Publicado en Criterio.hn / Enero 17,2019.-

“Con la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan morir”
Clara
Valverde introduce su nuevo libro con la alusión al texto de una
pintada en la pared: “Con la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan
morir”. En ‘De la necropolítica neoliberal a la empatía radical’
(‘Icaria/Más madera’) esta activista política y social y escritora
sostiene que el sistema neoliberal es incompatible con la lucha contra
la desigualdad. Para ella, este sistema divide la sociedad en excluidos e
incluidos. Se desentiende de los primeros y atemoriza a los segundos
para perpetuar y aumentar el poder y la riqueza de los privilegiados.
¿Qué tenemos que entender por “necropolítica neoliberal”?
‘Necro’
es la palabra griega para ‘muerte’. Las políticas neoliberales son unas
políticas de muerte. No tanto porque los gobiernos nos maten con su
policía, sino porque dejan morir a la gente con sus políticas de
austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los sin
techo, a los enfermos crónicos, a las personas en listas de espera, a
los refugiados que se ahogan en el mar, a los emigrantes en los CIEs…
A los cuerpos que no son rentables para el capitalismo neoliberal, que no producen ni consumen, se les deja morir.
¿Cómo
se consigue convencer a los ciudadanos de que esa “necropolítica
neoliberal” les beneficia? ¿Por qué no hay una rebelión masiva contra
ella?
Los
que aún no están excluidos, los que aún se creen el mito de que en esta
sociedad somos libres aceptan y hacen suyo lo que dicen los poderosos y
su prensa: que los excluidos no son como ellos, que son una gente
zarrapastrosa, sucia, rara, diferente, con mala suerte y malos hábitos.
El mito que ha calado es que los excluidos se han buscado la situación
que sufren.
No
hay una rebeldía masiva contra las necropolíticas de los gobiernos,
contra la exclusión, porque la gente que aún no está excluida no se
identifica con los excluidos. Piensan “ese no soy yo”, “eso no me pasará
a mí”. No se dejan identificar con el que sufre, no hay empatía
radical. Y en realidad las necropolíticas nos afectan a todos. En cuanto
esa persona incluida enferme será posiblemente excluida sin ingresos y
sin ayuda.
En este diseño social hay ciudadanos excluidos y ciudadanos incluidos. ¿Nadie defiende a los excluidos?
Muy
poca gente defiende a los excluidos. ¿Cuánta gente se organiza para
apoyar a los sin hogar? ¿Cuánta gente ayuda a los ancianos o enfermos
crónicos y a sus asociaciones? En la PAH hay apoyo mutuo y empatía
radical pero casi todos los que están activos en la PAH son afectados
ellos también por los desahucios.
Los
incluidos creen estar a salvo de su expulsión del sistema, pero les
adviertes que en cualquier momento pueden caer en la exclusión. El temor
a la exclusión ¿fomenta la insolidaridad en nuestra sociedad?
Los
que ahora tienen la suerte de no estar enfermos, desahuciados, en paro,
deberían pensar que la mayoría, a menos que tengan mucho capital
económico, podrían llegar a ser excluidos. Pongamos que eres conductor
de autobús. Si enfermas, aunque lleves cotizando años, es muy posible
que el Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas (ICAM) te dé el alta,
aunque estés demasiado enfermo para trabajar. Entonces, ¿qué harás? Sin
poder trabajar, sin ingresos y con los gastos que una enfermedad
conlleva y que no cubre la Seguridad Social…
El poder
neoliberal se asegura de que los incluidos no se fíen de los excluidos,
que los vean como extraños, diferentes, desagradables y no se
solidaricen con ellos.
El
neoliberalismo impone su necropolítica mediante la violencia. Pero ésa
violencia no siempre es explícita. Dice que la más eficaz para los
intereses del neoliberalismo es la ‘violencia discreta’. ¿A qué se
refiere?
Por
ejemplo, los recortes, la mercantilización y la privatización de la
sanidad pública son una violencia discreta. No matan a tiros a los
enfermos en listas de espera. Pero ¿cuántos mueren por esas listas
interminables? Esas listas son tan largas porque los administradores de
la sanidad pública y los políticos la han organizado de modo que la
sanidad privada “chupe” de ella. Y eso tiene, como una de sus
consecuencias, el sufrimiento y la muerte lenta de los enfermos que
esperan.
Asegura
que nos han cambiado el sentido de las palabras y que para combatir la
necropolítica neoliberal hay que volver a llamar a las cosas por su
nombre ¿Qué trampas del lenguaje destacaría?
Hay
que llamar a las cosas por su nombre. Los políticos de derechas
neoliberales, los que van de “centristas”, todos esos nos maltratan. No
hay otra palabra. Es maltrato. Las condiciones laborales son malos
tratos. Los recortes son malos tratos. Las leyes mordaza son malos
tratos.
Hay
muchas trampas lingüísticas. El que la gente haga suyas las
frases-trampa de los poderosos es preocupante. Frases como “es lo que
hay”, “no me puedo quejar”, “no va a ir a peor”, “no pasa nada”, etc. Y
el ‘pensamiento positivo’ que hace que la gente se sienta culpable de
estar enfadados con los políticos y de la situación actual.
La
tolerancia es otra gran trampa. La tolerancia es muy violenta. Se
intenta decir que es buena, que sí, que hay que tolerar al que es
diferente. ‘Tolerar’ quiere decir ‘aguantar’ y es una posición de poder
sobre el otro. “Yo te aguanto, aunque seas pobre, trans, negro, autista,
etc.” No, las diferencias no son para ser toleradas.
Las diferencias
hay que mirarlas, entender el por qué hay desigualdades entre grupos
diferentes y cambiar la situación. Es necesario nombrar las
desigualdades y luchar contra ellas al mismo tiempo que celebramos la
diversidad.
Choca
que hable de la contratación de discapacitados o del papel de las ONGs
como instrumento manipulado por el neoliberalismo en interés propio.
Aquí no se habla de esto, pero en muchos países, sí. Hay numerosos autores que hablan del “ONGismo” y del “Inspiración Porn”.
El
ONGismo es la utilización de la comunidad para hacer el trabajo que
debería hacer el gobierno con nuestro dinero. El ONGismo es un tema
complejo porque la buena gente que se implica en una ONG lo hace con
buenas intenciones. Pero luego son ellos los que tiene que recortar y
hacer que sus empleados acepten sueldos míseros para hacer tareas que
corresponden al Estado de Bienestar.
Cita algunos ejemplos de esta manipulación en la publicidad.
Hace
unos años la Fundación La Caixa utilizaba personas con síndrome de Down
no muy severo como ejemplos de cómo deberían ser los trabajadores.
Ahora hay un anuncio de la compañía que hace lavadoras, Balay, en la que
un sordomudo dice: “¡Mirad! Si un trabajador discapacitado es el mejor
trabajador, sonríe y no se queja, tú, que no eres discapacitado,
deberías callar, trabajar y no protestar”. Esto es un ejemplo
de “Inspiración Porn”, una suerte de pornografía con los discapacitados.
Pero
la realidad es que la mayoría de los discapacitados no tienen ingresos y
sufren mucho. Y si consiguen un trabajo, su empresa no tiene que pagar
su Seguridad Social. Es un ahorro para el jefe.
¿La
necropolítica es especialmente evidente en España? Destaca que en este
país se ha enterrado la memoria histórica de lo que supusieron la guerra
y el franquismo, que sólo en Camboya hay más fosas comunes por abrir.
En realidad, la necropolítica se puede ver por todo el mundo. Mira la situación de violencia en México.
Pero
sí, una sociedad como la nuestra que destaca a nivel mundial por la
cantidad de personas desaparecidas y sin enterrar desde hace 80 años, no
es una sociedad que pueda funcionar de forma humana. Tenemos a más de
100.000 abuelos y abuelas sin enterrar aún. ¿A cuántas personas de
nuestra generación afecta éso directamente? ¿E indirectamente?
Andamos
por los campos y las cunetas, y debajo de nuestros pies están miles y
miles de personas que el gobierno, ningún gobierno, cree que merezcan
ser encontrados y devueltos a sus familias. Eso produce una sociedad muy
enferma.
El
sistema sanitario le sirve como ejemplo perfecto de la forma de actuar
de esa necropolítica neoliberal. ¿Es donde se hace más evidente su forma
de actuar?
Es
una de las áreas en la que más vemos el sufrimiento causado por la
necropolítica, porque en el sistema sanitario se trabaja con las vidas y
los cuerpos de las personas, con el sufrimiento inevitable que es parte
del ser humano.
Te
doy un pequeño ejemplo. Los profesionales de enfermería en hospitales
en los que se ha implantado el método “Lean”, método inventado para las
cadenas de montaje de coches Toyota. Dan más importancia a estar “ on
time” (puntuales con la velocidad que les imponen en sus tareas,
velocidad nada humana ni para el profesional ni, sobre todo, para el
paciente) que a la calidad del trabajo y al bienestar de los pacientes.
Dicen estar contentos si están “ on time”, ¡como si fueran conductores
de la Renfe!
El
método Lean se ha conseguido implantar sin que hayan protestas entre
los profesionales sanitarios. De la misma manera que tantos
profesionales no cuestionan Lean, tampoco cuestionan el autoritarismo y
el paternalismo que ellos mismos utilizan con los enfermos.
Lo
grave es que estos profesionales sanitarios son ellos también víctimas
del autoritarismo y paternalismo de las administraciones sanitarias. A
ellos les maltratan y se les exige que también maltraten. Finalmente,
sin darse cuenta, acaban haciendo lo que llaman muchos autores “gobernar
por terceros”; o sea, haciendo el trabajo sucio de los neoliberales.
Y simboliza en las enfermas de Síndromes de Sensibilización Central esa acción. ¿Por qué?
Porque
los enfermos, o enfermas porque la mayoría son mujeres, adolescentes y
niños, de SSC son por lo menos el 3,5% de la población -aunque los
investigadores internacionales dicen que el porcentaje es mucho más
alto- y cada año pierden parte de los pocos derechos que tenían. Con Boi
Ruiz, los enfermos de SSC en Catalunya, dejaron de tener derecho a
acceder a sus médicos. Y si el nuevo consejero sigue el acuerdo Junts
Pel Sí-CUP, seguirán sin poder ver a su médico y los que enfermen ahora
no podrán ser diagnosticados.
El
80% de estos enfermos viven encerrados en sus casas, en sus camas, sin
ninguna ayuda sanitaria ni social. Y están demasiado enfermos para
protestar, participar en movimientos sociales, etc. La mayoría enferman
entre los 10 y los 30 años de edad. No han cotizado. Les espera una
larga vida de pobreza y sufrimiento en la cama. Y los que han conseguido
trabajar unos años y cotizar, el ICAM hace todo lo posible para que no
tengan una ayuda económica. Hasta a los que han conseguido una pensión a
través de los juzgados el ICAM les quita la pensión.
El
antídoto contra esa necropolítica está en la voluntad de compartir.
“Para sobrevivir y vivir hay que compartir”, dice. ¿Funcionará?
Las
iniciativas, ideas y grupos implicados en lo común son el antídoto
contra la necropolítica. Lo que el poder absoluto quiere dividir,
nosotros lo tenemos que juntar. Nos tenemos que juntar enfermos, sanos,
trans y todos los géneros, razas varias, ancianos, niños… Pero para
hacerlo tenemos que desarrollar una empatía radical y empezar desde los
espacios excluidos. No funciona que los “incluidos” inviten a los
excluidos a sus movimientos. Tiene que ser al revés. Los que aún se
creen incluidos necesitan ir a esos espacios intersticiales en los que
habita la exclusión y empezar desde ahí.
En
ese sentido quería dar las gracias a Catalunya Plural por entender que
para poder tener esta conversación conmigo, que vivo en la cama el 90%
del tiempo con Encefalomielitis Miálgica, lo hemos tenido que hacer a mí
manera. Unos necesitan una rampa para su silla de ruedas. Otros
necesitamos Skype y email.
(Tomado de: enorsai.com.ar)
https://criterio.hn/2019/01/16/el-neoliberalismo-aplica-la-necropolitica-deja-morir-a-las-personas-que-no-son-rentables/
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