Escribe: Salvador Zúniga, miembro de La
Coordinadora Indígena del Poder Popular de Honduras (CInPH)
Después de muchas horas
de viaje sobre arruinadas carreteras que
cruzan intricadas montañas en las que viven olvidados y olvidadas hondureños y
hondureñas, pasamos la frontera; al solo pasar se puede abordar el autobús en
el que la mayoría de los pasajeros son paisanos, los ruidosos equipos suenan la
música que apenas deja oír la voz de los pasajeros con canciones, cumbias del
extinto colombiano Aniceto Molina, que es un icono en el ambiente rural y sub
urbano de El Salvador.
Ya acomodado en el
asiento, saludo a una pareja de jóvenes que va cerca, a la joven mujer se le ve
con una barriga grande, señal de que pronto dará a luz. – ¿qué tal? – ¿Como
están? -Bien, me responde el joven,
-Ella es la que va bien cansada y con un poco de dolor. -Ha debe de ser el viaje, le dije –Si, agrego él, -¿y a que
van pues? Les pregunté -Es que a ella ya
le toca y va a tener a Perquín -¿y porque va a ir a tener a Perquín? Le pregunte nuevamente. – Mire me respondió-
En nuestro municipio no hay buena atención de partos y Hombro a Hombro tiene
clínicas pero ellos cobran y aquí no nos cobran nada, nos regalan la comida y
las medicinas y hasta los pañales. – ¿Y no les sale mejor ir al hospital de la
Esperanza? –No amigo en el hospital ya
no hay medicamentos y los partos se pagan y hay que ir a comprar hasta el hilo
para sutura y hay un albergue pero ese también se paga, y si se complica el parto es peor, la cesárea
vale mucho más y si lo remiten para Comayagua o Teguz , es peor hay que pagar varios miles por la ambulancia
y en ese Hospital Escuela hasta casi lo golpean los guardias, lo tratan casi como un perro de
la calle. -¿y en las clínicas de Camasca o Concepción? Indague – Mire ahí casi no hay personal y
tampoco hay medicamentos y ahora está peor ya que los centros de salud se los
han dado a los gringos de Hombro a Hombro y para comenzar hay que sacar un
Carne y casi siempre lo remiten a las clínicas privadas de ellos a sacar
exámenes que son bien caros.
Cuando sonó en el equipo,
una cumbia que menciona un tal barbero de San Miguel, el ayudante a pedido del
chofer le dio más volumen al equipo, ya
era difícil comunicarse por que solo se podría, tal vez a gritos. Pasamos sobre un adoquinado todo disparejo
frente a un pueblito llamado San Fernando, un lugar que fue destruido en los
tiempos de la guerra civil en El Salvador y al que se le ven aun las
cicatrices.
Francamente no es nada
agradable saber que la gente hondureña no tenga la posibilidad de recibir una
atención en sus necesidades básicas de salud y es más penoso saber que gran
parte del presupuesto del estado se lo has robado, que en los hospitales no hay
equipos ni medicamentos y que al gobierno esto no le preocupe para nada, porque
su prioridad son los gastos militares,
armas de guerra súper modernas de fabricación Israelí o aviones de combate de
fabricación norteamericana.
Subimos un poco más en
medio de cafetales que fueron camuflaje a luchadores y luchadoras que han aportado a crear una república
democrática en la que hoy hay atención
en salud hasta para nosotros sus vecinos.
Apareció Perquín con su
frescura, pueblo custodiado por el
Gigante y El Pericón, bajamos del bullicioso autobús y nos fuimos donde había
madres hondureñas que habían parido en
El Salvador, me contaron que al regreso pasarían apuntado en el R.N.P. a sus tiernos nacidos en el pulgarcito de
Centro América, pero que era un gigante dando la mano a sus hermanos y hermanas
hondureñas.
Como es la vida, aquel
país al que un día se nos aseguraba era nuestro enemigo, hoy brinda
atención gratuita en salud para que nazcan
los hondureños y hondureñas y por si eso fuera poco, atienden enfermos de
múltiples enfermedades en muchos hospitales salvadoreños.
Mientras tanto en esta
nuestra amada patria sigue el proceso de privatización de todo, de la salud, de
la educación, de los bienes comunes naturales, de las carreteras y ahora hasta
de la patria entera mediante las Zonas
especiales de Desarrollo.
Hay dos camino: Lluchamos
porque esto cambie o seguirán naciendo
los hijos de la patria en El Salvador u otros países.
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