domingo, 11 de junio de 2017

Chavismo y Venezuela hoy

por Ignacio Ramonet 

Catedrático y periodista español residente en Francia, donde dirigió la revista Le Monde Diplomatique. Es el autor del libro “Cien horas con Fidel”.
 
Hugo Chávez inventa para Venezuela y América Latina lo que podríamos llamar una “política de la liberación”, dice Ramonet.
De todas las instituciones estadounidenses que reflexionan sobre la política exterior, sin duda la más influyente es el Council on Foreign Relations, fundado en 1921, editor de la revista de mayor impacto mundial en materia de asuntos exteriores: Foreign Affairs (1). Su sede principal se encuentra en el corazón de Manhattan, en Nueva York, en una esquina de la muy elegante Park Avenue, y por ella han pasado, a lo largo de casi un siglo, algunas de las principales personalidades políticas que han marcado la historia contemporánea.

                   


Con ocasión de la edición en inglés de mi libro Hugo Chávez: Mi primera vida (2), el Council on Foreign Relations decidió organizar una mesa redonda de reflexión y debate en torno al tema “Chavismo y Venezuela hoy”. Obviamente, esa decisión se tomó hace diez meses, en septiembre pasado, cuando nadie imaginaba que las cosas tomarían el cariz que tienen en estos momentos en Caracas. O sea que, cuando llegó el día del evento, el pasado 17 de mayo, en plena ola de manifestaciones y violencias en Venezuela, la atmósfera estaba bastante cargada de electricidad hasta en pleno Nueva York.

Me acompañaban en la mesa: Jennifer McCoy, profesora de Ciencia Política en la Universidad de Georgia y, sobre todo, exdirectora del Centro Carter (fundado por el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter), que ha seguido muy de cerca todos los procesos electorales en Venezuela (3). Y Lisa Viscidi, especialista en temas de energía y petróleo, y autora habitual de la revista Foreign Affairs (4). El debate fue introducido por Romuald Sciora, ensayista, especialista del sistema de Naciones Unidas. Y estuvo moderado por Jonathan Tepperman, redactor jefe de Foreign Affairs.

El sentimiento que los demás ponentes, e incluso el moderador, trataron de instalar de inmediato fue que el “sistema chavista” se estaba derrumbando, que eso era una cuestión de días, a lo sumo de semanas, y que el debate, según ellos, debía centrarse sobre el tema “¿por qué se desmoronó el chavismo?”. Expresé mi desacuerdo. El chavismo, dije, no es sólo una corriente política, sino que es sobre todo una realidad sociológica mayoritaria en Venezuela. Pase lo que pase, el chavismo está, por largos decenios, instalado en el sentimiento de la población venezolana más humilde. Igual que el peronismo en Argentina.  Es lo que deseo explicar.

Como todas las revoluciones, la Revolución Bolivariana es una arquitectura en la que se conjugan una serie de fuerzas diversas importantes que, reunidas y fusionadas, conforman una dinámica política radicalmente innovadora. Como dice el presidente Nicolás Maduro: “El chavismo es el encuentro de varios caminos abiertos por los Libertadores y el encuentro de varias búsquedas iniciadas por muchos soñadores sociales que convergen en un punto nodal: el pensamiento de Hugo Chávez”.

Cuando el Comandante Chávez llega al poder –en 1999– no posee un gran partido; llega a la cabeza de un movimiento popular extremadamente diverso que incluye a militares, a exguerrilleros y a unas izquierdas muy variopintas. Y consigue ganar el apoyo popular con un discurso de refundación: la refundación de Venezuela, que es la base misma del chavismo. Porque en el núcleo duro de la filosofía chavista nos encontramos con la recuperación del concepto de nación, y la restauración y la defensa de la identidad nacional.

Hugo Chávez inventa para Venezuela y América Latina lo que podríamos llamar una “política de la liberación”, como decimos que existe una “teología de la liberación”. Con una opción preferencial por el pueblo, los pobres y los humildes. Con su capacidad de pedagogía política, Chávez impulsa una politización popular masiva, y conceptualiza una política de la liberación del pueblo en la que el pueblo, dotado de conciencia política, es autor de su propio destino.
Chávez intuye que la época permite estrenar nuevos caminos nunca antes surcados. Y logra elaborar de ese modo y transmitir al pueblo venezolano desmoralizado un nuevo relato de esperanza. En ese sentido, el chavismo es una narrativa que explica a los venezolanos quiénes son, a qué pueden aspirar y cuáles son sus derechos. Es una explicación nueva que da respuesta a viejas preguntas: ¿qué es la sociedad venezolana?, ¿cuáles son sus problemas?, ¿quiénes son las víctimas?, ¿quiénes los culpables?, ¿qué soluciones? Y ese nuevo relato es narrado, día tras día, discurso tras discurso, con enorme eficacia comunicacional, por Hugo Chávez, que se convierte en referente intelectual y carismático.

De tal modo que el chavismo constituye una vía política latinoamericana innovadora que se libera y se emancipa de la eterna tutela conceptual europea y anglosajona. Una política que, por primera vez, es original, fuente, manantial, y no espejo o copia de lo que se ha hecho en otras partes.
En ese sentido también, el chavismo es una opción revolucionaria. Es el proyecto más innovador y más atrevido que ha tenido Venezuela desde Bolívar. Es el único proyecto de paz, desarrollo, justicia y prosperidad para el pueblo venezolano desde 1810.
Luego, ¿qué es ser chavista? Ser chavista es acercarse al pensamiento político de los fundadores de Venezuela. El “Árbol de las Tres Raíces” es un concepto capital del chavismo. Que Chávez definía de la siguiente manera:
“Primero está la raíz bolivariana por el planteamiento que hace Simón Bolívar de igualdad y libertad, y por su visión geopolítica de la integración de América Latina; luego la raíz zamorana, por Ezequiel Zamora, el general del pueblo soberano y de la unidad cívico-militar; y finalmente la raíz robinsoniana, por Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el ‘Robinson’, el sabio de la educación popular, y de nuevo la libertad y la igualdad”.
Aunque a esas tres raíces, Chávez le va añadiendo otras: por ejemplo, Miranda y Sucre. Y más tarde otras más como José Martí, Che Guevara y Fidel Castro
                                          


El Chavismo es el proyecto más innovador y más atrevido que ha tenido Venezuela desde Bolívar”, dice Ramonet. Foto: Jorge Silva/ Reuters.

Pero ser chavista es también ser profundamente cristiano. El Comandante Chávez consideró siempre el cristianismo verdadero como parte de su vida, de su esencia y de sus valores.
Hugo Chávez fue un líder pragmático que supo adaptar las modalidades de su acción a las circunstancias históricas, que nunca olvidó los objetivos por alcanzar y que siempre mantuvo intangibles sus principios. Él estaba convencido de que si Venezuela pudo hacer gloriosas hazañas en el pasado, llegando a ser una las principales naciones de América Latina, fue porque estaba movilizada por un alto ideal hacia un destino común. Inversamente, Chávez sabía que los venezolanos tienen en permanencia la tentación de replegarse sobre sus querellas y divisiones internas (políticas, sociales, intelectuales), lo cual –según la visión chavista– les hace constantemente correr el riesgo de caer y deslizarse por el tobogán de la decadencia.

En consecuencia, para poder dar lo mejor de ella misma y ponerse al frente de las naciones latinoamericanas, Venezuela debe estar unificada por un líder histórico y un proyecto grandioso, y articulada (en un eficaz equilibrio de los poderes) por instituciones políticas, militares, económicas y sociales decididas a evitar las luchas intestinas.

Hay que insistir en el hecho de que, en el seno del chavismo, existe una filosofía patriótica del humanismo, heredera del cristianismo y de la teología de la liberación. El humanismo chavista es, a la vez, una finalidad de la grandeza de Venezuela, porque el mensaje que Venezuela dirige al mundo es profundamente humanista, y una consecuencia de la política de justicia social cuyo primer objetivo es cohesionar a la nación.

El chavismo posee, pues, diversas dimensiones: histórica, filosófica y política. Desde el punto de vista ideológico, el chavismo recoge y sintetiza, como ya se dijo, la acción política de Hugo Chávez y también sus pensamientos políticos, o sea la doctrina que se deduce de sus discursos y de sus escritos.
                           


” Venezuela debe estar unificada por un líder histórico y un proyecto grandioso”, dice Ramonet. Foto: Jorge Silva/ Reuters.
Como acción política, el chavismo se caracteriza por los siguientes grandes lineamientos:
— soberanía e independencia nacional; rechazo de la dominación de cualquier superpotencia imperial, en particular Estados Unidos. Chávez decía: “No puede entender la Patria ni defenderla quien no sabe que su principal enemigo es el imperialismo norteamericano”;
— rechazo de cualquier pretendido superpoder económico y financiero (FMI, Banco Mundial, OMC). La independencia se defiende, no sólo en el campo político, sino también en los sectores económicos, geopolíticos, culturales, diplomáticos e incluso militares;
— instituciones estatales sólidas, como las de la V República instituidas por la Constitución de 1999;
— un Ejecutivo fuerte y cierta personalización de la política para oponerse a la impotencia del régimen de los partidos;
— un poder ejecutivo fuerte y estable que confiere al presidente de la República un papel primordial;
— una relación directa entre el líder y el pueblo que pasa por encima de los cuerpos intermediarios, gracias a una concepción “participativa” de la democracia, con recurso frecuente al referendo y a las elecciones, y al diálogo interactivo líder-pueblo mediante un uso singular de los medios de comunicación de masas;
— una articulación cívico-militar cuyo engranaje lo constituye el propio presidente, que coordina lo mejor de los movimientos progresistas civiles y la inteligencia patriótica de los aparatos militares; las Fuerzas Armadas están íntimamente asociadas al proyecto de desarrollo nacional en el marco de la unidad cívico-militar;
— la independencia nacional y la grandeza de Venezuela;
— la unión nacional de todos los venezolanos –más allá de las diferencias políticas o regionales tradicionales que fueron antaño causa de división y de decadencia–, en una relación directa entre el líder y el pueblo, cohesionada por las políticas sociales de inclusión y de justicia social;
— la prioridad de la política sobre otras consideraciones (económicas, administrativas, técnicas, burocráticas, etc.);
— respeto de la autoridad del Estado;
— voluntad profunda de justicia social;
— intervención del Estado en la economía;
— la reactivación de la OPEP y una coordinación de las políticas petroleras de los países productores y exportadores;
— la integración latinoamericana como horizonte constante e imperativo ideológico dictado por el propio Simón Bolívar; y creación de entidades concretas para la integración (ALBA, Unasur, Banco del Sur, Celac, Petrocaribe, TeleSUR);
— la concepción de un mundo multipolar sin hegemonías; lo cual exige derrotar el proyecto de hegemonía imperial unipolar para garantizar la paz planetaria y el “equilibrio del universo”. Impulsar un mundo multicéntrico y pluripolar. Chávez lo señaló como el cuarto gran objetivo histórico del “Plan de la Patria”, su programa de gobierno para el periodo 2013-2019;
— una diplomacia Sur-Sur con multiplicación de los lazos con los países del Sur a través del Movimiento de los no-alineados y de alianzas horizontales: América del Sur / África (ASA) y América del Sur / Países Árabes (ASPA). Chávez apoyó también al grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) y se planteó una alianza de Venezuela con ese grupo para consolidar un mundo multipolar;
— la solidaridad nacional entre los ciudadanos y los territorios; y la solidaridad latinoamericana;
— respeto de las naciones, que son entidades culturales esculpidas por la historia y baluartes de los pueblos contra los imperialismos;
— el rechazo de la doctrina del neoliberalismo económico, y la preferencia por una economía orientada por el Estado con vistas a un desarrollo voluntarista y estructurante (con ambiciosos proyectos públicos, nacionalización de los sectores estratégicos, soberanía alimentaria, etc.);
— construir un “Estado de las misiones” para responder más directamente a las diversas demandas sociales del pueblo;
— avanzar hacia la definición de un socialismo bolivariano y humanista, en democracia y en libertad, que además de otorgar a los trabajadores una protección social avanzada, los empodere dándoles acceso tanto a las decisiones de la empresa como a los beneficios de la misma.
 Uno de los objetivos primordiales del chavismo es reconciliar a los venezolanos con la patria, hermanarlos y conseguir edificar un Estado con mayor soberanía, mayor eficacia administrativa, mayor justicia y mayor igualdad.

El chavismo aspira a reunir a hombres y mujeres de todos los orígenes políticos en torno a un gran proyecto de “país potencia” y a la acción voluntarista de un líder. Para alcanzar esos objetivos, el método del chavismo es el pragmatismo y el rechazo de los corsés ideológicos. Sus dos principales ejes: unidad interna al servicio de un ambicioso proyecto patriótico y social; e independencia y proyección de una “Venezuela potencia” en Latinoamérica y en el mundo.

El chavismo es, por consiguiente, un sistema “de pensamiento, de voluntad y de acción”. Parte de los hechos y de las circunstancias; no actúa predeterminado por una doctrina o una ideología. Voluntarismo contra fatalismo; acción contra la pasividad, contra el abandono y la renuncia.
                                               


Imagen de una calle venezolana. Foto: Ueslei Marcelino/ Reuters.
Para Chávez, lo primero es Venezuela. Su actuar político consiste en crear las condiciones para que la patria pueda dar lo mejor de sí misma. Y esto sólo se consigue si el pueblo venezolano está unido en torno a un proyecto de progreso social definido por un líder carismático que lo propulsa hacia su gran ideal histórico.

El pensamiento chavista tiene como bases ideológicas varias raíces que se entremezclan entre sí para formar una nueva ideología progresista venezolana. La cual se caracteriza por la ausencia de dogmatismos, para diferenciarse de los experimentos socialistas fracasados en la Europa del siglo XX. Por eso, para distinguirlo del que fue rechazado por las clases populares en Polonia en 1980, o del que se derrumbó con el muro de Berlín en 1989, o del que implosionó en 1991 con la caída de la Unión Soviética, Chávez hablaba de “socialismo del siglo XXI”. Se trata de un socialismo surgido en América Latina, que debe ajustarse a nuestro tiempo, y por eso Chávez le añadió fundamentalmente tres dimensiones: la democracia participativa, el feminismo y el sentimiento ecologista.

Ese “socialismo del siglo XXI” se considera compatible con la propiedad privada, aunque alienta otras formas socialistas y solidarias de propiedad como la cooperativa y la cogestión. También se declara compatible con el nacionalismo económico. Chávez no dudó en nacionalizar las grandes empresas de sectores estratégicos en manos de capitales extranjeros.
El “socialismo del siglo XXI” es asimismo compatible, insisto en ello, con el cristianismo social. Chávez hace suya la vieja consigna de los sandinistas: “Cristianismo y revolución, no hay contradicción”. Partiendo del postulado según el cual la verdadera identidad del cristianismo es la que le confiere la teología de la liberación. No en vano, Chávez afirmaba que Jesucristo fue el primer socialista de la era moderna y que el “reino de Dios” había que construirlo aquí, en la Tierra.

Porque el chavismo es, esencialmente, un proyecto de democratización de la felicidad.
De todo esto se deduce que tiene vocación de ejercer naturalmente, en Venezuela, una hegemonía. Por su capacidad para llevar la dirección intelectual y moral de la sociedad. Y porque ha permitido la recuperación política de una democracia en la que deben participar Gobierno, Fuerzas Armadas y pueblo, unidos en la expansión de los derechos sociales y en la redistribución justa de las riquezas del país.
En la sala del Council on Foreign Relations, no todos los oyentes estuvieron de acuerdo con estas tesis. Normal. En el coloquio que siguió de intercambio entre público y ponentes, varias intervenciones defendieron, con pasión a veces acalorada, los argumentos de la oposición venezolana (5).

En la calle, un grupito de manifestantes partidarios de esa oposición denunciaba el principio mismo de este evento académico. Muy mala señal. La ética elemental de la democracia se fundamenta en una regla básica: escuchar al otro.

Notas

(1) https://www.foreignaffairs.com/
(2) Ignacio Ramonet, Hugo Chávez: My First Life, Verso, Londres, 2016.
(3) Léase, por ejemplo, Jennifer McCoy (con Francisco Díez), International Mediation in Venezuela, United States Inst of Peace Edit., Washington DC, 2011.
(4) Léase, por ejemplo, Lisa Viscidi, “Venezuela on the Brink. How the State Wrecked the Oil Sector and How to Save it”, Foreign Affairs, Nueva York, septiembre-octubre de 2016.
(5)https://www.foreignaffairs.com/events/2017-05-17/chavismo-and-venezuela-today
(Tomado de Le Monde Diplomatique)

                                                           

Jorge Daniel Díaz
8 de junio 2017

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Conocía algo de la historia de Nicolás. Por eso mi indignaba cuando era objeto de burlas chavacanas y soberbias. Aún por parte de presuntos izquierdistas. Agradezco este artículo que tomé del muro de Matías Dak porque además de aportar opinión, agrega mucha información. Lectura recomendada para los mediocres que siguen, por ejemplo, jodiendo con el "pajarito" desde el pedestal de su supuesta inteligencia, racionalidad e intelectualidad.

Tomado de CUBADEBATE  Junio 2017

               
                          Carta abierta a los traidores

por Luis Enrique Araujo

Así como el llamado del Comandante Hugo Chávez en el 2007 de crear un partido único revolucionario, tumbó las caretas de un gentío. Asimismo está pasando este año 2017 con el llamado del presidente Nicolás Maduro de ir a una Constituyente. Motivos que me obligaron a abrir un espacio entre mis responsabilidades académicas, laborales y familiares, para escribir este artículo con la firme intención de demostrar con hechos quien está del lado del pueblo y quienes están en contra. Pero a pesar que escribiré de buena fe y con el mayor conocimiento, resultado de mis investigaciones, espero de corazón que al final esto no sea con usted.
Usted que no se enteró que Nicolás Maduro andaba ya por los barrios desde niño a sus doce añitos, entregando periódicos revolucionarios, como Ruptura, mientras gritaba: “Agita, propaga y organiza” junto a otra muchachita llamada Marla Muñoz. Así lo relata la abuelita revolucionaria Dilcia Petit.

Usted que tal vez no vivió el dolor de ver a un compañero revolucionario asesinado y descalificado por los cuerpos represivos de la IV República, como si lo vivió Nicolás no una, sino numerables veces, como el asesinato de Raúl Sajona, su compañero desde el liceo.

Usted que no sabía que Nicolás Maduro formó parte de la Liga Socialista porque quería ayudar a formar a los chamos de su barrio; y con la excusa del deporte realizaba verbenas y así puso a militar a un gentío en El Valle. Muchos de ellos luego se sumaron en lucha contra el puntofijismo. Y Nicolás jamás se cuadró ni con los adecos, ni los copeyanos.

Usted que no sabía que Nicolás Maduro antes de conocer a Chávez, ya había viajado a Cuba en su plena juventud a formarse políticamente, y allí sostuvo varios encuentros con estudiosos guerrilleros de todo el continente, entre ellos uno grande de nosotros, Alí Rodríguez Araque, vaya y pregúntele.

Usted que no se enteró del coraje de Nicolás para enfrentar las injusticias cuando trabajaba en el Metro de Caracas. Y más de una vez enfrentó al presidente del Metro para exigir respeto y reivindicaciones laborales. Empresa donde incluso hasta salvo vidas de los trabajadores. Vaya y averigüe como salvó a la esposa y el hijo de uno de sus compañeros del Metro.

Usted que no sabía que Nicolás tenía un carrito todo destartalado en la década de los 80 con el cual no sólo apoyaba a sus compañeros de taxi sin cobrarles nada. Sino que además apoyaba a líderes revolucionarios latinoamericanos buscándoles en el aeropuerto y llevándoles a las actividades políticas gratis. “ya se veía en ese joven una casta diferente, una casta revolucionaria” así lo relata Germán Sánchez Otero quien lo conoció en 1988.

Usted que ni pensaba que Chávez sería algún día presidente, cuando ya Nicolás Maduro quería vivir en la cárcel de Yare metido, al lado de ese hombre que lo sorprendió un 4 de febrero de 1992, y se le puso a su orden con estas humildes palabras: “déjeme acompañarle así sea de seguridad” lo contó el propio Chávez.

Usted que nunca supo lo que hizo Nicolás en el MBR200, muy a pesar de sus propias posiciones personales, y el papel que jugó para lograr la unidad de la izquierda y el consenso en la histórica asamblea del 19 de abril de 1997, donde se determinó la lucha electoral. Acciones políticas, asamblearias por las cuales de paso fue preso. En una de tantas veces de las que fue perseguido por la funesta DISIP. Busque información ¡Documéntese!

Usted que andaba en lo suyo cuando Nicolás recorría el país en 1999 para lograr la actual e histórica Constitución de la República Bolivariana De Venezuela y recopilar más de 30 mil propuestas. Así se recoge en múltiples libros y folletos, incluso en la propia Carta Magna de nuestra patria.

Usted que no tiene idea de las capacidades demostradas por Nicolás siendo canciller en momentos estelares de Latinoamérica. Donde realizó jugadas magistrales para de esta manera cumplir con la más exitosa estrategia diplomática que haya realizado canciller alguno del país en toda nuestra historia. Hechos que pronto saldrán a la luz.

Mientras usted desconocía todo esto Hugo Chávez no sólo lo sabía, sino que además comprobó la lealtad, arrojo y compromiso de Nicolás, tanto en los momentos más difíciles como el 11 de abril de 2002, así como también en las cosas más sencillas, incluso dándole tareas hasta de albañil en el propio palacio de Miraflores, donde gracias a él se repararon filtraciones, reconstrucciones y hasta restituyó el salón Sol del Perú, siendo Canciller.

Usted que no se da cuenta que Nicolás es la reivindicación histórica del trabajador, del hombre de a pie, del obrero de quince y último, que por primera vez en toda nuestra historia llega a la presidencia y que por eso Chávez dijo que era su decisión “plena como la luna llena” y usted pretende convencer no sé a quién de que el gigante se equivocó.

Usted parece no haberse enterado que el 70% de los recursos que ingresan a la nación tienen como destino la inversión social, cifra record incluso en comparación con los logros del comandante Chávez. Además de un rechazo sostenido al A, B y C del neoliberalismo mundial y los gobiernos de derecha que se apegan a las reglas del FMI, BM y la OMC, a saber: A) Reducción del Estado a través de privatizaciones de los recursos naturales y de los servicios públicos. B) Reducción del gasto social. Liberación de precios, de tasas cambiarias y de tasas de interés y C) Apertura al mercado global a través de tratados de libre comercio. A, B y C al que se niega nuestro presidente Nicolás Maduro quien además ya ordenó un estudio de congelación de precios. ¡Vaya que presidente de derecha tan extraño!

Usted que enfrentaba al mundo en defensa de la revolución y le encantaba salir por pantalla cuando el petróleo estaba por encima de los 100$; y alguna cosa le caía a usted “trabajando” para El Estado. Intentando demostrar desprendimiento, arrojo y lealtad cuando ser “revolucionario” era fácil. ¡Prepárese! porque esto es con usted.

Usted que aquel 8 de diciembre de 2012 escuchó que debíamos elegir a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, pero inmediatamente juzgó al comandante por no haberle nombrado a usted o alguien más cercano a usted para hacer sus prebendas.

Usted que vio a Nicolás Maduro lanzarse por todo el país con el alma y el corazón hecho trizas por la pérdida de Chávez, a fin de cumplir la orden de ganar la presidencia, pero usted brincaba conmocionándose ante cualquier error ¡como si lo disfrutara!.

Usted que cuando vio el margen con el cual ganamos la presidencia no vio una heroica victoria, sino un desastre electoral y se puso a juzgar a todo el mundo porque según usted se podía en ese momento sacar los diez millones de votos, pero no hizo un carajo en toda la campaña.

Usted que vio como un montón de traidores se aprovecharon de las duras circunstancias para desbancar la nación, y cuando Nicolás quiso hacer justicia, el imperio aprovecho para tratar de comprar militares y fraguar un golpe de estado. Pero usted insistía que los lleváramos a la hoguera, aunque ello fuera significado la justificación de un magnicidio que estaba ya montado por el imperio.

Usted que no le ha hecho seguimiento a esos mafiosos para darse cuenta que el presidente de forma inteligente no dejó pasar, y paulatinamente va haciendo justicia, mientras que a otros no les queda más que huir del país. Pero usted insiste en que debemos publicar una lista y hacer una especie de inquisición justo ahora cuando está en juego la Independencia Nacional.

Usted que prácticamente aseguró que la falta de alimentos era culpa del gobierno de Maduro, y le pasó por encima a la escasez e inflación inducida, a la conspiración de empresas que tienen el monopolio de alimentos, al decreto intervencionista de los EE.UU y aún no ve el resultado de la investigación de la economista Pascualina Curcio. Pero sigue cuestionando las políticas gubernamentales y arremete hasta con los CLAP.

Usted que dice entender el poderío militar, económico, mediático y tecnológico del imperio de los EE.UU y el peligro que eso representa cuando le queda menos de 5 años de reservas petroleras, pero usted no hace nada contra ese imperio, ni sus detractores y en cambio se sienta en su PC entusiasta a escribir sus sandeces contra mi presidente Nicolás Maduro.

Usted que no ve el coraje del pueblo venezolano que está dando una lucha histórica como nunca dio pueblo alguno en La Tierra. Porque las redes sociales son un elemento novedoso y lo que está soportando nuestro país no tiene precedentes. Ni fue vivido por los bolcheviques, ni vietnamitas, ni el pueblo cubano, pero usted se pone del lado del imperio y usa las mismas redes para justificar los argumentos y líneas de la ultraderecha.

Usted que en lugar de ver una auténtica, heroica y gloriosa resistencia de un pueblo. Que se mantiene en batalla entendiendo y asumiendo como nunca antes su rol histórico. Usted nos ve como unos ignorantes y nos escribe en esas mismas redes sociales y páginas web, una pila de majaderías que sólo pudieran confundir a traidores como usted.

Usted que vio a una Asamblea “Nacional” que lo primero que hizo fue decir “vamos por ti Nicolás” y primero trató de cambiar la ley Orgánica del TSJ, luego intentó aplicarle abandono de cargo al Jefe de Estado, intentó un juicio político y hoy en desacato está impulsando una insurgencia armada para justificar una intervención militar, pero a usted le molesta son las cosas que hacemos nosotros para defendernos del imperialismo. Como la Constituyente y la ampliación participativa de sectores sociales.

Usted que cuando le salimos con todos estos argumentos responde como la derecha cuando Chávez… “es que no es Nicolás el problema son los que lo rodean y lo asesoran”.

Usted que ve los muertos que está generando la ultraderecha en estas primeras semanas (decenas en más de 600 acciones terroristas) sumado el ataque mediático internacional contra nuestra patria, que nos pretenden llevar al borde de una guerra civil, pero usted opta es por atacar un llamado constitucional del presidente en plenas funciones.

Usted que se cree muy cult@ porque entendió la lucha de clases y cuestiona el poder establecido, pero ahora teme al poder originario; y nunca se leyó a Antonio Negri y el Poder Constituyente, o Itsván Meszáros y el Desafío y la Carga del Tiempo Histórico. Jorge Plejanot y El Papel del Individuo en la Historia Y dice conocer a Gramsci pero contribuye en la industria cultural del lado del imperialismo.

Usted que cuestiona una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) asegurando que se debe consultar al pueblo primero, pero no sabía que esa opción existió en el artículo 392 del Diario de Debate de la constitución de 1999, pero no se aprobó porque los revolucionarios entendieron  de lo que se trataba era de quitar trabas al poder originario fijándose los artículos 347, 348 y 349.

Usted que luego que se apartó de la revolución, se la pasa cuestionando el poder establecido pero ahora teme al poder originario. Y eso que el presidente ya aseguró lo que obviamente se esperaba, unas elecciones nacionales para aprobar los cambios a la Carta Magna, luego de la elección de los constituyentes. Usted que es tan inteligente no ve que la derecha solo le da espacios cuando le necesita porque pasamos a la ofensiva. Mire a su alrededor vea que el pueblo ya no le acompaña.

Para culminar, usted que conoce bien de intervenciones imperiales en el mundo pero le recuerdo algunas. Operación Causa Justa, Panamá 1989. Operación Furia Urgente, Granada 1983. Operación Tormenta del Desierto Kuwait 1991. Operación Continuación de la Esperanza, Somalia 1993. Operación Alcance Infinito 1998 y Operación Libertad Duradera en 2001 ambas contra Afganistán. Operación Fuerza Aliada, Yugoslavia 1999. Operación Amanecer de la Odisea Libia 2011 (Todas acabaron con esos países) y Operación Militar Freedom 2 actualmente en ejecución contra Venezuela, pero mientras tanto usted exige métodos, cambios que facilite el triunfo de una derecha por demás apátrida y pro imperialista; y de paso ¿en nombre de la legitimidad o de los DDHH? En fin no quedan dudas de que lado está usted.

Por ello, le exijo a usted que ya no venga a estar hablando en nombre de Chávez, ni de los derechos Humanos “Porque Chávez somos todos los que queremos patria” y usted ya no se le puede llamar compatriota, ni mucho menos camarada, porque usted no es chavista y probablemente nunca lo fue. Usted es un oportunista que se la pasa contando las horas que caiga el proceso para ver qué pesca en rio revuelto. Pero se ahogarán en esa marea bolivariana, ya lo verán. Siga en lo suyo pues. Mientras nosotros, los que queremos patria y escribimos la historia. Nosotros los pueblos, nos encargaremos de triunfar y dejarlos a ustedes del lado del que siempre serán, del estercolero gris que pertenece a los traidores de los pueblos.


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