martes, 5 de mayo de 2015

Hondureños/as Nacidos en El Salvador.

Escribe: Salvador Zúniga, miembro de La  Coordinadora Indígena del Poder Popular de Honduras (CInPH)
Después de muchas horas de viaje sobre  arruinadas carreteras que cruzan intricadas montañas en las que viven olvidados y olvidadas hondureños y hondureñas, pasamos  la frontera;  al solo pasar se puede abordar el autobús en el que la mayoría de los pasajeros son paisanos, los ruidosos equipos suenan la música que apenas deja oír la voz de los pasajeros con canciones, cumbias del extinto colombiano Aniceto Molina, que es un icono en el ambiente rural y sub urbano  de  El Salvador. 
Ya acomodado en el asiento, saludo a una pareja de jóvenes que va cerca, a la joven mujer se le ve con una barriga grande, señal de que pronto dará a luz. – ¿qué tal? – ¿Como están?  -Bien, me responde el joven, -Ella es la que va bien cansada y con un poco de dolor. -Ha debe de ser  el viaje, le dije –Si, agrego él, -¿y a que van pues? Les pregunté  -Es que a ella ya le toca y va a tener a Perquín -¿y porque va a ir a tener a Perquín?  Le pregunte nuevamente. – Mire me respondió- En nuestro municipio no hay buena atención de partos y Hombro a Hombro tiene clínicas pero ellos cobran y aquí no nos cobran nada, nos regalan la comida y las medicinas y hasta los pañales. – ¿Y no les sale mejor ir al hospital de la Esperanza?  –No amigo en el hospital ya no hay medicamentos y los partos se pagan y hay que ir a comprar hasta el hilo para sutura y hay un albergue pero ese también se paga,  y si se complica el parto es peor, la cesárea vale mucho más y si lo remiten para Comayagua o Teguz , es peor  hay que pagar varios miles por la ambulancia y en ese Hospital Escuela hasta casi lo golpean  los guardias, lo tratan casi como un perro de la calle. -¿y en las clínicas de Camasca o Concepción?  Indague – Mire ahí casi no hay personal y tampoco hay medicamentos y ahora está peor ya que los centros de salud se los han dado a los gringos de Hombro a Hombro y para comenzar hay que sacar un Carne y casi siempre lo remiten a las clínicas privadas de ellos a sacar exámenes que son bien caros.
Cuando sonó en el equipo, una cumbia que menciona un tal barbero de San Miguel, el ayudante a pedido del chofer le dio más volumen al equipo,  ya era difícil comunicarse por que solo se podría, tal vez a gritos.  Pasamos sobre un adoquinado todo disparejo frente a un pueblito llamado San Fernando, un lugar que fue destruido en los tiempos de la guerra civil en El Salvador y al que se le ven aun las cicatrices.
Francamente no es nada agradable saber que la gente hondureña no tenga la posibilidad de recibir una atención en sus necesidades básicas de salud y es más penoso saber que gran parte del presupuesto del estado se lo has robado, que en los hospitales no hay equipos ni medicamentos y que al gobierno esto no le preocupe para nada, porque su prioridad son  los gastos militares, armas de guerra súper modernas de fabricación Israelí o aviones de combate de fabricación norteamericana.
Subimos un poco más en medio de cafetales  que fueron  camuflaje  a luchadores y luchadoras  que han aportado a crear una república democrática en la que hoy  hay atención en salud hasta para nosotros sus vecinos. 
Apareció Perquín con su frescura,  pueblo custodiado por el Gigante y El Pericón, bajamos del bullicioso autobús y nos fuimos donde había madres  hondureñas que habían parido en El Salvador, me contaron que al regreso pasarían apuntado en el R.N.P.  a sus tiernos nacidos en el pulgarcito de Centro América, pero que era un gigante dando la mano a sus hermanos y hermanas hondureñas.
Como es la vida, aquel país al que un día se nos aseguraba era nuestro enemigo, hoy brinda atención  gratuita en salud para que nazcan los hondureños y hondureñas y por si eso fuera poco, atienden enfermos de múltiples enfermedades  en muchos  hospitales salvadoreños.
Mientras tanto en esta nuestra amada patria sigue el proceso de privatización de todo, de la salud, de la educación, de los bienes comunes naturales, de las carreteras y ahora hasta de la patria entera  mediante las Zonas especiales de Desarrollo.
Hay dos camino: Lluchamos porque esto cambie o seguirán naciendo  los hijos de la patria en El Salvador u otros países.

    La Esperanza, Intibucá 5 de mayo del 2,015

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