Galel
Cárdenas
Estados Unidos, un imperio sin
compasión que siembra muerte, despojo, saqueo y explotación en todos aquellos
países en donde ha puesto su ojo de pirata inmisericorde, hoy tiene los ojos
puestos en Venezuela, la tierra de Simón Bolívar, el Libertador de las Américas
y de Hugo Chávez, el creador del socialismo del siglo XXI latinoamericano.
Convertida en un estorbo en
la planta interna del calzado imperial, en el sucio arenoso del ojo, del más grande imperio conocido por la humanidad,
Venezuela hoy sufre los avatares de un enemigo acérrimo, que no perdona el
cambio de sistema de su neoliberalismo por un socialismo humanista del siglo
XXI que se practica en la república independiente, que ha aprobado una de las
Constituciones más justas y de mayor modernidad que implementa un Estado justo,
soberano y equitativo.
Anteriormente a este ejemplo
de valentía soberana, el enemigo número uno fue Cuba, quien fue comandada por el dirigente más destacado del siglo XX,
no solo en el continente latinoamericano si no en el mundo.
Convertida por medio siglo
en un enemigo sordo y procaz, Cuba fue expulsada de la OEA (el instrumento más
cínico y torpe que conoce la política
internacional de la América Latina) y
de todos aquellos organismos en los cuales Estados Unidos ponía sus dólares y
sus visiones de humillación y dictadura capitalista.
Programó invasiones, provocó
migraciones de cubanos que no aceptaron la equidad y la distribución de la
riqueza, planificó los mil y un asesinatos contra Fidel Castro, bloqueó su
economía a niveles de la más baja pasión enfermiza, espió con toda la
tecnología ultramoderna el qué hacer de la revolución, colocó radio y
televisión especializada contra revolucionaria para que los oyentes y televidentes
cubanos recibieran los mensajes de odio, rechazo y calumnias infantiles y todos
aquellos cuentos que la burguesía continental se ha inventado para convencer
incautos, ingenuos y proclives discípulos del dólar, el capital y del
imperialismo.
Ahora, toda aquella
experiencia —por cierto derrotada de la manera más viril e inteligente, sabia y
firme, por los equipos de dirección de la revolución cubana—, la está trasladando con toda la perfidia posible en contra del
pueblo venezolano y su liderazgo dirigido por el Presidente Nicolás Maduro.
Y así con todos aquellos
gobiernos pro imperiales —Canadá, Méjico, Guatemala, Honduras, Panamá,
Colombia, Perú, Chile, Paraguay, Guyana y demás otros países) ha implementado
contra Venezuela, nuevamente, sus
famosas provocaciones, infiltraciones, implosiones, agresiones fronterizas,
desabastecimiento de insumos domésticos cotidianos, bloqueos tecnológicos,
económicos, y esencialmente, ha financiado campañas mediáticas mundiales, en
donde los conservadores y fascistas europeos y continentales gobiernan con la
mano negra del neoliberalismo que odia al obrero, al campesino, a la pequeña
burguesía, a la burguesía media o patriótica, con el ánimo de expoliar hasta la
saciedad los recursos naturales, humanos y culturales, con tanta saña, que
hasta da vergüenza conocer sus medidas de privatización de hospitales,
instituciones educativas, petróleo, comunicaciones, y todo aquello que pueda
ser convertido en patrimonio transnacional, capaz de sorber huesos, músculos,
vida de ciudadanos comunes que no entienden todavía la agresión a que están
sometidos, incluyendo la conquista de sus pensamientos, sentimientos y hasta de
sus espíritus culturales, estéticos, humanos.
Venezuela sufre la más
ingrata campaña de desprestigio en el plano internacional, y es así común oír
ex gobernantes corruptos, deshumanizados, inmorales, en este y el otro lado del
Atlántico, con las más descaradas expresiones de descalificación que por
cierto, sirven para que el receptor del poder mediático transcontinental
siga inoculando el odio al sistema de la
equidad, la justicia, la distribución de la riqueza, y la solución soberana de
los problemas básicos de la población civil.
Menos mal que con aquella
sabiduría que Hugo Chávez imprimió a su gobierno socialista pudo estrechar
relaciones con todos aquellos países contra hegemónicos como Rusia, Irán,
China, India, y demás otros países que configuran un bloque de oposición al
imperio deshumanizado y criminal que gobierna una buena parte del mundo.
Y desde allí han llegado los
actos más hermosos de solidaridad con Venezuela, gracias al trabajo internacional
de agrupación con naciones y pueblos hermanos, fraternos y esencialmente humanitarios.
Venezuela no está sola en el
concierto de los pueblos combativos, de los gobiernos progresistas y revolucionarios
del mundo.
Y habrá de superar las tantas
agresiones que los países lacayos le provocan, como también las maniobras y manipulaciones
norteamericanas en todas las instancias posibles.
Y así derrotará el pueblo revolucionario
bolivariano al imperio y sus planes de voracidad patológica contra el socialismo
latinoamericano, de la cual Cuba y Venezuela son sus hijos predilectos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario