sábado, 1 de agosto de 2015

El Futuro Prometedor de la Corrupción en Honduras

30 de julio de 2015
Marlin Ávila

Como sabemos, hay diferentes formas de financiamiento internacional. Los más comunes son aquellos que se entregan como donación; por crédito blando o medio blando y duro (altos intereses y a corto plazo) dependiendo de los plazos de gracia y la tasa de interés estipulada; existen transacciones bilaterales en que un país dona o presta a otro. Esto incluye, además de fondos condicionados,  la entrega de un producto no monetario del país donante, por ejemplo, trigo. El país receptor lo vende internamente a los molinos harineros, convirtiendo el producto en un efectivo por un monto acordado. Este monto se convierte en la donación, la que previamente, mediante un convenio, el país receptor define con el donante, en qué va a utilizar los fondos obtenidos. Podría ser petróleo u otro producto del cual el país receptor es deficitario y el donante tenga un excedente. El gobierno del país donante le compra el producto a sus empresas privadas para donarlo a un tercer país. Así, contribuye con sus empresarios y obtiene mayor influencia política en el país receptor.
Normalmente los créditos se obtienen de bancos multilaterales como el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) y el Banco Centro Americano de Integración Económica (BECIE). Cada uno tiene sus políticas para brindar créditos, coordinándose y obedeciendo las políticas financieras internacionales del Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo fundamentalmente monetarista, el cual favorece a los mayores bancos del mundo occidental. Su fin formal es la estabilidad del sistema monetario internacional, a la vez cubre toda la problemática macroeconomía y del sector financiero que incide en la estabilidad financiera en beneficio de quienes aportan mayor capital a su funcionamiento.

Existen acuerdos entre países industrializados y de alto nivel tecnológico, donde el país receptor emergente o “en desarrollo”, acepta donaciones que llevan implícitas y explícitas condiciones que eventualmente se convierten en un beneficio económico más para el primero que para el segundo. En esta relación se estipulan cláusulas de utilización de los recursos económicos y técnicos del país donante. Sus empresas deben venir a invertir bajo ciertas condiciones tan favorables que ningún empresario nacional puede competir. No obstante, en el mercado internacional, muchas de las grandes empresas siempre definen un porcentaje para las “coimas” o sobornos, dependiendo del nivel de corrupción conocido del país receptor. Es decir, previamente a iniciar una inversión, buscan conocer los diferentes niveles de riesgos y calculan ese porcentaje. Si ven alguna rentabilidad, invierten, de lo contrario buscan otro país donde invertir. La ONU no ha creado una Fiscalía Mundial para estos hechos y corporaciones corruptas, tal como ha hecho la UE.

Con los préstamos ocurren otras condiciones pero que contribuyen a elevar o mantener los niveles de corrupción. Pese a los controles internos que tienen organizamos como el BM, se pueden descubrir algunos actos que riñen con la ética. Por ejemplo, pueden financiar hasta dos veces un mismo proyecto, lo que es para la ciudadanía comprar dos veces el mismo artículo. El caso que hemos escuchado más es el financiamiento de la carretera que va de Intibucá hacia Gracias, Lempira. Se cree que fue financiada dos veces, es decir, estamos pagando dos veces esa hermosa carretera. Esto sin incluir otros diez millones de dólares de crédito interno por los ramales Yamaranguila-El Obispo y la rehabilitación del tramo San Miguelito-San Juan, en el departamento de Intibucá.  Esto ocurre entre el 2002 y 2015. Pero no habría por qué sorprendernos si esto llega a ser cierto. Un banco naturalmente tiene como objetivo mantener lo más alta su bolsa de créditos. Los que tienen mayor responsabilidad han sido los ministros de SOPTRAVI ahora INSEP. Así estamos pagando, con otra modalidad,  dos o más veces los costos de la carretera de Tegucigalpa a San Pedro Sula, que se construyó con la donación del MILENIUM.

Un financiamiento de ayuda para el desarrollo por un mil millones de dólares (US$ 1, 000, 0000,000), como el ofrecido por el Presidente Obama,  con un nivel de soborno por corrupción de un, conservativamente, 20%, representa un financiamiento real de $800, 000,000. Un proyecto  debería tener un retorno de un 37.5% para que tenga validez la inversión. Es decir, una utilidad de 375 millones de dólares. Pero si solamente invertimos ochocientos millones, estamos perdiendo anualmente 75 millones. Si vemos las condiciones de producción y comercio en que se encuentra el país, seguramente un 37.5% de utilidad es muy optimista. Así que pudiéramos pensar mejor en una utilidad de un 20%. Esto hace que, si reducimos lo que se pierde desde la administración de los fondos por corrupción, las utilidades puedan llegar a ser de 160 millones de dólares. Perdiendo unos doscientos quince millones (US$ 215, 000,000) de los mil millones que potencialmente estarían por invertirse. Los cínicos de la política nacional dirían que no se pierde la inversión porque sus ladrones estarían invirtiendo ese dinero obtenido por medios fraudulentos, en sus empresas nacionales. Desde luego, pero buena parte se iría a través de traslados de fondos a cuentas en los paraísos financieros para su lavado, sin considerar el daño social causado. Es lo que ocurrió con los trecientos millones de dólares del IHSS.

Como vemos, los mil millones de dólares de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, apenas permitiría llegar, a la corrupción, cerca de los fondos robados al sistema de salud hondureño. Por esto, el fondo calculado no solamente es modesto para las exigencias del desarrollo de estos tres países, pero para la taza que se estima va a las cuentas particulares de los altos funcionarios públicos, en esta institucionalidad cundida de corrupción e impunidad. Anualmente, se sub-estima que solamente en Honduras se pierden L.15, 000, 000,000, en actos de corrupción. Es decir, poco más de siete mil millones de dólares estadounidenses (US$ 7, 075, 471,690). Lo que se ganarían los corruptos por ese plan, sería mucho menor. Pero la situación económica general y en especial de ayuda al desarrollo, está mal, muy raquítica, así que los corruptos estarían encantados con repartirse al menos el 20% de los mil millones ofrecidos, no menos de $215 milloncitos.

Pero hay otros fondos que se está logrando obtener de la ayuda internacional. Vendrá mucha inversión pronto, nos ha dicho el gobierno. De Asia se acaban de traer convenios firmados y ofrecimientos que “nos deben llenar de orgullo”. Estas ayudas y negocios vendrán a aumentar esos mil millones de dólares. Así que hay para el futuro buenas esperanzas de negocios muy halagüeños. Habrá una vida mejor…  Si a todo esto le extraemos un modesto 20%, las cuentas particulares crecerán mucho. Son una verdadera fortuna para quienes gobiernan de facto y por ley.

Si es por esto y no solamente por el reciente pasado, que no  quieren que venga una Comisión Investigadora Contra la Impunidad y la Corrupción (CICIH) ahora,  los gobernantes tienen más de trecientos millones de razones. Por medio de un “diálogo” entre interesados, se puede evitar que obstaculicen este enriquecedor futuro, aunque se amplíe la distribución del producto. 
Fuente: Red FIAN-Honduras

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