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Ha finalizado el año 2013 y al igual que los anteriores su
huella muestra una humanidad sumergida en grandes disyuntivas para salvaguardar
la vida, la pregunta llena de incertidumbre que se hace el pensador Edgar Morin:
¿hacia el abismo? de la mano de la globalización en el presente siglo XXI. Y es
de esperarse cuando el control de la política y la economía está en manos de
poderes fácticos y de políticos y tecnócratas que ven a los humanos como
simples cifras macroeconómicas.
Al realizar un rápido balance por el año 2013 encontramos que
la lógica dictatorial del mercado sigue su curso con sus manos inescrupulosas
acapara, impone precios, extrae recursos sin consideración ambiental, hace el
gran negocio de la guerra al “terrorismo” y contra los “villanos
antidemocráticos”. Las jugadas de los emporios financieros que con cautela invierten en el pago de
mercenarios y el control de elites locales para controlar recursos primarios y
mercados.
La guerra civil en Siria es el ejemplo de la manipulación geopolítica y la arremetida de peligrosos poderes amparados en viejos discursos del Estado-nación. También podemos ver el caso de la arrinconada Corea del Norte y que mejor ejemplo las matanzas en África donde occidente sigue escribiendo con tinta de sangre la historia política de tantos pueblos hambrientos y moribundos como resultado de la explotación capitalista.
La guerra civil en Siria es el ejemplo de la manipulación geopolítica y la arremetida de peligrosos poderes amparados en viejos discursos del Estado-nación. También podemos ver el caso de la arrinconada Corea del Norte y que mejor ejemplo las matanzas en África donde occidente sigue escribiendo con tinta de sangre la historia política de tantos pueblos hambrientos y moribundos como resultado de la explotación capitalista.
En el caso latinoamericano la derecha en el poder arremete
mediante campañas de desprestigio a través de sus medios de comunicación contra
los gobiernos que intentan arrebatarle el Estado a la orgia neoliberal,
insisten en tener “arquetipos del mal” a los Castro de Cuba y Maduro en la
sombra de Chávez, semejante manipulación que hace eco en la acelerada
comunicación virtual y radial, que controla a las alienadas mentalidades colectivas.
En Honduras donde muchos y muchas hemos sido víctimas de la represión
sistemática contra la población con el objetivo instaurar el miedo. La derecha
perpetuada a través de una disfrazada dictadura –quizás hay que decir descarada dictadura- se impuso controlando la
institucionalidad y comprando por míseras cantidades de dinero el voto popular
para evitar que la oposición fragmentada pudiera vencer al derechista partido
“Nacional”, enfilaron su poder monetario-mediático contra el partido Libre
surgido del Frente de Resistencia Popular que enfrentó al régimen neoliberal
durante y después del golpe de Estado civil-militar del 28 de junio de 2009.
En el año 2013 en nuestra Honduras podemos ver a simple vista
que nada cambio para bien, sigue la corrupción institucional, la imposición de
funcionarios serviles a intereses de grupos y familias de poder, el irrespeto a
los derechos humanos, la criminalización de la protesta social, la explotación
de recursos patrimoniales del pueblo en manos en poderosas multinacionales y
grupos financieros locales y finalmente un fraudulento proceso electoral que
deja como resultado al envalentonado Juan Orlando Hernández con sus típicas
jugadas sucias allanando el camino para seguir la gobernanza
autoritaria en el país.
Sin duda el 2014 no pinta nada mejor, seguirá perpetuándose
la tradición mezquina avalada por las cúpulas de los que se hacen llamar
representantes de “dios en la tierra”. Nuestra Honduras está allí construyendo
cultura, pero las consecuencias de su alienada cotidianidad seguirán ofrendando
sangre sin control y llenando los bolsillos de los que saquean sus recursos.
Para lograr una democracia incluyente hay que comenzar aceptado el caos, como
lo dijo décadas a tras el intelectual Ramón Oquelí que “mientras haya niños
descalzos en las calles seria una hipocresía decir que vivimos en democracia”.
Si realmente queremos coexistir en una mejor realidad socio-cultural es hora de
recapacitar y dejar de dañar nuestra generación que quiere despojarse de ese
pasado de engaños y traiciones en nombre de “dios”, “la paz” y la “democracia”.
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