La dominación ejercida por una clase o grupo social,
o por una nacionalidad sobre otra, tiene muchas formas de manifestarse.
La fuerza física -policial, militar, carcelaria etc.- solo es el
recurso máximo de la dominación, pero no el único. Este primer
recurso es de naturaleza material, básicamente económica. El otro gran
pilar está en la mente de los dominados, y ningún sistema de
dominación puede permanecer indefinidamente solo por la fuerza: la
aceptación de los sometidos es condición indispensable para que
prevalezca en el tiempo.
En los tiempos en que la sociedad basada en la
dominación discurre normalmente, la domesticación ideológica opera como
un mecanismo que asegura que los dominados sean productivos y dóciles
ante sus amos, en un ambiente de vergonzosa "armonía";en momentos de
crisis del sistema, puede evitar que la efervescencia social se salga de
control, que el descontento no pase de muecas y de refunfuños a
situaciones de potencial derrocamiento de los tiranos ("paz",
"no-violencia"); y en los últimos momentos de un estallido
revolucionario, la domesticación en su forma de "moderación", puede
servir a los dominadores para lograr que las fuerzas rebeldes
triunfantes a le perdonen la vida al monstruo que yace derrotado: tras
ganar tiempo, la siguiente jugada será levantarse y despedazar a las
fuerzas libertarias. El exterminio contrarrevolucionario no conocerá
entonces la moderación y la civilidad que predica para los dominados.
En la Historia se repiten muchos ejemplos
de apelación "moral" a la paz con fines de dominación política. A través
de los aparatos ideológicos del sistema se induce a los dominados a
adoptar una actitud totalmente inofensiva hacia las agresiones en aras
de la paz; la paz en este contexto no es la paz auténtica basada en el
bienestar de todos y en el respeto multilateral, sino una ausencia de
conflicto porque la parte ofendida decide tragarse la opresión, la
humillación y los abusos por insoportables que estos sean.
Se trata de una derrota moral, que normalmente sucede a la derrota física: los abusados renuncian a su derecho a defenderse efectivamente
del abuso, y si se permite algun remedo de "defensa", las
reglas establecidas en esta doctrina se aseguran que sea ineficaz e
inocua a los dominadores. Consignas como "poner la otra mejilla" pierden
su sentido original de mejorar las relaciones humanas en situaciones
mas o menos normales, y son interpretadas como el "deber" de tragarse
las peores canalladas y los mas atroces crímenes sin defenderse; la
legitimidad natural de la autodefensa es castrada y quienes no acepten
tal aberración son, además de proscritos por el régimen, socialmente
satanizados por el sector moralmente derrotado de los dominados.
El pueblo debe amar la paz pero no acobardarse ante el deber.
Si de verdad queremos ser un pueblo libre debemos
actuar como tal, y adoptar el pensamiento correspondiente, desaprender
las ideologias regresivas, supersticiones, el "sentido común" implantado
por la cultura dominante y reaprender la ideologia y el pensamiento de
pueblo, de la clase trabajadora.
Los revolucionarios verdaderos (los que deseamos la revolución popular verdadera, donde el pueblo, las masas trabajadoras tomen el control del Estado, la unica forma práctica de recuperar su tierra y su destino) debemos buscar y luchar por la paz, cierto. Pero una paz justa, no la paz de los sometidos; los genuinos revolucionarios y luchadores del pueblo debemos trabajar por alcanzar esa paz, basada en el bienestar y la libertad, sin dominadores ni dominados, y debemos hacerlo de manera irrestricta, sin escatimar sacrificios, sin escatimar nuestra sangre siquiera.
Los revolucionarios verdaderos (los que deseamos la revolución popular verdadera, donde el pueblo, las masas trabajadoras tomen el control del Estado, la unica forma práctica de recuperar su tierra y su destino) debemos buscar y luchar por la paz, cierto. Pero una paz justa, no la paz de los sometidos; los genuinos revolucionarios y luchadores del pueblo debemos trabajar por alcanzar esa paz, basada en el bienestar y la libertad, sin dominadores ni dominados, y debemos hacerlo de manera irrestricta, sin escatimar sacrificios, sin escatimar nuestra sangre siquiera.
No hay dignidad en la miseria creada por otros, ni yaciendo complacidos (!!) en el lodo con la bota sobre el cuello...no hay dignidad en eso.
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