domingo, 23 de junio de 2013

Dos ahijados de Pinochet pretenden la Presidencia de Chile

Publicado el 23/06/2013 • en el tema Chile

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Pablo Longueira y Andrés Allamand.
HERNAN URIBE (*) / MAPOCHO PRESS
Dos políticos extremo derechistas pretenden hoy la Presidencia de Chile pero sólo uno de ellos podrá intentarlo luego de una elecciones primarias o eliminatorias que se realizarán este 30 de junio.
Andrés Allamand (AA) y Pablo Longueira (PL) son, respectivamente, los precandidatos de los partidos Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI), que emergieron en los años ochenta en plena dictadura del general Augusto Pinochet Ugarte (APU), quien permaneció en el poder durante 17 años a partir de 1973.

La dictadura suprimió a todos los partidos políticos y, además, a las organizaciones de cualquier naturaleza como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y convirtió en “delito” toda clase de elecciones, incluidas las entidades deportivas como clubes de fútbol.
Sin embargo, y como efecto del enorme repudio universal, la dictadura militar autorizó la creación de la UDI y la reaparición del Partido Nacional, que había fomentado el golpe de Estado y al cual se le remozó con aquello de “Renovación.”. Todo este teatro tenía el propósito de aparecer como democráticos…
En 1988 se efectuó el plebiscito en el que se votaba por Si o No sobre la permanencia de APU en el poder. Las dos entidades mencionadas respaldaron, por supuesto, al tirano pero como es conocido perdió el “Si” y se fortaleció se esa manera el repudio a Pinochet y sus crímenes de los cuales UDI y RN han sido y son responsables políticos y morales.
El apelativo de UDI es risible pues ¿cómo puede ser demócrata una entidad que nació de las entrañas de la tiranía? Más falso resulta, además, lo de “independiente” pues se trata de una copia fiel del Partido Popular de España que emergió luego de fallecer Francisco Franco, quien tuvo un discípulo en Pinochet.
Los comicios presidenciales y del Congreso Nacional (diputados y senadores) se realizarán en Chile en noviembre próximo, casi al término de la presidencia de Sebastián Piñera (RN), único derechista electo en una veintena de años post tiranía. Allamand fue ministro de la Defensa de Piñera y Longueira se desempeñó en la cartera de Economía. Ahora, otros dos ministros han renunciado, Joaquín Lavin y Luciano Cruz-Coke, para asumir como jefes de las campañas electorales de los postulantes derechistas.
¿Divisiòn en la derecha?
¿Hay división en la derecha política chilena? De ninguna manera. Se trata sólo de matices pues ambas colectividades se han distinguido por su amor eterno para Pinochet y con ello al régimen que, a sangre y fuego, estableció en Chile el primer intento del capitalismo salvaje. Recuérdese que Milton Friedman, el teórico de la tesis que propugna la privatización total y que incluye la supresión del Estado, viajó con rapidez a Santiago del Nuevo Extremo para aplaudir en persona a Pinochet y los suyos.
Ocho años después del retiro forzado de APU se registró un episodio demostrativo del amor eterno de los conservadores chilenos por quien mató, torturó, encarceló y exilió a millares de compatriotas. A finales de octubre de 1998, quien abandonó el poder en 1990 y se ostentaba como “senador vitalicio” fue detenido en Londres y amenazado con ser llevado y juzgado en España al tenor de una petición del juez Baltasar Garzón y el abogado Joan Garcés, miembros del Departamento Jurídico de Amnesty Internacional, quienes le imputaron el homicidio en Chile de ciudadanos hispanos.
Al inicio de noviembre/98 ya estaba instalada en Londres la plana mayor de UDI y RN que visitaron al general, ya declarado reo, en el Groveland Hospital, pues se había auto declarado enfermo. De la partida fueron Alberto Espina, entonces presidente de RN y actual senador; Pablo Longueira, diputado, presidente de UDI; Patricio Melero, diputado, actual presidente de UDI y Joaquín Lavín, en esa época precandidato presidencial de UDI.
Acudieron a rendir pleitesía al ex dictador pero también pudieron constatar que en Londres había manifestaciones públicas de repudio a APU. En uno de esos actos, realizados en Trafalgar Square, estuvo presente la chilena Sola Sierra, entonces presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos. Fue en esos días cuando Pinochet con marcado cinismo dijo: “Me quieren condenar sin probar cargos” (sic y antológico).
En “The Sunday Times”, el periódico que divulgó tal afirmación, agregó que su arresto “socavaría los esfuerzos de lograr una reconciliación en Chile”. Otra: “Me entristece que la experiencia de mi arresto haya sacudido mi confianza en Gran Bretaña”.
En Chile se registró el coro a favor del preso. Algunas voces: Andrés Chadwick, actual ministro del Interior de Piñera: “La autoridad tiene el deber de resguardar el bien común y, muchas veces, eso exige que no se dé a conocer toda la verdad” (revista “Que Pasa”, 2-9-91), Evelyn Matthei, actual ministra del Trabajo: “¡Cállense, comunistas de mierda” (resic) (Revista “El Sábado”, 7-10-98); Joaquín Lavín: “Es un senador y un ex Presidente de la República que viaja con pasaporte diplomático y, por lo tanto, con la protección de Chile” (Diario “La Nación”, 18-10-98).
Hubo asimismo palabras de otra índole. Por ejemplo, las del obispo católico Carlos Camus, registradas por “La Nación” el 1-3-99: “¿Cuál es el destino de Pinochet? Tendrá que pagar en la otra vida. El juicio de Dios es mucho más profundo. En esta vida nunca podría pagar el sufrimiento de los torturados, de los asesinados, de los desaparecidos”.¿Cómo se hace aparecer a un desaparecido cuyo cuerpo fue triturado, echado al mar o destruido por fosfato? ¿Cómo se repara ese dolor?”
El propio Pinochet contribuyó a su condena cuando menos moral. He aquí sus afirmaciones: “No se ejecutó a personas, sino a bestias”. Y otra: “Cuando el ejército sale (sic) lo hace para matar, porque para eso está entrenado” (Madrid, diario “El País”, 1985).
Pinochet pudo regresar a Chile como supuesto inválido, falso mal que utilizó para evitar la extradición a España. Sin embargo, el episodio de Londres fue útil para lograr que fuera enjuiciado en Chile lo que ocurrió en 2001. Su defensa invocó de nuevo motivos de salud, pero el juez Juan Guzmán, ministro de la Corte de Apelaciones, pudo enjuiciarlo como autor de 57 homicidios y 18 secuestros.
Hoy, en 2013 y con APU ya fallecido, prosiguen en Chile y en el extranjero, los procesos por las incontables víctimas de una pesadilla que comenzó hace cuarenta años y permaneció por más de tres lustros. En febrero pasado, España la solicitado la extradición de los siete asesinos del diplomático madrileño Carmelo Soria, quien se desempeñaba en CEPAL, organismo ONU con sede en Santiago de Chile.
Se ha planteado, asimismo, por la Corte Suprema chilena la extradición desde Estados Unidos del chileno Pedro Barrientos Núñez, que es uno de los ocho oficiales que en una prisión mataron en 1973 al conocido músico Víctor Jara, cuyo cadáver tenía 44 impactos de balas.
(*) Periodista/escritor chileno
Fuentes consultadas
-Salinas, Luis A.
The London Clinic, Santiago, LOM, 1999
-Archivo del autor
MAPOCHO PRESS

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