Por defensores -
Tegucigalpa.- El
derecho de acceso a la tierra es una acción emprendida por grupos
campesinos con la necesidad de cosechar sus alimentos. Los procesos de
recuperación de tierras han causado criminalización y judicialización
contras más de cinco mil mujeres y hombres a nivel nacional,
específicamente en la última década.
Desde el año 2011, Rodolfo Cruz
empezó su labor como defensor de derechos humanos, en la zona del Bajó
Aguán, costa norte del país. Aunque años antes ya era defensor de la
tierra, situación que lo llevó a ser víctima de violaciones a derechos
humanos por parte de la policía y militares que resguardaban las fincas
de los terratenientes palmeros.
Originario de Copán, en el occidente del
país, Rodolfo emigró hacia Colón y se estableció en la comunidad de
Rigores, Trujillo, donde el 24 de junio del 2011, agentes de la Tropa
Militar Xatruch II y Policía Preventiva, llegaron a las casas,
destruyeron cosechas y hasta incendiaron la escuela, dejando a los niños
y niñas sin el derecho a la educación.
El escenario era de terror e hizo
cambiar la actitud del Rodolfo. “Cuando nos dejaron en la calle, nos
quemaron las casas, los cultivos hasta la escuela, vi a las mujeres y
niños maltratados, y comencé a hacer más esfuerzo de acercamiento con
personeros del Estado, para indagar por que la violencia e irrespeto a
nuestros derechos.
Después de quedarme sin vivienda, sin
opción a la tierra- relató Cruz- el momento más difícil que he vivido
fue cuando –militares y policías- secuestran y torturan a mi hijo mayor.
Según documentación realizada por el
Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH),
el 19 de septiembre del 2011, a las 4:00 de la tarde, Santos Bernabé Cruz Aldana
(16) estaba en su improvisada casa en la comunidad de Nueva Vida,
Rigores, reparando su bicicleta, cuando unos 15 militares llegaron
haciendo disparos, y le ordenaron con palabras soeces a los habitantes
de la casa que salieran.
Fue así como se llevaron al menor en una
patrulla policial, tras someterlo al suelo, sin camisa y con los
cordones de los zapatos le amarraron los brazos hacia atrás. En un sitio
solitario lo torturaron en un interrogatorio por la muerte de unos
policías, y al no darles información los golpeaban más fuerte.
Después le colocaron una bolsa plástica
hasta cubrirle el rostro la que le retiraban al presentar asfixia, uno
de los militares le pidió acercarse y le pegó con la cacha de un
cuchillo en la cabeza, un militar le roció el cuerpo con gasolina y le
golpeó con una manguera, al mismo tiempo que le decía que si nos les
daba información lo iba a quemar. Siguieron aplicándole tratos crueles,
inhumanos y degradantes entre golpes, amenazas y simular que le
quitaban la vida.
Mientras tanto, su padre y otros
defensores de la tierra lo buscaban. A las siete de la noche lo
entregaron a la delegación policial de Tocoa e informaron que lo
detuvieron porque se les había enfrentado y luego corrido, y así
justificaban el castigo. Lo encerraron en una celda, en donde un militar
entró para advertirle que si decía la verdad lo cortarían en pedacitos.
Lo liberaron a las 7:00 de la mañana del
día siguiente en una ciudad que desconocía; antes de liberarlo le
amenazaron con hacerlo perdidizo si seguía en esas cosas, refiriéndose a
la lucha campesina, según relatos del menor.
Estos relatos hacen que a Rodolfo se le
entrecorte la voz, porque ese hecho le cambió la vida a su hijo y a toda
la familia, sin embargo lo animó a formarse en procuración de derechos
humanos, específicamente en defensa de los bienes comunes de la
naturaleza. Su experiencia es conocida a nivel nacional e internacional
y en eso ha valido, según expresó, el acompañamiento del COFADEH.
Considera que defender derechos humanos en Honduras es una labor muy complicada, crítica y peligrosa, ya que no existe un mecanismo que les brinde seguridad, pese que a que el Estado creó el Sistema Nacional de Protección para Defensores de Derechos Humanos.
El sistema de seguridad es más bien
quien los ataca, ellos no tienen argumentos ni saben del derecho a
defender la tierra, siempre hay amenazas del terrateniente y del
gobierno, afirmó Rodolfo, quien lamentó que el Estado no tiene una
estrategia política, siempre hay una amenaza contra el campesino, les
aplican procesos por usurpación de tierras, lo amenazan y tratan como
terroristas “nos ponen indefensos, uno camina en medio del riesgo y el
peligro de poderse encontrar con el enemigo en la calle”.
Enfatizó en que “uno debe ser fuerte,
estar motivado sin buscar bienes propios, sino comunes y que beneficien a
la organización, aunque siempre se reciben amenazas pero no estoy solo,
he sido muy apoyado legal, económicamente y en tratamientos médicos y
psicológicos por el COFADEH, mi única organización que siempre me ha
dado amor y cariño me siento parte del COFADEH”.
Enfrentamiento al poder político y económico
Aunque legalmente, el derecho a la
tierra suele caer dentro de las categorías de las leyes sobre la tierra,
los contratos de tenencia de la tierra o los reglamentos de
planificación, para los defensores de la tierra es defender la vida.
Pero defender derechos humanos en Honduras es un crimen, declaró Abel Pérez,
presidente de la Asociación para el Desarrollo de la Península de
Zacate Grande (ADEPZA) y miembro de la Red de Defensores de Derechos
Humanos del Sur (REDEHSUR).
Abel, carga en su lucha una condena de
cinco años y un mes acusado por los supuestos de daños, usurpación y
amenazas en perjuicio del terrateniente Jorge Luis Cassis Leiva, en
Playa Blanca, comunidad de Zacate Grande, a la orilla del Golfo de
Fonseca.
Considera que la labor de defensoría les
causa hasta la muerte, afirmando así, el hecho que se considere a
Honduras como uno de los países más peligrosos para los defensores y
defensoras de derechos humanos.
El padre de familia, afianza su labor en
defender los derechos de las personas que no saben lo que significa
este tema y desconocen que son víctimas del sistema opresor, que
beneficia al más fuete, al rico, al político y militariza la zona sin
razón.
“Criminalización, encarcelamiento,
persecución y hostigamiento”, son las consecuencias de ser defensor de
derechos humano, resumió Abel.
Su mensaje para quienes han asumido este
papel en Honduras es que “Sigamos adelante que esta lucha no la podemos
ganar solos, ya que se gana por el bien común, nada se hace en vano
aunque cause la muerte, encarcelamiento y persecución”.
Afirmó que las personas algún día
agradecerán la labor que hoy realizan y será recordado este trabajo tan
noble que busca el bien de un pueblo sometido por el poder.
Resaltó la formación obtenida por el
COFADEH, organización que no solo le ha proporcionado conocimiento, sino
que, al igual que muchas víctimas de lesa humanidad, lo ha acompañado
en momentos difíciles, como estar en prisión y querellado una y otra vez
por defender el derecho a la tierra y la playa.
https://defensoresenlinea.com/de-defensores-a-criminalizados/Rodolfo y Abel coincidieron este 10 de diciembre Día de los Derechos Humanos en la oficina del COFADEH, uno viajó desde el Bajo Aguán y otro de Zacate Grande. A ellos los une la lucha por la tierra, la formación en derechos humanos, la criminalización y estigmatización por las fuerzas represoras del Estado, la búsqueda de justicia y el deseo de seguir organizados por el bien común.
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