Igual
que existen instituciones y agencias de todo tipo que son portadoras
del pensamiento oficial que se limitan sencillamente a justificar y
legitimar el estado de cosas a nivel global y local, hay otro tipo de
instituciones que, como una brisa de aire fresco, son portadoras de lo
contrario: decirnos como funciona nuestro mundo, explicar por qué es tan
desigual y, proponer caminos de transformación del sistema globalizado
en el que estamos todos y todas involucradas. Una de estas instituciones
es Oxfam de la cual aprovechamos su última publicación “Iguales,
acabemos con la desigualdad, es hora de cambiar las reglas”.
Así,
pues se nos dice que “las diferencias entre ricos y pobres están
aumentando rápidamente, y la desigualdad económica ha alcanzado niveles
extremos”. Las consecuencias son destructivas para todo el mundo. La
desigualdad extrema corrompe la política, frena el crecimiento y reduce
la movilidad social. Además, fomenta la delincuencia e incluso los
conflictos violentos. Desaprovecha el talento y el potencial de las
personas y debilita los cimientos de la sociedad. De manera crucial, el
rápido aumento de la desigualdad constituye un obstáculo para la
erradicación de la pobreza mundial.
Sigue
diciendo el informe de Oxfam que trabajando con las comunidades más
pobres del mundo nos han enseñado que la pobreza y la desigualdad no son
inevitables ni accidentales, sino el resultado de elecciones políticas
deliberadas. Es posible revertir la desigualdad. El mundo necesita
medidas coordinadas para construir un sistema político y económico más
justo que valore al conjunto de la ciudadanía. Las normas y sistemas que
han dado lugar a la actual explosión de la desigualdad tienen que
cambiar. Son necesarias medidas urgentes que equilibren la situación, a
través de la aplicación de políticas que redistribuyan el dinero y el
poder de manos de las élites a las de la mayoría de la población.
El
presente informe muestra, la magnitud del problema que constituye la
desigualdad económica extrema, y pone de manifiesto los diversos
peligros que ésta acarrea para la población mundial. Asimismo,
identifica los dos poderosos factores que han impulsado este rápido
aumento de la desigualdad en tantos países: el fundamentalismo del
mercado y el secuestro democrático por parte de las élites. El informe
destaca algunas de las medidas concretas que pueden adoptarse para hacer
frente a esta amenaza, y demuestra que el cambio es posible.
Durante
los últimos 300 años, la economía de mercado ha proporcionado
prosperidad y una vida digna a cientos de millones de personas. Sin
embargo, sin la intervención del Estado, la economía de mercado tiende a
concentrar la riqueza en manos de una pequeña minoría, provocando el
aumento de la desigualdad. A pesar de ello, el pensamiento económico de
los últimos años ha estado dominado por un enfoque de “fundamentalismo
de mercado”, que insiste en defender que sólo es posible alcanzar un
crecimiento económico sostenido reduciendo la intervención estatal y
dejando que los mercados funcionen por sí mismos. Sin embargo, este
enfoque debilita la regulación y la fiscalidad necesarias para mantener
la desigualdad bajo control.
Ante
tantos proyectos y propuestas oficiales formuladas desde las élites
dominantes es un gran alivio proponer lo contrario: la posibilidad de
cambiar las reglas del juego, ver la globalización desde abajo y ofrecer
algunas propuestas para que esto sea viable.
Es
de agradecer a instituciones como Oxfam por su manera de pensar y
actuar, por socializar con todo tipo de movimientos sociales, sociedades
civiles y grupos alternativos que no dejan de luchar por hacer un mundo
distinto con cabida para todos y con mayor justicia social. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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