sábado, 1 de noviembre de 2014

Honduras: Se reanudan las clases en la Unah-vs de San Pedro Sula // Víctor Manuel Ramos: Escuchar para enseñar

 Los estudiantes que cursan clases los sábado llegaron puntualmente a la Unah-vs.


Los estudiantes que cursan clases los sábado llegaron puntualmente a la Unah-vs.
San Pedro Sula, Honduras.
Tras 17 días de paro los estudiantes han vuelto a recibir clases este sábado en el centro universitario.
Las clases en la Universidad Nacional Autónoma en el Valle de Sula (Unah-vs) en San Pedro Sula se reanudaron este sábado luego que los estudiantes que mantuvieron tomadas las instalaciones las entregaran.

Desde primeras horas alumnos que cursan clases de carreras de biología, informática y otras recibieron sus lecciones normalmente. Los sábados se estima que cursan clases un 15% de la población estudiantil que superan los 15 mil alumnos por lo que el lunes se espera que las clases se normalicen completamente.
Lea: Estudiantes entregan instalaciones de la Unah-vs
El paro en la Unah-vs se extendió por 17 días, los jóvenes protestantes cedieron ante el acuerdo de inicio de un diálogo la próxima semana que encabezará la rectora de la Unah, Julieta Castellanos.
Los jóvenes demandan mejoras pedagógicas y de infraestructura, también protestan por algunas reformas que se aprobaron recientemente en la Unah que incluye cobros y aumento de la matrícula. El lunes se espera que la rectora Castellanos llegue a la ciudad a dialogar con los estudiantes.

http://www.laprensa.hn/honduras/763498-410/se-reanudan-las-clases-en-la-unah-vs-de-san-pedro-sula

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Escuchar para enseñar
Víctor Manuel Ramos
El asalto a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras que hizo el general Gustavo Álvarez Martínez se enfrentó a la firmeza de un buen sector de los estudiantes, de los maestros y de los trabajadores. Destacóse, por su valiente defensa de la democracia universitaria, de su autonomía y transparencia en la elección de las autoridades universitarias, el Bloque Amplio Reivindicador en Medicina (BARM), fundado justamente en mí casa, pues no permitió, con su arrojo y valentía que la Facultad de Ciencias Médicas fuera tomada por los salteadores de la Mancha brava que asolaron, en no pocas veces, el campus de la Escuela de Medicina. Muchos de estos salteadores ahora son honorables personeros del gobierno nacional y profesores de la Universidad.
Desgraciadamente muchos de los compañeros que continuaron en la dirección el BARM fueron cediendo al son de las monedas que, desde Ciudad Universitaria, se repartían a dirigentes y representantes estudiantiles para someterlos a los dictados de la doctrina de la seguridad nacional.  Me contó uno de los decanos electos cuando se le había doblado el brazo al BARM –convertido en la máscara del FUUD- que cada fin de mes tenía que darles a los electores estudiantiles una mesada convenida a cambio de que le brindaran el voto para su elección. Lo cierto es que, a partir del segundo período de gobierno del BARM en Medicina, los decanos siguieron los dictados que llegaban desde la rectoría para aplastar cualquier intento de rebeldía auténtica estudiantil.
No puedo olvidar la voluntad de lucha que teníamos los estudiantes cuando yo cursaba mis estudios. Cada grupo popular que se veía en apuros por la política represiva del Estado, a quien acudía era la FEUH, entidad que inmediatamente respondía dando a los perseguidos o atropellados una auténtica y valiente solidaridad. Mi grupo, en la Facultad de Medicina, luchó por transformaciones en la enseñanza de tal suerte que introdujimos cambios que hicieron más justo el tratamiento hacia los estudiantes, sobre todo a los de más escasos recursos.
Indudablemente que eran providenciales los considerandos del 11 de junio, fecha en la que se celebraba el día del estudiante. Con ellos se hacía una mordaz crítica a las actuaciones equivocadas del gobierno y, estoy seguro, muchas de estas críticas y recomendaciones de los hijos del padre Trino eran escuchadas por los gobernantes. Profesábamos la teoría de que la Universidad debería de ser el alma intelectual del pueblo subyugado y que si nuestros compatriotas humildes no eran capaces de entender las verdaderas causas de su sometimiento y de su miseria era justo que nosotros, los universitarios, que estudiábamos gracias al sudor del pueblo que con su trabajo sostiene a la Universidad, estábamos obligados a abrirle los ojos y estimularlos a la lucha para recobrar su dignidad humana.
Muchos cayeron en esta lucha, brindaron su vida, abrieron su pecho a las balas asesinas. El período de terror de Álvarez Martínez fue el que cobró muchas más vidas. De algunos de estos compañeros aún no tenemos noticia cierta de cómo fueron asesinados, de donde se encuentran sus restos. Pero no es menos cierto que su recuerdo y su ejemplo, más temprano que tarde, como proclamó en su momento postrero el Presidente Salvador Allende, sus ejemplos serán banderas enarboladas en el frente de las reivindicaciones estudiantiles.
La rebeldía juvenil, principalmente la estudiantil, ha sido una piedra en el zapato para nuestros seudodemócratas gobernantes. Les causa escozor que los muchachos opinen, que se opongan a la injusticia, que protesten, que planteen ideas renovadoras, que aspiren a una Honduras libre de corruptos y engañadores del pueblo y traficantes de la soberanía. Por eso siempre han intentado ponerles bozal, atarles las manos, domesticarlos a como dé lugar.
Y, claro, no nos extrañe que ahora se utilice a la policía y a la podrida justicia hondureña para aterrorizar a los muchachos, para librarse de ellos resguardándolos en las cárceles, haciéndoles culpables de la intolerancia. No se puede ser oídos sordos a los reclamos estudiantiles que pueden ser justos o injustos pero que podrían resolverse mediante el diálogo sincero y constructivo.
Siempre me opuse a las expulsiones, a menos que se trate de jóvenes que realizan actos criminales y que por tal razón deben guardar prisión. Pero ser judicializado porque alguien piensa que lo que se está haciendo no está bueno, tenga o no tenga la razón, me parece fuera de sentido común para un maestro. Los padres de familia entregan a sus hijos a las diferentes instancias educativas para que les formemos no para que les echemos y nos quedemos solo con los ejemplares, con los que no se atreven a opinar, con los que son obedientes porque si, con los que venden su conciencia por unas monedas o un ajuste de sus seudocalificaciones.
Por eso, por la salud de este país sumido en el crimen, la corrupción gubernamental y la demagogia, no deja de ser esperanzador que los estudiantes universitarios por fin levanten su voz y se atrevan a decir lo que piensan y lo que quieren, tengan o no tengan razón. Es tarea de los maestros atender sus demandas y concederles la razón si la tienen o convencerles de que están en el error con la adecuada argumentación. Pero la policía y la represión no son argumentos válidos. Para enseñar, es preciso escuchar.

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