libertad de expresión
en Internet; expulsará a los cubanos que trabajan en el Programa
Más Médicos;
dará luz verde al agronegocio para apropiarse de las tierras
indígenas;
eliminará la política exterior independiente, degradando el
Brasil al papel de sirviente
de Estados Unidos. Es
eso, mucho más que
el mandato de la presidenta Dilma o el futuro político de Lula,
lo que está en juego
en la batalla del juicio político.
6. Es un engaño
suponer que
la economía mejorará después de un eventual cambio en la
presidencia de la
República. Todos los
factores que
llevaron al país a la crisis actual continuarán presentes, con
varios agravantes.
La inestabilidad política
será la regla.
Los líderes de la actual
campaña golpista
pasarán a luchar cuerpo a cuerpo por el poder como pirañas
alrededor de un
trozo de carne. Y Dilma
será reemplazada
por un sujeto débil, Michel Temer, más interesados en asegurar
su futuro (sin
duda una silla en el Tribunal Supremo Federal) y protegerse de
las acusaciones
de corrupción antes que gobernar efectivamente. La inflación seguirá
aumentando, y el
desempleo también.
7. En el plano
político,
Brasil se sumergió en un período caótico, de fuerte
inestabilidad. El
derrocamiento de una presidenta electa, sacramentada
por el voto, llevará al país a que, por primera vez desde el fin
del régimen
militar, al frente del Ejecutivo estará un mandatario ilegítimo,
rechazado por
una gran parte de la sociedad.
8. El conflicto
dará la tónica
de la vida social. Las
tendencias
fascistas, ensañadas con el golpe, se van a sentir liberadas
para poner en
práctica sus impulsos violentos, expresados simbólicamente, en
las imágenes de
muñecos colgados mostrando la gorra del MST o la estrella del PT
y, de una
forma más concreta, en las invasiones y ataques contra
sindicatos y partidos
políticos, en los ataques salvajes a personas cuyo único delito
es vestir una
camisa de color rojo. El
líder de esta
corriente de extrema derecha, el diputado Jair Bolsonaro, ya
defendió
abiertamente, en una de las manifestaciones a favor del juicio
político, que cada
hacendado cargue consigo un rifle para matar militantes del MST.
9. Los
sindicatos y los
movimientos sociales no se quedarán con los
brazos cruzados ante la truculencia de la derecha y la
ofensiva gobiernista
y patronal contra los derechos sociales conquistados durante las
últimas dos
décadas. Va a resistir
por todos los
medios - huelgas, ocupaciones de tierras, bloqueos de
carreteras, toma de
edificios, y mucho más. Brasil
se tornará
un país desgarrado, por culpa de irresponsabilidad y de la
ambición desmedida de
media docena de políticos incapaces de llegar al poder por el
voto popular. Eso es lo
que nos espera si el golpe contra el
presidente Dilma se consuma.
10. Pero eso no
sucederá. La
movilización de la ciudadanía en defensa de
la legalidad y de la democracia está creciendo, con la adhesión
de más y más
personas y movimientos, independientemente de su afiliación
política, creencias
religiosas y de si apoyan o no la política oficial. La opinión de cada uno de
nosotros sobre el PT
o el gobierno Dilma ya no es lo que importa. Están en juego la democracia,
el respeto al resultado
de las urnas y la norma constitucional que prohíbe la aplicación
de un juicio
político sin la existencia de un delito que justifique esta
medida extrema. Más y
más brasileños están percibiendo esto y saliendo
a las calles contra los golpistas. Este
31 de marzo, la resistencia democrática trabará una batalla
decisiva.
Es esencial la
participación
de todos, en cada rincón de Brasil.
Todos precisamos salir a las calles, en defensa de la
legalidad, de la
Constitución y de los derechos sociales. ¡Todos juntos! ¡El
fascismo no pasará!
¡No va haber golpe! (Traducción ALAI)
- Igor Fuser es
profesor de
relaciones internacionales en la Universidad Federal de ABC
(UFABC).
URL de este
artículo:. http://www.alainet.org/es/articulo/176376
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.php
Mas informacion: http://alainet.org
FaceBook: http://facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
_____________________________________
Agencia Latinoamericana de Informacion
email: info@alainet.org
Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina
Desuscripciones: http://listas.alainet.org/listas/signoff/alai-amlatina
No hay comentarios :
Publicar un comentario