Por Tito
Tricot
ALAI
AMLATINA, 09/05/2016.- El archipiélago de Chiloé es de esos
trozos de tierra
que parece desbocarse casi sin remedio al precipicio del mar. O,
quizás, el mar
trepa sin suerte alguna a aquellas trizas de colinas y bosques
antiguos. Un
entramado de tierra y mar que se mueve al ritmo de la magia,
pero hoy lo
estremece un movimiento social: un movimiento sísmico de grado
insospechado.
El gobierno jamás imaginó que
el pueblo chilote
se levantaría en apoyo a la protesta de pescadores y
mariscadores por sus
reclamaciones en torno a las consecuencias de la denominada
marea roja. Se
supone que ésta constituye un fenómeno natural configurado por
la proliferación
desmesurada de microalgas que contienen toxinas y que al ser
consumidas por
moluscos y éstos, eventualmente, por humanos, pueden ser
potencialmente
letales.
Diversas organizaciones
chilotas y nacionales,
ponen en entredicho el carácter natural del evento, puesto que
el vertimiento
de 5 toneladas de desechos –salmones y truchas en
descomposición– que generan
químicos sulfhídrico de alto riesgo, por parte de la industria
salmonera hace
un par de meses habría alterado significativamente el ecosistema
y sino
producido, al menos agravado profundamente los efectos de la
marea roja.
Pero lo que sucede
actualmente en Chiloé
trasciende lo episódico y uno puede vislumbrar sin temor a
equivocarse que la
rebelión chilota de mayo marcará un punto de inflexión en la
historia política
reciente del archipiélago. Es en este marco general movimental
que uno puede
argumentar al menos 5 razones por lo cual nada jamás será igual
en Chiloé. La
isla seguirá siendo isla, pero nunca más será isla política,
toda vez que las
movilizaciones han evidenciado:
Primero:
La connivencia entre el Estado y la empresas salmoneras
Durante la crisis de la
industria salmonera a
causa del virus ISA, el primer gobierno de la presidenta
Bachelet actuó como
garante para que los empresarios pudiesen contraer préstamos con
la banca
privada por un total de 450 millones de dólares. Ello en adición
a otros
millonarios beneficios y programas. Asimismo, a pesar de los
serios perjuicios
económicos, sociales y ecológicos producidos por esa misma
crisis y por la
operación de la industria, el 2011 y el 2012 el SEIA de Los
lagos entregó
Resoluciones de Calificación Ambiental (RCA) a 4 proyectos para
aumentar hasta
16 veces su producción en las inmediaciones de Isla Guar, en el
Seno de
Reloncaví.
Lo
anterior, mientras tanto a los pescadores, mariscadores y sus
familias, el
ministro de economía le ofrece un magro bono de 100 mil pesos
mensuales para
bajovivir en condiciones humillantes. El ministro Jorge Burgos
se burla de las
demandas de los pescadores señalando que el gobierno no es de
“billetera
fácil”, cuando el gana 9 millones de pesos mensuales y, claro,
siendo ministro
de defensa –y antes– los gobiernos de la Concertación jamás
fiscalizaron cómo
se gastaban los recursos provenientes de la Ley Reservada del
Cobre. Es decir,
ahí sí existió “billetera fácil” para las distintas ramas de las
Fuerzas
Armadas que incurrieron en
graves casos
de corrupción: los casos Milicogate; la compra de las fragatas
de la Armada;
contrabando de armas a Croacia; aviones mirage; el millonario
patrimonio del ex
comandante en jefe del ejército, general Juan Miguel
Fuente-Alba, por nombrar
algunos.
Segundo:
Terrorismo medioambiental y racismo medioambiental
El
Estado avaló, mediante sus instituciones –la Armada y
Sernapesca, por
ejemplo–la reciente descarga en marzo de salmón descompuesto y
altamente tóxico
en el mar. Pero no tan sólo eso, sino que por décadas el Estado
ha entregado
concesiones a las transnacionales salmoneras que han contaminado
las costas
interiores de la provincia de Chiloé. Además, el monocultivo
intensivo ha
llevado a cabo las fases más contaminantes del proceso
productivo en sus
costas, lagos y fiordos. Chile se ha transformado en el segundo
productor y
exportador de salmón en el mundo, pero las utilidades se las
llevan las transnacionales,
en este caso principalmente noruegas, mientras los trabajadores
–subcontratados
mayoritariamente– laboran en precarias condiciones. El
medioambiente es víctima
de terrorismo ambiental y de racismo ambiental porque habitando
también allí
Huilliche, su Ñuke Mapu y su Lafken ancestral, no son
respetados. Al igual que
en el territorio mapuche histórico donde el 70% de los
vertederos se encuentra
ubicado en comunidades. El terrorismo y racismo ambientales
violan los derechos
de la naturaleza, los derechos humanos, y los derechos
colectivos de los
pueblos indígenas.
Tercero: La
existencia de una democracia a la fuerza o democradura
Como
habitualmente acontece ante demandas sociales, el gobierno
responde con
amenazas, ya sea a nivel discursivo o factualmente, rehusándose
a dialogar,
salvo que se depongan las movilizaciones. Es decir, privando a
las
organizaciones sociales del elemental derecho a protestar o
bregar por sus
reivindicaciones y demandas. Luego, ante la persistencia de los
sectores
movilizados por proseguir su accionar, las autoridades se ven en
la obligación
de establecer negociaciones pero bajo parámetros delimitados por
ellos. Es la
democracia restringida que es simultáneamente respaldada por
contingentes de
Fuerzas Especiales de Carabineros transportadas a la isla por
aviones y
helicópteros de la Fuerza Aérea. Es decir, la democracia a la
fuerza: la democradura.
Cuarto: Rol de
la comunidad
Una
de las características más relevantes del movimiento social
chilote lo
constituye el rol asumido por la comunidad en el despliegue de
la organización,
la construcción del discurso, y el accionar de las
movilizaciones de los
últimos días. Ha tendido a prevalecer, al igual que en otros
movimientos en
América Latina, una lógica más horizontalista, menos
jerarquizada y
apartidista. No es, por cierto, una comunidad homogénea, una
especie de
entelequia, sino que una conjunción de sectores sociales,
económicos,
organizaciones, emanada
desde los
barrios, cerros, campo, mar, puertos, pueblos, que se aglutinan
en torno a
espacios comunitarios que, o son recuperados, o se intentan
recuperar en tanto
comunidad identitaria, cultural,
social,
con demandas comunes. La comunidad se ha reencontrado consigo
misma, ha
redescubierto su energía, su teluridad, su memoria de siglos.
Esto es lo que ha
permitido que el movimiento se haya desplazado desde el canal
Chacao hasta
Quellón y que los chilotes hayan tenido la capacidad de cercar
los pueblos,
impidiendo el paso de la policía y desconcertando al gobierno.
Además la fuerza
movimental, que sobrepasó con creces las demandas de apoyo
económico temporal a
la familias directamente afectadas por la marea roja,
desautorizó a algún
dirigente que había negociado con las autoridades “por una mugre
de plata”,
como el mismo reconoció.
Quinto:
Territorialización del movimiento y politización de la demanda
El
movimiento chilote ha territorializado su demanda y sus
movilizaciones; esto
significa, no sólo que desde el mar pasó a la tierra con las
reclamaciones de
los pescadores artesanales como detonante, sino que la demanda
adquirió una
calidad chilota. Ya dejó de ser sólo una reivindicación
económica, justa y
legítima, sino que adquirió una dirección y horizonte político,
por al menos
dos razones. Primero, territorializar la demanda movimental
implica mucho más
que extender las movilizaciones –cortes de ruta, bloqueos,
barricadas,
manifestaciones– geográficamente. Significa entender el
territorio, además de
un lugar geográfico, como un espacio social que se construye y
se le otorga sentido
culturalmente. Es un espacio simbólico, identitario, que
contiene memoria,
historia y posibilidad de futuro colectivo. Es un espacio de
disputa de poder.
Por consiguiente, el movimiento chilote, lo declare o no, lo
explicite o no, es
un movimiento político.
Segundo.
El proceso de territorialización de los movimientos en América
Latina se ha
verificado fundamentalmente a partir de la década de los
noventa, y no
solamente se relaciona con la tierra, los pueblos originarios o
campesinos,
sino que con la recuperación de territorios, sea en sectores
rurales o urbanos.
Esto puede apreciarse también embrionariamente en Chiloé con la
participación
de pescadores, buzos, profesores, feministas, estudiantes,
pobladores,
comerciantes, profesionales, algueros, organizaciones no
gubernamentales,
pueblos y comunas, como Ancud, Castro, Cucao, Chonchi, Curaco de
Vélez, Achao,
Dalcahue, entre muchos otros.
La
territorialización de la demanda se expresa en el anclaje de la
misma en una
problemática específica: la crisis medioambiental en el
archipiélago producto
de la operación de la industria salmonera. Pero, además, es
política, puesto
que interpela a la responsabilidad del Estado y al modelo
económico que ha
viabilizado la depredación ambiental.
La
politización de la demanda del movimiento chilote, se manifiesta
en la disputa
de poder territorial en las calles, aunque en el Petitorio de la
Mesa
Provincial de Chiloé las 15 demandas aluden principalmente a
temas
medioambientales, en el punto 14, se señala prístinamente:
“Exigimos que el
representante que nombre el gobierno, venga a entregar su
propuesta a Castro,
capital provincial del archipiélago de Chiloé”. En otras
palabras, el
movimiento social de Chiloé está construyendo autonomía, con o
sin permiso,
transitando desde la Marea Roja a una Marea Humana.
- Dr. Tito
Tricot es sociólogo, director del Centro de Estudios de
América Latina y el
Caribe-CEALC.
URL
de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/177303
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.php
Mas informacion: http://alainet.org
FaceBook: http://facebook.com/America.Latina.en.Movimiento
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
______________________________________
Agencia Latinoamericana de Informacion
email: info@alainet.org
Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina
Desuscripciones: http://listas.alainet.org/listas/signoff/alai-amlatina
No hay comentarios :
Publicar un comentario