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Foto Mauricio Ramos |
Cortero gravemente herido por represión policial recupera lentamente su vida
Por Giorgio Trucchi | Rel-UITA
En la madrugada del 3 de marzo pasado, un contingente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) atacó con saña a los corteros en huelga del Ingenio Risaralda, que exigían contratación directa e indefinida. Carlos Ossa Trejos, directivo de la seccional La Virginia del Sintrainagro, recibió el impacto de una bomba lacrimógena disparada a quemarropa en su rostro.
En la madrugada del 3 de marzo pasado, un contingente del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) atacó con saña a los corteros en huelga del Ingenio Risaralda, que exigían contratación directa e indefinida. Carlos Ossa Trejos, directivo de la seccional La Virginia del Sintrainagro, recibió el impacto de una bomba lacrimógena disparada a quemarropa en su rostro.
No contentos, arremetieron contra él a patadas y golpes, y con machetes le propinaron varias heridas. Carlos quedó más de un mes en coma y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente en repetidas ocasiones.
La brutal represión provocó la pérdida de su ojo derecho y de parte de la caja encefálica, pero sobrevivió y, lentamente, está recuperando su vida.
“Fue
un ataque brutal y estuve al borde de la muerte. Pero no me arrepiento
de nada y sigo en la lucha al lado de mis compañeros”, dijo durante una
visita que La Rel realizó a su casa en Ansermanuevo, Valle del Cauca.
-¿Cuáles son sus recuerdos de aquel 3 de marzo?
-Era
de madrugada. Estábamos descansando cuando de repente llegaron los
agentes del ESMAD y comenzaron a lanzarnos bombas lacrimógenas. Nos
levantamos y nos replegamos hacia la planta del Ingenio. Me acuerdo que
había mucha confusión y humo. Pasé un alambrado para entrar al Ingenio y
sentí un impacto muy fuerte en mi rostro. Creo que perdí el
conocimiento porque el impacto y el dolor es el último recuerdo que
tengo.
Mis
compañeros me contaron que la explosión me botó el ojo y parte de mi
cabeza, justo aquí donde ahora tengo este hueco. Los malditos
continuaron a pegarme. Me daban golpes y patadas, y me infirieron varios
machetazos en la cabeza y en los brazos. Finalmente me levantaron, me
tiraron en un carro y me llevaron a un hospital.
Estuve
mucho tiempo en el hospital. A mi esposa los médicos le decían que los
golpes podían haber afectado al celebro, y que si sobrevivía podía
quedar como un vegetal.
Sin
embargo desperté y estoy aquí, con vida y recuperándome. Perdí un ojo,
tengo este hueco, muchas heridas…estos malditos me masacraron. Pero
también tengo muy buenos compañeros que nunca nos han dejado solos.
-¿Qué dice la empresa?
-Me
está mandando un dinero cada semana, muy poco, y no quiere reconocer
que mi baja es por accidente laboral. Ya no puedo trabajar y sufro de
vértigos. Mis compañeros ya presentaron una demanda en los tribunales,
para que se me garantice una pensión y una indemnización por lo que me
hicieron dentro de las instalaciones del Ingenio Risaralda.
-Su
esposa y sus compañeros me contaban que usted estaba muy comprometido
con la lucha por la defensa de los derechos laborales y sindicales.
-Decidimos
irnos a la huelga porque la empresa nunca quiso escucharnos. A las 10
de la noche del día 2 de marzo me llamó mi hija llorando y me pidió que
regresara a la casa, porque era muy peligroso estar ahí. Yo le contesté
que no podía dejar la lucha, ni abandonar a mis amigos y compañeros de
trabajo. ¿Cómo podía traicionarlos?
En
los días previos al inicio de la huelga, la empresa mandaba gente a mi
casa para que renunciara a la lucha y no me involucrara en la protesta.
Me prometían la luna, pero me mantuve firme y sigo en la lucha. Estoy
vivo, voy recuperándome y vamos para adelante.
-¿Se abrió una investigación sobre los hechos del 3 de marzo?
-No hay ninguna investigación y todo está quedando en total impunidad. Estos malditos casi me matan y nadie dice, ni hace nada.
-Es bueno ver tantas compañeras y compañeros solidarios con usted y su familia.
-Esto
es lo más lindo. Los compañeros del Sindicato nunca nos han dejado
solos. Nos visitan, nos apoyan, hacen recolectas para ayudarnos y para
costear los gastos médicos. Su ayuda es invaluable y se los agradezco
del profundo de mi alma.
-En algún momento se arrepintió de haberse involucrado en esta lucha?
-Esta
empresa es muy injusta. Hemos sufrido muchas injusticias y
humillaciones. Nunca quiso escucharnos y nos obligó a tomar la decisión
de irnos a la huelga. ¡Nunca me voy a arrepentir, no importa el precio
que tuve que pagar! Y si algún día me tocara volver a hacerlo, no lo
pensaría ni un momento.
Fuente: Rel-UITA
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