La Habana, Febrero 2 de 2013
Compatriotas de Nuestra América:
No hace mucho un mafioso y paramilitar “pura
sangre” ciñó fraudulentamente la banda presidencial y
gobernó a Colombia durante 8 años.
Sus campañas políticas fueron
financiadas por los jefes paramilitares con dólares provenientes
del narcotráfico, según lo confiesan sus antiguos hermanos
en el crimen, presos hoy en los Estados Unidos.
Es el responsable directo del horror de esos
crímenes de lesa humanidad que el mundo conoció con la
denominación triste de “falsos positivos”. Durante el
gobierno de Álvaro Uribe Vélez, su ministro de Defensa,
Camilo Ospina, emitió la Directiva 029 que desencadenó esa
enloquecida campaña de la muerte que segó la vida a miles
de jóvenes inocentes que serían presentados en los medios
de comunicación, como “guerrilleros dados de baja en
combate”. El Fiscal general debe explicar al país por
qué no ha abierto aún los procesos judiciales contra las
jerarquías, responsables de estos crímenes.
Fue Álvaro Uribe Vélez, junto con su
hermano Santiago, el motor principal del grupo paramilitar “Los
Doce Apóstoles” que bañó en sangre el norte de
Antioquia, y para borrar las huellas de su responsabilidad, eliminó
uno a uno a todos los testigos, menos a un oficial de policía que
lo denuncia desde su refugio argentino. Sugerimos leer el libro de la
escritora Colombiana Olga Behar, Los Doce Apóstoles, el cual abunda
en detalles.
Siendo gobernador de Antioquia emitió la orden
operativa a los paramilitares que perpetraron la masacre de El Aro.
Cuando el jefe paramilitar, Villalba, quien dirigió esa
acción, mencionó a Uribe en el proceso, le hizo cambiar la
versión y “premiándolo” con el beneficio de casa
por cárcel, lo mandó a matar en la
puerta de su residencia.
Cuando el cabecilla paramilitar Salvatore Mancuso en
sus confesiones, prendió el ventilador que salpicaba a
industriales, generales, gobernantes y políticos, 13 jefes
paramilitares fueron extraditados a los Estados Unidos por Uribe, no para
hacer justicia, sino para silenciarlos. Terminó traicionando a sus
compañeros con los que diseñó el proyecto
paramilitar desde las sabanas del Urabá antioqueño y
cordobés.
En el momento de la reelección de su Fiscal de
bolsillo, Mario Iguarán, envió a su ministro del interior
Sabas Pretel de la Vega a recoger dinero entre los paramilitares para
sobornar magistrados. Entre “Macaco” y otros cabecillas
recogieron 5 millones de dólares para ese propósito, pero
estos se esfumaron en las manos de Sabas y Ramiro de la
Espriella.
Realmente, los crímenes del dictador
guatemalteco, Ríos Montt, juzgado por estos días, palidecen
frente a la obra criminal del señor Álvaro Uribe
Vélez, que ahora anda reagrupando la extrema derecha, como recurso
desesperado, para blindarse jurídicamente a futuro.
Un personaje nefasto, que no pudo ganar la guerra
asesinando a tanta gente inocente y humilde de un país, no puede
impedir hoy que en Colombia se intente la solución política
del conflicto. Las colombianas y los colombianos todos, deben movilizarse
para defender la mesa de diálogos de la Habana y exigir al mismo
tiempo el derecho constitucional que les asiste para ser protagonistas
principales de la paz con justicia social, en democracia y
soberanía.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS
FARC-EP
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