jueves, 18 de abril de 2019

Honduras: La soberbia de los “catrines” del partido “Liberal”

Publicada en Criterio.hn / Abril 18,2019
Por: Edgar Soriano Ortiz   
La Honduras post golpe de 2009 experimenta un complejo proceso político que ha permitido al Partido Nacional gobernar dos periodos presidenciales continuos. El partido Liberal de protagonista golpista y su brutal desmembramiento como nunca antes en su historia institucional ha quedo en el “centro” de una gobernabilidad carente de una aceptación mayoritaria en la población. Para comprender su contemporánea estrategia de colocarse en un “centro” pactado con el partido Nacional tenemos que intentar hacer una retrospectiva. 

                      En 1902 y 1923 el partido Liberal que había sido fundado en 1891 experimento procesos de desintegración mediante facciones  y falta de dialogo eficaz para consolidar la unidad entre la dirigencia de la burguesía de Tegucigalpa con los caudillos de algunas regiones del territorio. Tanto Manuel Bonilla como los intibucanos Vicente Tosta y Gregorio Ferrera no estuvieron dispuestos en someterse al mandato partidista de la capital en dos coyunturas protagonizadas en la primera y tercera década del siglo XX. En 1902 la elite gobernante arremetió contra Manuel Bonilla, el propio presidente Terencio Sierra le insultaba: “negro hijo de puta, mal agradecido” (Memorias de Froylán Turcios, 2007). Dicha ruptura llevo a la nación a guerra intestina, de la que el general Manuel Bonilla salió triunfante en 1903.  

En la revuelta armada de 1924 la elite liberal de Tegucigalpa encabezada por Ángel Zuniga Huete confrontó a sus correligionarios que estaban descontentos con la forma centralizadora de gobernar. Esa actitud de la burguesía “liberal” de Tegucigalpa generó el levantamiento de los caudillos Vicente Tosta y Gregorio Ferrera, quienes junto a Tiburcio Carias derrocaron el régimen tras 3 meses de guerra civil. Entre el 28 y 30 de abril el fin del régimen “liberal” terminó de forma violenta y humillante ante los rebeldes “liberales” y las milicias del naciente partido “Nacional”.

Luego de la revuelta armada de 1924 el contexto socio-político estuvo marcado por una mayor presión del Departamento de Estado en Washington y un capital multinacional bananero con una fuerte hegemonía en las decisiones de explotación productiva que conllevo a un escenario de autoritarismo estatal. El “New Deal” de la administración de Franklin Roosvelt garantizó el sostenimiento del régimen autoritario que lideraba el caudillo Tiburcio Carías, mientras que  el partido “Liberal” se dispersó y sus dirigentes principales salieron de país.

Con el derrocamiento de Nazi-fascismo en 1945 Washington presionó al régimen de Tiburcio Carias para que permitiera expresarse a la oposición y en 1948 lograron torcerle el brazo para que no se volviera a postular a una nueva reelección. Aunque el régimen del partido “Nacional” extendió 7 años su mandato sin Carías en la presidencial terminó su gobierno con el golpe de Estado del 21 de octubre de 1956. En este nuevo contexto el partido “Liberal” apoyado por muchos sectores de la burguesía y una amplia plataforma de movimientos populares y partidistas revolucionarios que clamaban por reformas políticas y derechos ciudadanos logró recobrar la beligerancia organizativa. Luego de negociaciones con muchos sectores y vitalmente con las Fuerzas Armadas el partido logró controlar la asamblea constituyente y elecciones presidenciales Ramón Villeda Morales asumió el poder.

El gobierno de Villeda Morales enfrentó el intento de derrocamiento por sectores ligado al general Carías, pero a la vez su actitud hostil contra los socialistas y organizaciones populares conllevo al fin de su mandato. El golpe de 1963 iba encaminado a no permitirle al partido “Liberal” seguir en el poder bajo el mando Modesto Rodas Alvarado tildado por los sectores más conservadores de permitir la consolidación del “comunismo” en el territorio.  El derrocamiento del gobierno “liberal” en 1963 no propició una división o deserción tan significativa en sus filas, al contrario tras la negociación entre elites de 1980 en un contexto de insurrección en las naciones vecinas del istmo el partido asumió la presidencia (1982-1990), logrando afianzar una estratégica clientela en la base poblacional, permitiendo tres gobiernos más, el de Carlos Reina (1994-1998), el de Carlos Flores Facussé (1998-2002) y Manuel Zelaya (2006-2009). Este ultimo interrumpido por el golpe que impuso al Roberto Micheletti del mismo partido por los 7 meses restantes de gobierno.

El golpe del 28 de junio de 2009 le asesto una estocada a la hegemonía partidista “liberal”, sus filas se dividieron entre los “leales golpistas” y los que se unieron a la resistencia. En 2011 comenzó el proceso, tras los acuerdos de Cartagena, de la inscripción de un nuevo partido, Libertad y Refundación (LIBRE) bajo el liderazgo del derrocado presidente Manuel Zelaya. En este nuevo contexto la elite de “catrines liberales” con su frente en alto vociferando haber “salvado” la constitución y  la “democracia representativa” se subieron a la locomotora del nuevo régimen “nacionalista” con clara hermandad histórica de garantizar para beneficio de grupos de poder la gobernabilidad y la profundización del modelo neoliberal. Se prestaron a cerrar la puerta a las reformas sociales, aun observado como la pobreza ha crecido y sus secuelas de violencia y miedo ahogan a las mayorías poblacionales.

Su pacto histórico con el partido “Nacional” se ha venido manifestando claramente en el actual contexto político, en 2014 se negaron a asumir la presidencia de Congreso Nacional,  en la elección de los magistrados de  Corte Suprema de Justicia en 2016 o su actitud timorata en el ilegal proceso reeleccioncita de JOH. 

Mientras mantienen contubernio con el partido “Nacional” las elites montan una agresiva campaña mediática para tratar de mostrar el resurgimiento del “liberalismo”. Páginas de facebook, periódicos digitales, periódico impresos, televisoras y radios se ha hablado en el último año hasta la saciedad que “un gigante resurgirá”. Vaya sueños de glorias pasadas, solo que esta vez no es la década de 1920 o la de 1960. La banalización, la corruptela, el conservadurismo decimonónico, entre otras causas contemporáneas expone a ese viejo discurso trillado y poco digerible para esta generación de humanos con tendencia a ver la política como show de tv o telenovela.

Con candidatos sin arrastre popular significativo asumen el próximo proceso electoral,  sus dos candidatos fuertes son Gabriela Núñez que parece ser la que  controla en su mayoría la clientela de activistas, mientras que Luis Zelaya, ex rector de la UNITEC, con sus aires de tecnócrata apoyado por los más conservadores. 

Ninguno de estas dos personas despertara algún gigante de la nostalgia aun con la posible inflada de votos en TSE este 12 de marzo, en cambio reafirma su histórica actitud de no sacrificar intereses de cúpula. El “centro” es su acomodamiento y contubernio de gobernabilidad en beneficio de grupos fácticos empresariales, como una barrera para sostener un orden político que se resiste a morir lesionando derechos y obstaculizando que la población nacional tenga acceso a su patrimonio y la dignidad.   
Tegucigalpa, 07 de marzo de 2012.

https://criterio.hn/2017/03/07/la-soberbia-los-catrines-del-partido-libera/?fbclid=IwAR3nZMELNseI5rtmZFXUyNgIVpNNZXxFPQpUm8
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