viernes, 3 de julio de 2015

Honduras: Los valores morales de los corruptos


La corrupción es tan esencial en los grupos de poder que sus redes mafiosas han mostrado la capacidad de saquear fondos de la impenetrable fuerza naval de Honduras  por  un poco más de 14 millones de lempiras, sin que intervenga la comisión de banca y seguros, sin que se diga cuál fue el banco estafado y sin que el asunto sea relevante en los medios de comunicación; más bien, ocurre  gracias a la complacencia de esa comisión.  

 Es un pequeño asunto entre esas redes que se establecen desde las gerencias de los bancos y se instalan en la pagaduría oficial. No es nada grave, sólo son 14 millones  y todas las agencias de inteligencia de los militares y del mundo entero buscan a los responsables. 
No se requiere tanta inteligencia para inferir que en  esa mafia hay participación de cajeros, gerentes, oficinistas y oficiales militares de jerarquía. Nadie llega fácilmente a un banco con tres cheques consecutivos y se embolsa todo ese efectivo. A menos que se encuentre en Honduras y en una superpoblada ciudad como La Ceiba en donde es imposible hallar un aguja en ese pajar.

Esa corrupción pública toca todos los nervios del poder hasta convertirse en ley del Estado, no pueden vivir sin ella y defienden ese privilegio con toda la fuerza posible. Corrupción e impunidad van de la mano y por ahora son los valores fundamentales de los grupos del poder político y económico en el país.  Les funciona muy bien y es lo que hace posible las grandes fortunas; en su defensa han sido capaces de presentar a empresarios, políticos y religiosos como modelos sociales dignos de imitar. Ponen a muertos y a vivos como ejemplo a seguir: Abraham Bennaton Ramos sobornado por las compañías bananeras con 8 millones de dólares, ahora brinda conferencias para la empresa privada sobre ética empresarial; al fallecer  Miguel Facusse recibió honores de todos los grupos del poder económico y político, su capital se fundamentó en la estafa a la Corporación Nacional de Inversiones; Juan Hernández aceptó públicamente que su campaña electoral se financió con fondos robados del Seguro Social, hoy pretende encabezar el diálogo nacional contra la corrupción.

 Una prueba de esa pragmática de los valores se encuentra en La Gaceta del Estado de Honduras del 6 de febrero de 2014 en donde se hace ley nacional el decreto 277-2003. Se establece un convenio por 15 años entre el Estado y la Fundación para la Educación y Comunicación Social que preside un sujeto llamado Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, alias Su Eminencia o Cardenal, por más de 1583 millones de lempiras. Y el buen uso de ese dinero producido con el sudor y la sangre del pueblo, que no es la sangre de Cristo como pregonan esos santos varones, dinero proveniente de los impuestos que la iglesia no paga, esa inversión  se nota en la empresa de comunicaciones de la iglesia católica como canal 48 y Radio Suyapa, con cobertura nacional y en el desarrollo de la Universidad Católica, un gran negocio que genera más de 200 millones anuales gracias a su facultad de medicina y que bloquea otros desarrollos educativos como ser la creación de una Universidad Centroamericana gestionada por los jesuitas. Estos si son peligrosos y no se debe permitir su accionar en la educación superior. Impedir el funcionamiento de la UCA en el país es una de las grandes hazañas de ese individuo emparentado con viejos seguidores de Tiburcio Carías. 

Pero también estamos en tiempos de los jóvenes indignados, en tiempos de antorchas que indican cuál es la ruta para intentar superar algunos niveles de corrupción e impunidad.                         

Son cientos de miles que por ahora caminan  iluminando tanta obscuridad, que aterran a los corruptos con sus pacificas marchas, que tienen asustados a los que envilecen a Honduras y que aquí están retratados en  una de las más hermosas y duras canciones existentes, La Belleza de Luís Fernando Auté:

“Míralos, como reptiles,
      al acecho de la presa

           negociando en cada mesa

               maquillajes de ocasión;

                   siguen todos los raíles

                      que conduzcan a la cumbre,

                          locos por que nos deslumbre

                            su parásita ambición.

                      Antes iban de profetas

                   y ahora el éxito es su meta

                mercaderes, traficantes,

             más que nausea dan tristeza,

          no rozaron ni un instante

          la belleza…”  

Fuente: GZ  Red FIAN-Honduras

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