lunes, 8 de enero de 2018

Honduras: MERCENARIOS Y PSICÓPATAS GOBERNANTES DE HONDURAS

Enero 8,2018
Galel Cárdenas
Hace poco escribí un texto donde caracterizaba a los gobernantes, cómplices, compinches y subordinados como los mercenarios del poder.

El mercenario es aquel y aquella que luchan a cambio de dinero, de una remuneración, de un pago,  de una gratificación, de un estipendio, sin importar la ideología, la política, el pensamiento, la doctrina, por la cual combaten, actúan,  argumentan, discuten, replican,  a veces desaforadamente,  tanto que parece que se van a ahogar en el vaso de agua que los contiene.

                 El mercenario no posee ética, moral, honestidad, decoro, integridad. Por ello desde la más alta cúpula del sentido ético de la sociedad como son los  representantes de  las iglesias católica y evangelista, podemos escuchar cardenales, obispos, pastores, jerarcas,  expresar su mercenarismo inmoral sobre una sociedad que está en pie de lucha, insubordinada y en estado de insurrección.

Es una pena, una vergüenza ver, escuchar y actuar a tales personajes de la curia y de las congregaciones eclesiásticas, que por las monedas de plata, de oro, las canonjías y privilegios, antepongan sus intereses financieros personales, a las connotaciones morales a las cuales se deben por tradición, jerarquía y estado ético.

Y esta característica se aplica a todos aquellos que comprados por las monedas ensangrentadas se convierten en cómplices, coautores, partícipes, encubridores y secuaces de un régimen tiránico del psicópata mayor, Juan Orlando Hernández.

Todos aquellos que detentan el poder que genera el dictador, cuyo método despótico consiste en tomar de las arcas nacionales y de los impuestos del pueblo,  el dinero para pagar planilla de impúdicos, obscenos que practican el mercenarismo asqueroso.  

Ahora se le ha agregado un elemento más y es la psicopatía, entendida ésta como un trastorno antisocial de la personalidad. Se caracterizan los psicópatas por ser  personas sádicas, malignas y narcisistas que no respetan los códigos y normas conductuales sociales,  por lo general son incapaces de poseer emociones de solidaridad y justicia.

Son muy dados a cosificar lo que les rodea,  incluyendo a las personas, los derechos humanos para ellos constituyen un estorbo, desechan las normas sociales de convivencia, y les viene bien su papel de victimarios sin sentir complejos de culpa;  la manipulación es por decirlo así, su pasatiempo preferido.  La vida no es para ellos el principio y fin de la humanidad.

Los psicópatas de la dictadura no tratan de equilibrar sus visiones de mundo, si no solamente de condenar a aquellos que no los acompañan en sus acciones criminales, delincuenciales y de inmoralidad.

Es por eso muy común escuchar y ver al dictador, a los diputados, a los magistrados, a los fiscales, a los jueces, a los sacerdotes, a los policías y militares, a los periodistas, a los  empresarios narcotraficantes, a los académicos deshonestos, en fin, a un grupo muy grande de mercenarios de la dictadura, repito,  es muy frecuente oírlos culpar criminalmente a un pueblo que reclama su soberanía arrebatada, sus derechos humanos, sus anhelos patrióticos  y sus proyectos refundacionales de nación.

Son incluso cómplices de las masacres y del genocidio a que está sometido el pueblo,  utilizando para ello la fuerza brutal de la policía y de los militares golpistas, entrenados por el departamento de estado norteamericano,  bajo la consigna de que el mejor comunista es el comunista muerto.

No es de extrañar que este conjunto de mercenarios psicópatas que han asaltado el poder desde 2009, tengan al pueblo en la más absoluta pobreza del continente latinoamericano, a punta de represión, persecución, tortura, desapariciones y asesinatos.

El ejército y la policía se han convertido en sádicos psicópatas criminales que han establecido el método de las redadas barriales para encarcelar y torturar o asesinar a los principales dirigentes jóvenes populares que se han incorporado a la insurrección contra la dictadura de Juan Orlando Hernández.

Por ello que se puede concluir que los gobernantes actuales, en manos de la dictadura Johísta,  son mercenarios y psicópatas que usan el poder omnímodo para su enriquecimiento desmedido en todos los sentidos y en todas las dimensiones, a costa de la vida de los hondureños que sueñan con una patria refundada , soberana y justa.   



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