Revela informe preliminar de CIDH
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Violencia e Impunidad: Un círculo vicioso en Honduras
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En
Honduras hay violencia en contra de defensores y defensoras de derechos
humanos. Esa fue una de las anotaciones que la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos CIDH, dejó tras su visita a Honduras... Leer más
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NUESTRA PALABRA
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"Impuesto de guerra"
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Eso
es lo que estamos pagando los diversos sectores medios, bajos y
empobrecidos de la sociedad hondureña tras 25 años de padecer la
implementación del modelo neoliberal. El impuesto de guerra es sencillo y
duro: cargar con los militares, y tener que padecer el discurso oficial
de que ellos, los militares, nos dan seguridad y protegen nuestras
vidas. Eso es a lo que llamamos el impuesto de guerra.
Obviamente
ese impuesto de guerra representa dinero para mantener los operativos
de los militares para que nos protejan y vigilen. No es dinero que lo
aporta Juan Orlando Hernández de su bolsillo, ni es dinero que lo
aportan los altos empresarios neoliberales de sus propias cuentas. Es un
dinero que los hondureños tenemos que pagar al Estado. Y son muchos
millones.
Ese
mismo impuesto que tenemos que pagar, sirve para la campaña
publicitaria oficial que busca convencernos de lo bueno que son los
militares, y sobre la necesidad que tenemos de que ellos, los militares,
estén en la calle protegiéndonos. La publicidad, cuando se repite con
insistencia, acaba penetrando las mentes y los corazones de mucha gente
sencilla y que es víctima de las consecuencias de la inseguridad,
especialmente de la extorsión en barrios, colonias y aldeas.
Si
la gente anda angustiada porque en cualquier momento será víctima de un
asalto, y tiene miedo por lo que pueda pasar a sus hijas e hijos
estudiantes o trabajadores, entonces la oferta militar acompañada de una
publicidad feroz del gobierno es vista y aceptada como una respuesta
salvadora. Y mucha gente sencilla aplaude la decisión del gobierno, y
acaba viendo a los militares, ya no como lo que son, protectores de los
intereses de las élites neoliberales, sino como sus salvadores. Esa es
la perversidad de la publicidad oficial.
La
estrategia oficial es muy clara y sencilla: el despliegue de operativos
militares en las calles, y en general la militarización de la sociedad
en defensa de los puros y crudos intereses económicos, comerciales,
financieros y políticos de las élites neoliberales, está precedido de
dos acciones audiovisuales y físicas muy bien identificadas: una, la
publicidad en los medios del bien que nos hacen los militares; y dos,
una marcha oficial encabezada por el propio presidente y sus aduladores
con los símbolos de la paz que tanto ansía la sociedad entera.
Marcha
por la paz, color blanco, palomas al vuelo, fervorosos discursos
patrióticos, piadosas oraciones, son piezas de una misma estrategia
política que tiene al militarismo y a las medidas de fuerza como el
sustento fundamental. Quién iba a decir que entre los políticos más
mediocres y formados en el servilismo, nos iba a surgir un pequeño
dictador en pleno siglo veintiuno, el mismo que para proteger a las
élites neoliberales con todo su capital, nos ha impuesto a la sociedad
entera lo que creímos que solo eran prácticas de bandas criminales: el
impuesto de guerra para que los militares nos controlen.
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