Redacción Central / EL LIBERTADOR /
Tegucigalpa.
Matar periodistas hondureños no es cosa fácil. No es por la dureza del
blanco sino porque la presión contra los criminales se agudiza. Según
José Javier, (nombre ficticio) uno de los 16 sicarios de un
narcodiputado hondureño, su jefe hasta sonreía cuando daba ese tipo de
órdenes. Eso explica porque José Javier ahora vive como un desaparecido.
Hay
casos como el asesinato de Alfredo Villatoro, coordinador de noticias
de HRN, que asegura que no la mató su cartel, pero si los apoyaron para
sembrar evidencias y desorientar las investigaciones sobre los
verdaderos culpables.
Contó
que su grupo participó en la ejecución de al menos ocho periodistas,
desde 2009 a la fecha, básicamente de la Costa Norte y en el Oriente del
país. Empezó por señalar que “el patrón” hacía varios tipos de
reuniones, algunas de manera general, a donde invita a personalidades de
todo el país, con el fin de agasajarlos en fechas especiales.
Sin
embargo, organizaba fiestas a las que invitaba solo a personas que
tenían algún vínculo con la organización, ya sea porque actuaban
defendiendo sus intereses o porque reciben algún patrocinio particular.
“Narcopastores evangélicos”
En
ese sentido, señala que en esas fiestas que eran íntimamente para
afines a la organización, vio a varios reconocidos pastores evangélicos,
de la capital y de San Pedro Sula, y que recibían fondos producto del
narcotráfico, bien lo sabían y así lo aceptaron.
Pero
también fue claro al señalar que hubo una ocasión en que dos pastores
invitados, uno de la capital y otro de San Pedro Sula, que llegaron,
recibieron dinero para impulsar sus iglesias. Ellos jamás se enteraron
del origen del dinero ni de los vínculos del diputado con el cártel de
la droga.
En
esas reuniones era muy común encontrar a periodistas muy populares,
hubo tres periodistas que sabían antes de que los mataran, que sus
colegas serían asesinados. Es más, “ellos mismos dijeron donde vivían, y
que personas se relacionaban con ellos, para que los ejecutaran”.
Hubo
varios periodistas mandados a asesinar por mi jefe del 2009 para acá,
de la muerte de Alfredo Villatoro, “supimos del caso pero no fue el
cartel de nosotros, esas personas nos pidieron ayuda porque vinieron
investigaciones fuertes, se les acercaban demasiado, entonces
distorsionamos todo, hubo sobornos y amenazas a la policía, plata o
plomo, toca todo. A veces se va a la cúpula que manda a los
investigadores que ponen pistas que involucren a personas que ni tenían
que ver, muchas veces por temor, los policías agarran el dinero, entre
plata y plomo se duerme el caso o se mete gente inocente a la cárcel,
ahora hay gente presa que se les está pagando, por colaborar se le paga a
la familia, pero al salir de prisión se les mata porque son testigos,
al final la muerte siempre es la respuesta.
De
los últimos crímenes de personas reconocidos en el país opinó que estas
personalidades a veces se involucran con el crimen organizado, tienen
dinero, poder, pero luego se quieren retirar de los carteles, y el que
se mete a esto la única salida es la muerte o Dios.
“Hay
diputados, periodistas, sacerdotes, pastores, políticos, presentadores
de televisión reconocidos socialmente, metidos en el negocio del
narcotráfico, por eso aparecen muertos al quererse separar de esto”,
manifestó José. Volviendo al asunto de los periodistas, manifestó que a
algunos los asesinaron porque empezaron a cobrarle dinero a su jefe: el
narcodiputado, a manera de chantaje.
En
otros casos, el asesinato ocurrió porque estaban involucrados en el
cartel, recibían dinero y en algún momento se les podía saber algo de lo
que sabían, y en otros casos fue sencillamente para desviar la atención
de lo que en algún momento pasaba.
Poder
José
Javier estaba entre los 16 sicarios del “narcodiputado”, “éramos el
núcleo, andábamos con él para arriba y para abajo, luego le hicimos
varios favores al Cartel del Pacífico, pero nos aliábamos más con los Z,
el zeta es sicario, extorsionador y el pollero, todos son una misma
red.
“Nosotros
llevábamos gente y a las jóvenes muchas veces las extorsionábamos, les
decíamos que tenían que trabajar para nosotros, unas aceptaron, otras
no, las reteníamos, conseguíamos direcciones de familias, luego ellas
nos reclutaban muchachitas, de 19, 17, 15 y hasta 13 años, jóvenes
hermosas para prostituirlas en México, y ya puestas con nosotros la cosa
era obligatorio”.
“Cuando
se necesitaban mujeres muy bonitas, relató, organizaban eventos de
modelaje, ellas buscan dinero y fama, o algunas por pura necesidad, ahí
se embrocaban; en muchos casos, niños cayeron en eso, pero los
ocupábamos para pasar drogas o de banderas”.
“Hubo
gente que trabajó con nosotros y les pusimos hasta puestos de comida en
México para que consiguieran información con los migrantes, nos decían
quiénes eran los coyotes que los llevaban y nosotros los capturábamos
para quitarles el dinero”.
Todo
esto se da en el marco del cartel, yo estuve unos 11 años con ese
personaje público, el sigue siendo funcionario, sigue en el Congreso
todavía”, dijo José Javier a mediados de año que Conexihon lo
entrevistó.
"Niña de oro"
Uno
de los casos que eran comunes pero que más recuerda, era en la colonia
Kennedy de la capital hondureña, donde había una niña de 15 años, “era
el puente de nosotros, le decíamos la niña de oro, se dedicaba a
extorsionar a otras niñas para engancharlas, si no querían nos decía a
nosotros que hacer. Era la cabecilla del sector, la niña les decía que
si no se iban las matarían, entonces nosotros torturábamos a los padres o
los matábamos, eso mismo hicimos en Talanga y otros pueblos aledaños a
la capital”.
La
ganancia de “la niña de oro”, eran carros, lujos, dinero, protección,
entradas a conciertos, protección a la familia, “incluso muchos de los
padres se involucraban con sus hijas porque les gustaba el negocio, no
era el caso de ella; la niña engañaba a los padres, figuró tener un
padrino y ese padrino le conseguía el dinero, era habilidosa”.
Esa
niña ya no vive, se quiso retirar del grupo, hizo una denuncia, “mi
jefe” decidió eliminarla porque ella sabía demasiado. A la niña se le
pagaban a veces hasta 20 mil lempiras mensuales, pero el funcionario se
favorecía de ella, tanto con ella como con las muchachas que le
conseguía.
Esa
niña nunca mató, pero si amenazaba y decía a quién matar. Los padres de
la niña se enteraron de la verdad, de quien la había mandado a matar,
que era el diputado, y cuando iban a denunciarlo los mandó matar, reveló
José Javier. Casos como ocurrían con frecuencia y siguen pasando porque
hay personas desde el poder siguen alimentando a personas necesitadas y
con la conciencia cauterizada, no sienten nada por nadie.
Uno
de los crímenes contra periodistas ocurrió cuando José ya no formaba
parte de la banda, pero lo conoce muy bien porque algunos contactos
siguen en el grupo de gatilleros. Algunos de los periodistas a quienes
ordenó matar el “Narcodiputado”, según uno de los ejecutores, fue uno
secuestrado y después ejecutado en 2009; uno más en 2009 y otro en 2010
en el departamento de Atlántida y finalmente, a mediados de 2013, en la
Costa Norte del país, otro asesinato por el que acusaron a pandilleros
en juicio oral y público. (Fuente: C-Libre).
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/justicia/282-narcodiputado-habria-ordenado-matar-a-ocho-periodistas-hondurenos
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