Recientemente el destacado economista chileno,
Ricardo Efrench-Davis, ha reafirmado que la economía chilena no anda
bien, y que necesita, entre otras acciones o intervenciones de política
económica, aumentar el gasto de inversión pública y hacer verdaderas
alianzas del gobierno con el sector privado.
Y
tiene porque saberlo. Fue formado en la Universidad de Chicago, pero se
desmarcó del “mote” de chicago boys”, los asesores de Pinochet, cuyos
enfoques conceptuales y orientaciones de políticas públicas han estado
vigentes en este país y en gran parte de países latinoamericanos,
incluso después de tomar el poder gobiernos de concertación política y
aquellos tipificados como socialistas del siglo XXI.
Esta
dinamización de la inversión pública y privada debe operar como
política contra cíclica, es decir para no alimentar la caída del empleo y
el producto, en momentos donde los seguidores de Friedman y el Fondo
Monetario Internacional (FMI) recomiendan mayor austeridad, reducción de
gastos y aumento de impuestos. Esta dinamización de la Inversión
Publica (gasto) para estimular la demanda y capacidad productiva solo la
puede hacer el gobierno, destinando mayores recursos públicos
(provenientes en su mayor parte del aumento de los impuestos) a
proyectos de impacto directo en los ingresos de las personas.
Las
declaraciones de Efrench-Davis son perfectamente aplicables a países de
la región centroamericana, y Honduras en particular, con programas de
estabilización económica con el FMI. Se ha dicho que el país debe crecer
a tasas mayores del 6% (promedio anual) para aspirar a reducir los
niveles de desempleo, subempleo y pobreza, sin embargo, los funcionarios
del gobierno están contentos con tasas menores de 3.0% (promedio), pero
que son suficientes para el FMI ya que observa una reducción acelerada
del déficit fiscal y se está al día con el pago del servicio de la deuda
externa.
El fuerte ajuste
económico ejecutado por el gobierno de Juan Orlando Hernández ha
afectado el gasto de inversión pública, con lo cual el ritmo de
crecimiento de sectores productivos como agroalimentario, forestal,
industrial y construcción ha disminuido, pero también se ha precarizado
el empleo, con lo cual el impacto en las familias hondureñas es doble:
aumento del desempleo y trabajos precarios (por hora, bajos salarios en
sectores de escasa productividad y desprotección social), que hace de la
economía hondureña un sustento para perpetuar la pobreza y acelerar la
expulsión y migración de la población.
Desde
la Academia, en la cual el gobierno no cree, debe generarse líneas de
investigación que permitan analizar los impactos negativos en la
economía y sociedad hondureña de las políticas de estabilización de
corte neoliberal, ya que al parecer se acepta sin más que el sacrificio
del pueblo con el ajuste económico y los aplausos del FMI duran poco, y a
largo plazo todos estaremos mejor. Una línea de investigación sugerida
es la puesta en práctica de políticas alternativas al ajuste ortodoxo
sustentadas en enfoques neo keynesianos y desarrollistas, en tanto el
desempleo y pobreza son dos (2) de los principales problemas a resolver.
Entre
estas políticas alternativas destaca la de establecer un techo al monto
de la inversión pública productiva que el Estado debe garantizar para
estimular el empleo y los sectores productivos, a efecto de aumentar el
producto nacional e ingreso de las personas. Esta base puede dar paso a
aumentos progresivos a futuro, tal como ha sucedió en Bolivia donde para
2016 más del 45% de la Inversión Publica se destinará a los sectores
productivos frente a 14% en 2005, por encima incluso de la inversión
social (20%) e Infraestructura (30%). Los montos reales de la inversión
pública total en Honduras son menores del 5%/PIB en 2015, pero podría
definirse una base progresiva partiendo de 15%/PIB para la inversión
productiva.
Una segunda
política alternativa es aceptar que el dogma monetario de la baja
inflación es un factor explicativo del aumento del desempleo y baja
producción. En la coyuntura actual de bajo ritmo de crecimiento del PIB y
aumento del desempleo y subempleo, una inflación de menos de 5% no
tiene sentido, al menos que se crea que la inflación cero atraerá en
forma masiva Inversión Extranjera (IE) a los sectores productivos, sin
considerar los problemas colaterales como la baja productividad de la
mano de obra, conflictos sociales, violaciones de derechos humanos y
violencia interna. El seguir con esta política de baja o nula inflación,
ata la economía e introduce un sesgo en contra de la población deseosa
de trabajar y pobre, pero también encarece la demanda de importaciones
en tanto se acompaña de mayor flexibilidad en la tasa de cambio.
El
gobierno de la República ha usado la inversión pública ya realizada
para concertar alianzas con el sector privado, pero todavía no existen
garantías reales de que los inversionistas aumentarán la inversión en el
monto requerido, frente a una disminución de los ingresos captados por
el Estado al desprenderse de uno o varios servicios públicos. Un caso
que ha sido denunciado por dirigentes de partidos de oposición es la
concesión de la carretera CA-5 para el cobro del peaje adjudicado a la
empresa COVI, que según voceros del gobierno ha invertido 1,600 millones
de lempiras pero que la oposición y el pueblo en general creen que en
su mayor parte los fondos salieron del cobro del mismo peaje.
El
manejo del endeudamiento es también tema de preocupación. La deuda de
Honduras camina a ser insostenible (ICEFI, 2016), ya que superará el
umbral de 50%/PIB en 2017 y todavía el gobierno se resiste a eliminar
las exoneraciones fiscales a un grupo de empresas que ya gozaron como
las maquilas y comidas chatarras y otras nuevas como la creadas por las
alianzas publico-privadas. El monto de la deuda pública superará los
10,500 millones de dólares a finales del año, y aumentará en más de 500
millones de dólares en 2017, con lo cual se genera una presión desmedida
sobre las finanzas publicas por el aumento del servicio de la misma.
Mucha de esta deuda es ilegitima, se aceleró después del golpe de
Estado, pero todavía el gobierno se resiste a contratar una auditoria
independiente de la misma con apoyo de ONGs internacionales y locales.
Lo
peor que puede pasar es no actuar, o sea seguir a “pie juntillas” lo
que dicta la ortodoxia neoliberal y el FMI. La coyuntura política
(elecciones el próximo año) es propicia para generar un amplio debate
sobre el diseño y ejecución de las políticas de ajuste, sus impactos en
la economía y población. La Academia y organizaciones de sociedad civil
deben promover un debate amplio sobre estos y otro temas, igual aprender
de la experiencia de otros países.
Para
Efrench Davis en el caso de Chile, “Hoy, cuando los fantasmas de las
vacas flacas comienzan a sembrar terror y todos hablan de recortar
gasto, se recomienda una jugada ‘contra cíclica”
En el caso de Honduras esta jugada es más que urgente.
http://www.alainet.org/es/articulo/180842
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