Estamos
en un nuevo proceso electoral, el décimo desde que se abrió el período
de la democracia formal representativa, hace 35 años, el más
conflictivo, complejo y políticamente amañado y tramposo. Lo más
novedoso de este proceso electoral es, sin duda, la reelección. Y no
cualquier reelección, sino la que da continuidad al mandato de Juan
Orlando Hernández.
El primer factor: la grosera
concentración y acumulación de bienes y riquezas en un pequeño grupo de
familias, con las consecuencias de pérdida de oportunidades y de vida
digna para millones de compatriotas.
El segundo
factor: el saqueo de bienes de las instituciones públicas por parte de
funcionarios íntimamente unidos al grupo de gobierno, que tiene que ver
con la privatización extrema de los bienes y servicios públicos en una
alianza llamada público privada en donde las multinacionales tienen las
decisiones primordiales.
Un tercer factor
es la reelección del actual presidente de la República, Juan Orlando
Hernández. Aquí no se trata de discutir si conviene o no para el país
la reelección. Eso es lo de menos, es secundario. Aquí el problema es
la decisión de esa persona específica, Juan Orlando Hernández, de
reelegirse a costa de lo que sea sin importar sus consecuencias. En los
sondeos de opinión del ERIC cerca de siete de cada diez personas
rechazan esa reelección. Y sin embargo nada la detiene, y nada ni nadie
detiene a Juan Orlando Hernández en su ambición desmedida.
Qué bien sería
que un presidente promoviera reformas con el fin de que se permita la
reelección de quienes hayan sido presidentes siempre que quien lo
promueva con vehemencia de que esas reformas no deberán alcanzar al
presidente que las promueve, al menos en el período subsiguiente. Pero
esto es ilusorio. Todo lo que se hace actualmente es para garantizar lo
que ya tiene decidido Juan Orlando Hernández: ser el presidente en el
siguiente período, y tiene todas las ambiciones para seguir siéndolo en
períodos siguientes.
Los tres
factores: desigualdad y grosera concentración de riquezas, saqueo de
instituciones públicas y privatización desmedida de las mismas, y
reelección de Juan Orlando Hernández, son productores de inestabilidad,
confrontaciones y polarizaciones. Los tres factores fertilizan la
tierra hondureña para más inestabilidad y para más confrontaciones. No
hay vuelta de hoja.
Las personas cuerdas y grupos sociales que por una falsa prudencia o
precaución se quedan indiferentes ante estas advertencias, contribuirán
sin remedio a los desbarajustes y violencias que le esperan al país. O
la ciudadanía detiene el desastre que se advierte, o toda ella será
víctima de un caos incontrolable o de una dictadura con una firme
decisión represiva. Hoy estamos todavía a tiempo. Mañana, cuando ya todo
esté consumado, será demasiado tarde.
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Radio Progreso Tres factores productores de inest
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