miércoles, 4 de enero de 2012

UNA NOTA SOBRE LA PAZ.




ALVARO PINEDA/GRUPO SOCIAL-MORAZANISTA
La dominación ejercida por una clase o grupo social, o por una nacionalidad sobre otra, tiene muchas formas de manifestarse. La fuerza física -policial, militar, carcelaria etc.- solo es el recurso máximo de la dominación, pero no el único. Este primer recurso es de naturaleza material, básicamente económica. El otro gran pilar está en la mente de los dominados, y ningún sistema de dominación puede permanecer indefinidamente solo por la fuerza: la aceptación de los sometidos es condición indispensable para que prevalezca en el tiempo.
En los tiempos en que la sociedad basada en la dominación discurre normalmente, la domesticación ideológica opera como un mecanismo que asegura que los dominados sean productivos y dóciles ante sus amos, en un ambiente de vergonzosa "armonía";en momentos de crisis del sistema, puede evitar que la efervescencia social se salga de control, que el descontento no pase de muecas y de refunfuños a situaciones de potencial derrocamiento de los tiranos ("paz", "no-violencia"); y en los últimos momentos de un estallido revolucionario, la domesticación en su forma de "moderación", puede servir a los dominadores para lograr que las fuerzas rebeldes triunfantes a le perdonen la vida al monstruo que yace derrotado: tras ganar tiempo, la siguiente jugada será levantarse y despedazar a las fuerzas libertarias. El exterminio contrarrevolucionario no conocerá entonces la moderación y la civilidad que predica para los dominados.
En la Historia se repiten muchos ejemplos de apelación "moral" a la paz con fines de dominación política. A través de los aparatos ideológicos del sistema se induce a los dominados a adoptar una actitud totalmente inofensiva hacia las agresiones en aras de la paz; la paz en este contexto no es la paz auténtica basada en el bienestar de todos y en el respeto multilateral, sino una ausencia de conflicto porque la parte ofendida decide tragarse la opresión, la humillación y los abusos por insoportables que estos sean.
Se trata de una derrota moral, que normalmente sucede a la derrota física: los abusados renuncian a su derecho a defenderse efectivamente del abuso, y si se permite algun remedo de "defensa", las reglas establecidas en esta doctrina se aseguran que sea ineficaz e inocua a los dominadores. Consignas como "poner la otra mejilla" pierden su sentido original de mejorar las relaciones humanas en situaciones mas o menos normales, y son interpretadas como el "deber" de tragarse las peores canalladas y los mas atroces crímenes sin defenderse; la legitimidad natural de la autodefensa es castrada y quienes no acepten tal aberración son, además de proscritos por el régimen, socialmente satanizados por el sector moralmente derrotado de los dominados.
El pueblo debe amar la paz pero no acobardarse ante el deber.
Si de verdad queremos ser un pueblo libre debemos actuar como tal, y adoptar el pensamiento correspondiente, desaprender las ideologias regresivas, supersticiones, el "sentido común" implantado por la cultura dominante y reaprender la ideologia y el pensamiento de pueblo, de la clase trabajadora.
 
Los revolucionarios verdaderos (los que deseamos la revolución popular verdadera, donde el pueblo, las masas trabajadoras tomen el control del Estado, la unica forma práctica de recuperar su tierra y su destino) debemos buscar y luchar por la paz, cierto. Pero una paz justa, no la paz de los sometidos; los genuinos revolucionarios y luchadores del pueblo debemos trabajar por alcanzar esa paz, basada en el bienestar y la libertad, sin dominadores ni dominados, y debemos hacerlo de manera irrestricta, sin escatimar sacrificios, sin escatimar nuestra sangre siquiera.
La verdadera vanguardia de las masas populares y de la clase trabajadora ama la paz pero no se acobarda ante la guerra justa y necesaria, contra la opresion, la injusticia, ante la indignidad que enloda la cara de un pueblo pisoteado por unos pocos canallas. Así, un padre digno no puede permitir que un vagabundo manosee las partes intimas de sus hijas, frente a sus ojos, ¡y no darle su merecido porque se considera "pacifista"!

No hay dignidad en la miseria creada por otros, ni yaciendo complacidos (!!) en el lodo con la bota sobre el cuello...no hay dignidad en eso.

No hay comentarios :

Publicar un comentario