viernes, 11 de septiembre de 2015

Agencia de Noticias Nueva Colombia, ANNCOL

El comandante Gabino dice que ELN y las FARC podrían relanzar  la Coordinadora Guerrillera Simón...
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El comandante Gabino dice que ELN y las FARC podrían relanzar la Coordinadora Guerrillera Simón... El máximo comandante del Ejército de Liberación Nacional -ELN- de Colombia, Nicolás Rodríguez Bautista -más conocido como ´Gabino´- atendió el pedido de entrevista realizado...


De 30 contratos revisados, que suman $10.600 millones, 13 fueron con exmagistrados y 7 con columnistas y exministros. Caracol revela el listado...
Mientras que cerca de 5000 campesinos, afros e indígenas llegaron a la ciudad de Bogotá para exigirle al gobierno nacional que cumpla...
En la Guajira venezolana, aunque muchos podrían beneficiarse de la actividad del contrabando, el beneficio real para quienes allí...






El comandante Gabino dice que ELN y las FARC podrían relanzar la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar

Escrito por  Colombia informa
La 2ª y la Cumbre más reciente de la  Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que fue realizada los  primeros días de abril 1988 en Casa Verde (FARC). Al año  siguiente, M19, EPL, PRT, Quintín Lame negociaron su entrega con el  presidente César Gaviria. Éste, a su vez, entregó el  campo colombiano a las transnacionales en su “Apertura  Económica, también conocido como Modelo Neoliberal, cuyo  desastre es bien documentado. El 9 de diciembre de 1990, el mismo  presidente Gaviria ordenó bombardear a Casa Verde. La 2ª y la Cumbre más reciente de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que fue realizada los primeros días de abril 1988 en Casa Verde (FARC). Al año siguiente, M19, EPL, PRT, Quintín Lame negociaron su entrega con el presidente César Gaviria. Éste, a su vez, entregó el campo colombiano a las transnacionales en su “Apertura Económica, también conocido como Modelo Neoliberal, cuyo desastre es bien documentado. El 9 de diciembre de 1990, el mismo presidente Gaviria ordenó bombardear a Casa Verde. Por Dick Emanuelsson.
El máximo comandante del Ejército de Liberación Nacional -ELN- de Colombia, Nicolás Rodríguez Bautista -más conocido como ´Gabino´- atendió el pedido de entrevista realizado conjuntamente por los periódicos Brasil de Fato, Resumen Latinoamericano y la Agencia Colombia Informa. Por escrito, el líder histórico del ELN hizo llegar las respuestas a un cuestionario que abordó los temas más candentes de la coyuntura política colombiana: las movilizaciones sociales y la persecución del gobierno; el rol de los medios de comunicación; la injerencia norteamericana; los motivos de la vigencia de las organizaciones armadas y las búsquedas de solución política al conflicto.
Por último, ´Gabino´refiere al estado, poco conocido en la actualidad, de la relación entre esta guerrilla y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- con un anuncio que podría cambiar el curso de las actuales negociaciones de paz: las gestiones avanzadas para el relanzamiento de una coordinadora guerrillera que unifique estrategias de ambas insurgencias, al estilo de la coordinación que existió en los 90, en el momento de mayor acumulación de fuerzas de las guerrillas en el país. "Será un mensaje muy importante para el pueblo colombiano que espera la unidad de los revolucionarios", afirma el líder del ELN.
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Nicolás Rodríguez Bautista, Comandante Gabino del ELN.
Pregunta: ¿Por qué mantiene vigencia el conflicto armado en Colombia?
Nicolás Rodríguez Bautista: Porque a diario se reproducen las causas que lo originaron, es decir, la exclusión social, los extremos entre riqueza y pobreza. Persiste la negación de los derechos a las mayorías, la antidemocracia, la respuesta violenta a los reclamos y a las posturas críticas al régimen. Continúa el abandono del Estado en importantes territorios y su complicidad con los carteles mafiosos, las bandas delincuenciales y el paramilitarismo que, lejos de haber desaparecido, se mantiene con nuevas fuerzas en estrecha relación con las Fuerzas Armadas y con empresarios, políticos, comerciantes y terratenientes. A esa realidad hay que sumarle un agravante: la libertad de los más reconocidos jefes paramilitares que tienen intactos sus capitales y sus niveles de poder.
P: ¿Quiénes son los actores y cuáles los intereses geopolíticos enfrentados en ese conflicto?
N. R. B.: En documentos desclasificados por los Estados Unidos queda clara la participación de la CIA en el magnicidio del dirigente popular Jorge Eliecer Gaitán. Desde 1961, en el fragor de la llamada Guerra Fría, un general gringo instruyó a la cúpula militar colombiana en la creación de grupos de civiles armados, en tareas de inteligencia al servicio de las Fuerzas Armadas. Dichos grupos evolucionaron a las estructuras paramilitares que cubrieron el territorio nacional. La injerencia política de los Estados Unidos en los asuntos internos colombianos es innegable. Hace pocos días, el presidente Santos declaró que la política antidrogas había sido un fracaso. Sin embargo, no se refirió a las gravísimas consecuencias de ese plan contrainsurgente en la vida del país. Por otro lado, Colombia depende económicamente de los designios del FMI y del Banco Mundial. Desde la embajada de EEUU en Colombia se lideran los planes contrainsurgentes. La presencia de asesores militares y marines norteamericanos es el pan de cada día en Colombia. Todo este panorama intervencionista es convenido a satisfacción de la clase dominante colombiana.
Por todo lo anterior, además de muchas otras realidades históricas que se remontan a los tiempos de Bolívar y que no caben en un par de cuartillas, los intereses enfrentados en el conflicto social, político y armado que vivimos en Colombia se siguen debatiendo entre, por un lado, los imperialistas y la oligarquía colombiana -siempre fiel a los intereses de EEUU- y del otro, el pueblo y la nación.
P. ¿Cómo se ve el ELN en un escenario de firma de acuerdos con el gobierno colombiano?
N. R. B.: Si en el proceso de paz se dan normas de seguridad y garantías plenas para la oposición política, la insurgencia tendría el espacio para seguir la lucha por sus objetivos de justicia y equidad social, democracia y soberanía que se le ha negado hace más de medio siglo.
Ahora que el gobierno plantea diálogos para buscar la paz, estamos prestos a examinar si esa oferta es realista y si es posible seguir la lucha desde espacios legales. Los mayores riegos están en los sectores guerreristas que hacen parte del poder y que se oponen a la paz por la vía legal e ilegal, sectores que hoy son bastante poderosos.
P: ¿Cómo cree que se podría garantizar la participación de la sociedad en el proceso de paz, de qué forma imagina la relación de esa instancia social con las mesas de diálogo que mantienen ambos grupos insurgentes?
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N. R. B.: En principio, el gobierno debe entender que un proceso de paz en Colombia, para que sea exitoso, requiere la participación de la sociedad históricamente excluida de la vida política del país, es decir, la mayoría de los colombianos y colombianas que han padecido los rigores del conflicto. Si el gobierno lo comprende así,  la forma de concretar la participación de la sociedad es un asunto práctico. Hay diversas formas para hacerlo y las mismas organizaciones populares proponen fórmulas, cuentan con la capacidad, la idoneidad y lo saben hacer. Siempre hemos afirmado que sin su plena participación, el proceso de paz será un fracaso.
Hay una base para avanzar en ello y es que, en la agenda pactada entre el ELN y el gobierno,  ese punto ya está definido.
P: En las últimas semanas se han presentado represiones a las protestas sociales, asesinatos y detenciones a líderes sociales y políticos. ¿Cómo incide esto en los diálogos entre el gobierno y las insurgencias?
N. R. B.: Lo que ustedes plantean es patético. Hasta hoy los avances de paz no se sienten hacia las masas, por el contrario, al movimiento popular y social se le persigue, estigmatiza, descalifica, encarcela y se sigue asesinando a sus dirigentes. Y la situación es aun más grave. Los grandes medios pretenden silenciar la oposición de izquierda y acreditar como "oposición" a la corriente guerrerista encabezada por el senador Uribe, quien fundamenta sus posturas en acciones contestatarias y pendencieras. Su propósito es polarizar al país a partir de una reedición de la estrategia belicista de sus 8 años de gobierno.
Por otro lado, es necesario reafirmar que el proceso de paz en Colombia es incipiente si se tiene en cuenta que es mucho más lo que se habla que los avances prácticos. Un proceso de paz serio requiere de una pedagogía con el pueblo, los estamentos del Estado y los diversos sectores sociales. Contrario a esto, el gobierno usa un lenguaje descalificador  y satanizador contra la insurgencia cuando es urgente iniciar esa pedagogía a la par del desarrollo de los diálogos. En esta temporada preelectoral los intereses politiqueros del poder se establecen por encima de la paz auténtica y ninguna fuerza del poder se escapa a ello.
P: ¿Qué muestras de vocación de paz esperaría el ELN de parte del gobierno nacional?
N. R. B.: En la respuesta anterior hay elementos que responden esa pregunta. Querer la paz es ser coherente, no caer en la retórica. Una muestra de paz del gobierno sería el cese al fuego bilateral sin condiciones y con claras reglas del juego como una estricta verificación de organismos nacionales conformados por las comunidades de las zonas de conflicto y organismos extranjeros nombrados por las partes. Así mismo, es indispensable que no se siga criminalizando el movimiento popular y social.
P: ¿Cómo ve el papel que juegan los grandes medios de comunicación en el cubrimiento de la guerra y los procesos de paz?
N. R. B.: Juegan un papel protagónico, porque generan opinión e inducen. En Colombia, al ser privados tales medios, juegan a favor de los grandes capitales opuestos a la paz o sesgados a posturas unilaterales. Hablan por el establecimiento y sus Fuerzas Armadas, actúan dentro de una línea contrainsurgente que descalifica y sataniza la insurgencia, lo que implica una verdadera traba para la paz porque se pierde el equilibrio de la información y se sacrifica la verdad.
Hay que aclarar por supuesto que no nos referimos a los periodistas sino a los dueños, quienes definen su dirección, línea editorial y el perfil de lo que se informa o lo que se oculta. Es urgente en el proceso de paz acordar un equilibrio informativo. No es sencillo pero es indispensable porque un proceso de paz requiere información objetiva en su desarrollo para de esa manera evitar la manipulación que hoy es tan común. Ante todo, la paz.
P: En el último periodo se han dado a conocer comunicados y expresiones de afinidad entre las FARC y el ELN. ¿Se podría reactivar un escenario como el que se dio en los 90 con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar?
N. R. B.: Este es uno de los temas importantes  que hemos intercambiado entre el Secretariado [de las FARC] y el Comando Central [del ELN], organismos estratégicos encargados de darle vía libre a este importante salto para la unidad insurgente. Las dos organizaciones hemos hecho un sondeo en la militancia y una muy amplia mayoría de las dos fuerzas respaldan el relanzamiento de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar.
No hay duda de que este salto fortalecerá la unidad de la insurgencia y será un mensaje muy importante para el pueblo colombiano que espera la unidad de los revolucionarios. Tanto en los compañeros de las FARC como del ELN somos conscientes que este es un reto que debemos asumir con mucha madurez y decisión porque la unidad es indispensable para avanzar en los objetivos estratégicos tanto de la insurgencia armada como para las luchas del pueblo y la nación.
FARC, avances en La Habana; ELN, buscando destrabar el último punto
A pesar de que aun no se logra establecer un cese al fuego bilateral, las negociaciones de La Habana entre el Gobierno y las FARC presentan avances sustanciales. Por su parte, el ELN avanzó en la fase exploratoria de las negociaciones que, hasta ahora, han tenido como base provisoria encuentros en distintos países de la región. En este caso los puntos de la agenda de negociación que esta guerrilla ya lleva acordados con el gobierno son: participación de la sociedad, democracia para la paz, transformaciones para la paz, víctimas, fin del conflicto e implementación y refrendación de los acuerdos. El punto que refiere a la dejación de armas es el más conflictivo, ya que para el gobierno esa definición resulta fundamental mientras que para esta guerrilla, tal formulación no sería aceptada y en cambio propondrían una fórmula que se exprese como "no utilización" de armas en el marco de un proceso de desescalamiento del conflicto.


Para Bogota, Peñalosa tiene programa neoliberal uribista

Escrito por  Horacio Duque Giraldo

El 25 de octubre se escogerá el próximo Alcalde de Bogotá (2016-2019), la ciudad esta ante el inminente peligro de una nueva ola neoliberal promovida por el señor Enrique Peñalosa para agudizar los problemas de pobreza y segregación urbana. Hay que fortalecer la unidad popular y democrática de las mayorías sociales.
Nos encontramos en la parte final de la campaña para escoger, mediante el voto ciudadano, el próximo alcalde de Bogotá, la capital del Estado colombiano, el principal centro urbano de la nación, en el que viven casi 9 millones de seres humanos, sin contar las poblaciones vecinas que prácticamente ya integran su espacio urbano, en el ámbito de lo que se conoce como ciudad-región.
Entre los nombres postulados sobresale el del señor Enrique Peñalosa, quien ya desempeño el cargo durante el periodo 1998-2000.
Encubierto entre algunas fantasías urbanísticas (Metro elevado y Malecón en el río Bogotá), su Programa es básicamente un repertorio de los lugares comunes del neoliberalismo y de la parapolítica uribista entramada con los dispositivos ilegales de las bandas criminales y paramilitares, que cobraran vigor con la muy segura adhesión de Pacho Santos, la carta inicial del caballista del Ubérrimo, cercano a protagonizar una de las conocidas jugadas de la politiquería clientelar.
Peñalosa, convertido en un avatar por las clases medias de los estratos 4 y 5, de la ciudad, ha orquestado una amplia campaña mediática y política hacia la que fluyen ríos de dineros aportados por los cacaos de la banca, el gran empresariado, gamonales corruptos, contratistas del gobierno, burócratas, terratenientes, iglesias de todo orden, redes mediáticas, generales, narcos, contrabandistas y paramilitares. Por plata no se debe quejar, pues la tiene en abundancia.
La pulsión de los segmentos más poderosos de la ciudad apunta a la derrota de la izquierda y los proyectos de reforma democrática del Estado y la sociedad que han profundizado en el reconocimiento de los derechos de amplios sectores populares en los recientes años.
Estamos delante de una feroz conjura de la derecha y la ultraderecha, para reversar y anular, los avances registrados en Bogotá en materia social y política, en los últimos 12 años, en que la izquierda democrática, con aciertos y errores, ha hecho progresos notables, después de más de 200 años de predominio citadino de la violenta oligarquía colombiana.
La hipótesis del triunfo peñalosista se construye básicamente alrededor de lo que constituye la naturaleza fundamental de la ciudad: el modelo urbano, la movilidad, el régimen estatal y la globalización.
El neoliberalismo es un “significante vacío” que sirve para reunir dichas variables, que asumen su formalidad en el Programa radicado por Peñalosa ante las autoridades electorales.
Por supuesto, aquí no estamos delante de algo novedoso. Peñalosa es integrante de la misma elite que dio curso, desde el gobierno de Cesar Gaviria (1990-1994), a dicho modelo mediante las privatizaciones y la apertura de la economía a los mercados globales.
Como Alcalde de Bogotá, adopto las recetas neoliberales para el desarrollo urbano mediante la expedición del Decreto 619 del año 2000, que aprobó el primer Plan de Ordenamiento Territorial (http://bit.ly/1zonRwp).
Esa norma enmarco el desarrollo de la Capital en cada uno de los postulados de ese dogma económico.
Durante varios años, la urbanización neoliberal impuesta con dicho POT, convirtió la ciudad en una mercancía, en un valor de cambio, destruyendo su principal rasgo: ser el espacio de encuentro entre personas, grupos y culturas diferentes y un lugar para el disfrute y la satisfacción de las necesidades humanas.
Circunstancia que hizo que los ciudadanos comunes y corrientes perdieran el control de la vida urbana, y que la misma quedara en manos de los agentes del neoliberalismo, especialmente de los propietarios del suelo y los promotores inmobiliarios, quienes transformaron a Bogotá para adecuarla a sus intereses mercantiles y de acumulación. En otras palabras, la ciudad dejó de pertenecer a la gente. A ella le fue expropiado su derecho a decidir sobre su propio destino y, en consecuencia, a producir la ciudad y a disfrutarla a su imagen y semejanza.
La verdad es que, la institucionalización neoliberalismo, por Peñalosa en Bogotá, apoyado por el capital financiero y bancario, fomentó la organización de una ciudad más fragmentada y desigual, donde ha predominado un uso especulativo del suelo, enfocado en proyectos residenciales cerrados y espacios públicos privatizados.
Como en todos los ámbitos de la vida social de nuestra nación, el neoliberalismo ha significado la destrucción de la ciudad sometida, mediante los Planes de Ordenamiento Territorial/POT, a las lógicas del mercado y los valores de cambio.
Con dicho POT, lo que cobró forma fue el fenómeno de expropiación de la ciudad por los grupos de poder económico y político que constituyen la oligarquía inmobiliaria asociada al desempeño político del actual Vicepresidente de la Republica, German Vargas Lleras, cuyo partido Cambio Radical, es uno de los principales soportes de la actual campaña de Peñalosa para la Alcaldía.
Las teorías económicas neoliberales que impulsan este proyecto de despojo, han acelerado la concentración de la renta y del poder en unas cuantas manos generando pobreza y desigualdad crecientes, exclusión, abandono masivo del campo, procesos acelerados de urbanización precaria, segregación social en la ocupación del territorio urbano, privatización de la vivienda social y de los espacios y servicios públicos, desalojos, y desplazamientos forzados de población a favor de los inversionistas y negociantes inmobiliarios y muchos otros impactos que inciden en la destrucción del patrimonio común y del tejido social a escalas nunca vistas.
Los postulados neoliberales fueron, igualmente, aplicados en el manejo de la movilidad, con la construcción de Transmilenio (2000), plagado de corrupción, y entregado en monopolio a 12 poderosas familias que controlan el transporte en la ciudad; en las privatizaciones a granel de las empresas estatales y en la conformación de la “ciudad empresa” disponible para los capitales globales mediante factores de competitividad.
Los gobiernos de la izquierda democrática han enfrentado tal circunstancia, resistiendo el imperio de los grandes poderes.
Una medida, en ese sentido, fue la expedición del Decreto 364 del año 2013 (http://bit.ly/1tsD9eM), que contiene un nuevo esquema de ordenamiento territorial, el cual ha sido atascado en el degradado sistema judicial, donde cursan las demandas judiciales de poderosas redes inmobiliarias para hacerlo inútil.

La arremetida política y electoral de Peñalosa tiene como propósito afincar en mayor profundidad el desueto modelo neoliberal en los próximos años. Desde luego, su intención es duramente contestada por una amplia coalición de fuerzas democráticas y de izquierda que convocan, en la coyuntura, la movilización ciudadana para impedir que ese nefasto objetivo se haga realidad en la Alcaldía
El caso de Peñalosa lo que nos está demostrando es que a pesar de que el neoliberalismo ha sido un absoluto fracaso en el mundo, aún sigue vigente ideológica y políticamente.

Es innegable que hoy la ideología del neoliberalismo ha perdido su poder.
La ideología neoliberal puede que ya esté fatalmente herida, pero no debemos apresurarnos a declarar el final del neoliberalismo per se, como lo muestra este caso de Peñalosa.
Así puede que tenga más sentido tomar prestada la afortunada frase que Jürgen Habermas aplicó en los años ochenta a la situación del modernismo, y concluir que el neoliberalismo «ha muerto pero sigue vigente».
El neoliberalismo se encuentra en un estado de atrofia, sin duda, pero su poder económico y militar aún perdura. Ha dejado a su paso, y continúa dejando, una estela de destrucción humana, tanto en los barrios pobres del mundo, como en el medio ambiente, o entre personas desposeídas por razón de clase, género, raza, nacionalidad, o por pertenecer a un pueblo indígena o afro.
A pesar de haber sido derrotado, a escala global, el neoliberalismo, aun sigue vigente en nuestra sociedad causando grandes daños entre los sectores más pobres lo que plantea la necesidad de la constitución de un sujeto urbano, especialmente en Bogotá, que se movilice en defensa de sus derechos y por la construcción de una ciudad  democrática y con justicia y solidaridad social.
No sobra señalar los peligros que para el proceso de paz tiene esta arremetida neoliberal de Peñalosa.
Hay que desescalar entre todos esta máquina de pobreza y miseria peñalosista.


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