martes, 26 de marzo de 2019

Honduras: David Romero, el bueno y el malo “No me callarán ” // ¡Dejen ir a David!

Marzo 26,2019 / Criterio.hn
Por: Carlos Zelaya Herrera
Que triste hacer periodismo del bueno, sentir pasión por esta profesión y que esto te cueste la libertad o la vida, tal cual sucede hoy con la inminente detención de David Romero Ellner, director de Radio Globo, del programa “Interpretando la Noticia” y del medio digital El Confidencial.
                     Nadie puede desconocer el rol que jugó David Romero antes, durante y después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, contra el presidente José Manuel Zelaya Rosales.
La labor de Radio Globo en los aciagos días de la dictadura del innombrable golpista de el Progreso, alias Roberto Micheletti, constituyó en ese momento el Himalaya del periodismo hondureño, cúspide de corrección, dignidad y parte aguas en la historia contemporánea del país.
Por mi mente pasan las coberturas de movilizaciones masivas, represión salvaje, crímenes selectivos, el espíritu de indignación sembrado en el país tras el golpe de estado y posteriores actos, recorrían el mundo a través de la voz de Romero, Rony Martínez y otros compañeros.
Hicimos esa labor, la de acompañar a la Globo en la ruptura del cerco mediático que persiste a nivel local, regional y global, ese es el trabajo de los buenos periodistas, de periodistas de verdad.
Con esto no se desconocen los señalamientos en el caso de abuso sexual contra su hija; el afán de fundar un movimiento interno desde la trinchera, bien ganada por cierto, de la denuncia ante la injusticia y la asonada golpista, pero también sus ofensas y especulaciones contra los liberales, Salvador Nasralla, Libre y figuras de éste partido opositor.
Pero más solventes y potentes son las muy bien documentadas denuncias de corrupción que directamente señalan al titular del régimen, Juan orlando Hernández, su pareja, Ana García de Hernández, su entorno familiar y su gobierno en general, al que denuncia de coptado y símil de la dictadura de Alberto Fujimori, en Perú.
Así de relevante es el aporte de Romero Ellner, el bueno y el malo, pero sobre todo en este momento se trata de la persona sobre quien debe primar la solidaridad, la defensa del derecho a la libertad de expresión, opinión e investigación, pero sobre todo, del derecho a la vida.
https://criterio.hn/2019/03/26/david-romero-el-bueno-y-el-malo-no-me-callaran/
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                      ¡Dejen ir a David!

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle / Marzo 26,2019 /  Criterio.hn /

    ¿Qué quimera es, pues, el hombre? ¡Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué sujeto de contradicciones, qué prodigio! Juez de todas las cosas, imbécil gusano de la tierra; depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y de error, gloria y excrecencia del universo. ¿Quién desenredará este embrollo?… Blaise Pascal, Pensamientos, 433

¿Fue Agustín de Hipona quien primero declaró que el hombre es ángel y gusano? Todo hombre, tú igual, y B. Pascal lo escribió con elegancia barroca. No soy más que ellos, ni juez natural para medir a ninguno con otra vara, ni menos más para hacer acepción de persona. Me repugna el Patán que difama para defenderse de lo indefensible. Y soy duro, pero debo ser justo.

Solo la agraviada puede perdonar o mantener el reclamo de una agresión personal. Pero desde la perspectiva del público, no se puede juzgar ni expiar indefinidamente un delito, cuya sentencia se cumplió. No descalifica su pecado todo lo que el hombre arrepentido hace después, no lo desacredita para siempre y menos lo despoja de derechos básicos. Tiene otras manchas.

Ha sido deferente conmigo, pero, como tengo -por oficio- la memoria, no olvido que fue un mercenario de la comunicación, David Romero cuando elogiaba a Rafael Callejas y atacaba a Carlos R. Reina, en forma arbitraria y malcriada. Ensalzó a quien no lo merecía y atacó sin razón, cuando no estaba satisfecho con su ración. Como muchísimos otros. Y tengo claro que ese comportamiento desorienta a la opinión pública, que es lo contrario de lo que debe hacer el periodismo. Después de eso hay un asunto personal, de gusto. De paladar intelectual, estética de la palabra y el tono.

Hay otros peores, imitadores suyos, menos inteligentes y más irresponsables que él. Pero no me gusta escuchar ni menos aún ver noticieros como el de D Romero o Cesar Silva. No hacen mi tipo de periodismo. Les falta ecuanimidad y asimismo sentido de las proporciones. Pero repetiré la anécdota relevante.

Cuando alguna vez, hace años, le reclamé a mi Señora madre, una dama ilustrada, ¿cómo podía ver semejante escándalo? me riposto de inmediato que entendía que reclamara yo la vulgaridad, pero que sin ver el noticiero de D. Romero no se podía entender lo que estaba sucediendo en Honduras. Y este es el punto toral frente a su aprisionamiento.  Como también el hecho de que -aunque por carambola- la persona a la que estaba criticando Romero, más allá de la dama, era el Fiscal del Estado, de tantas otras cosas tan graves acusado sin haber sido jamás investigado. Y no es por su vulgaridad ni por un genuino delito contra el honor que va preso. 
Lo tengo claro. Por un piropo al revés o una majadería de tantas, sino porque ha sido valiente, el régimen lo ha identificado como enemigo peligroso. Y lo quiere callar, y correría con un costo aún más elevado si lo ejecutara como se ha hecho con otros. Merece por lo mismo una defensa.

Estudie el poco periodismo que estudie en EUA, en los años sesentas, en medio de la agitación tremenda que fue la lucha épica contra el racismo, la segregación y el prejuicio. Un par de mis maestros que siendo blancos y gente de bien tomaron en los medios el partido de los derechos de los negros e impugnaron a los déspotas locales fueron acosados por los políticos del Sur al amparo de leyes estatales que les permitían acusarlos (a estos periodistas comprometidos) de grosería criminal, contra su honor supuesto. Y se elevó este asunto ante las cortes hasta que, en su instancia la Corte Suprema de ese país decidió que esos recursos eran inconstitucionales. Fue un fallo histórico que, como muchos de esa corte, hizo jurisprudencia, es decir estableció el parámetro con que en adelante tendrían que ser juzgados otros casos análogos. Lo que fue fundamental para la lucha.

Nota relacionada David Romero, el bueno y el malo “No me callarán…”

Argumentó esa Corte que la Constitución garantizaba la democracia, es decir el gobierno del pueblo, la generalidad de la población y que, para ese fin, endosaba también la libertad de expresión, que debía ser ilimitada con respecto a las personas que ejercían autoridad pública delegada. Y decretó por lo tanto La Corte que cualquier particular podía recurrir a las leyes que defendían la imagen o la honra personal. Pero que un gobernante de cualquier nivel, oficial, funcionario o figura de autoridad no podían ampararse en ese derecho, so pena de que el público ignorase aspectos vitales de sus personalidades. ¡Que las figuras públicas teníamos que renunciar a esa defensa! ¡Porque el derecho del público a saber lo relevante acerca de sus oficiales era más importante y estaba por encima del derecho privado de los presuntos ofendidos!

Hace tiempo me impresiona el contraste entre la lógica de ese fallo y precepto que por cierto jamás después cuestionado, con la pretensión de las leyes hondureñas de que las figuras públicas más bien ameritan una especial deferencia. Y en aras de la reverencia que deben inspirar por y para sus funciones, las figuras públicas deben estar incluso más protegidas que otros particulares ante críticas y cuestionamientos. Es justamente una lógica inversa
Y salta a la vista que esa inversión está íntimamente relacionada con nuestra cultura anti democrática, admiradora de la autoridad como una cualidad mágica, derivada de acaso un orden superior de las cosas, y no solamente de una cultura más amplia, solemne y reverencial de –especialmente- la mentalidad del criollo. Nunca falta a propósito del tema algún conocedor superficial de las escrituras que saque a relucir un pasaje de San Pablo sobre la proveniencia misteriosa de la autoridad mundana que, sacado de su contexto especifico (el despótico periodo imperial en Roma) debe ser uno de los fundamentos que tuvieron los filósofos clásicos para calificar al cristianismo como una religión de esclavos, que efectivamente fue, antes del medievo tardío. Y una palabra más. 

Los fiscales podrían aun así argumentar que no se podía amparar Romero ante la esposa del Fiscal Adjunto, porque solamente era la conyugue, pero sin olvidar que, en tanto fiscal antes, ella ostentaba autoridad pública. Y en todo caso pienso que, como muchas veces, intuitivamente, Mel tiene razón, ese delito, de mal informar sin fundamento puede ser sancionado, pero no debe ser penado con cárcel para un periodista. So pena de que dejemos de entender, lo que sucede en Honduras. Dejen ir a David, canallas.

 https://criterio.hn/2019/03/26/dejen-ir-a-david/

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