sábado, 3 de marzo de 2012

Coordinador de Opinión y Articulista Semanal de La Jornada de México: Afirma que en Bolivia se vive el proceso de alternativa más profundo que se ha dado desde Cuba


ABI – La narración del surgimiento de los nuevos sujetos de transformación política y social contra la globalización neoliberal mostrados en la obra “La esperanza de lo incierto”, del mexicano Luis Hernández Navarro, afirma que en Bolivia se vive el proceso de alternativa más profundo que se ha dado en América Latina después de la revolución en Cuba.

En el marco del Ciclo de Seminarios Internacionales “Pensando el Mundo desde Bolivia”, el  jueves por la noche, el coordinador de Opinión y Articulista Semanal de La Jornada de México presentó su libro que relata el surgimiento de los nuevos sujetos de transformación política y social que han salido en la lucha contra la globalización neoliberal y algunas de las batallas que se han protagonizado.
En un auditorio abarrotado del Banco Central de Bolivia (BCB), el periodista  mexicano afirmó que su relato se inicia con la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en su país, que abre una etapa de levantamientos contra la globalización neoliberal y concluye con el nacimiento de los indignados en España y Grecia.
Explicó que el contenido del libro abarca experiencias internacionales, como es el caso de su país, donde se detiene para mostrar la experiencia zapatista y cómo la forma de la Revolución Cubana se va divulgando en México, la experiencia de China, la reconquista española de América Latina, la fortaleza de Estados Unidos y el papel de los medios de comunicación en la disputa de la hegemonía semántica y la crisis alimentaria.
“En Bolivia se vive hoy el proceso de transformación social más profundo de cuantos han tenido lugar en América Latina después de la Revolución Cubana. La experiencia vivida en este país es un laboratorio político y social que anticipa el rumbo y la naturaleza de la resistencia contra la globalización neoliberal en muchos otros países y movimientos. Allí se viven momentos centrales de la lucha antiimperialista, de la lucha de clases y de la lucha por la autonomía indígena y la descolonización del Estado”, remarcó.
Además dijo que en Bolivia se expresa con claridad una tendencia continental: el agotamiento de la clase política tradicional, los límites de la acción institucional para transformar la realidad social y la emergencia de una nueva dirección política revolucionaria nacida de las entrañas de la revolución popular. Al colapso y desmoronamiento de las élites locales la ha acompañado la gestación de una nueva representación política con vocación transformadora de largo aliento.
“En el proceso de transformación político boliviano aparece con claridad un nuevo sujeto político en América Latina que toma el poder: los pueblos indios. No es que la lucha indígena existiera antes del triunfo del MAS (Movimiento Al Socialismo) en Ecuador, Guatemala, Chile, Nicaragua y Colombia. Nacidas de los rincones más recónditos, expresión de una situación límite, esta lucha subió y bajo montañas para llevar su palabra y su presencia al corazón político de sus naciones. Pero en Bolivia, la lucha indígena ha alcanzado una visibilidad que no había tenido antes, mostró su potencialidad transformadora y se convirtió en su frontera. El rencor social acumulado en los pueblos indígenas tras décadas de exclusión y opresión encontró en el triunfo del MAS una referencia significativa”, complementó.
Consideró que estos movimientos de base étnica tienen tras de sí una historia de largo aliento, “han sobrevivido a la espuma que sus protestas levantaron en las aguas de las políticas nacionales.
A diferencia de las luchas económicas de los sectores populares que tienen ciclos de vida corto, sus demandas de reconocimiento y dignidad superan la prueba del tiempo. Han expresado tantos años para expresarse que, cuando lo hacen, no están dispuestas a consumirse a la brevedad. En ellos se expresa la posibilidad de una modernidad alternativa.
“La nueva lucha indígena, surgida de la experiencia boliviana reivindica, mediante un complicado y desigual proceso, una nueva inserción en los espacios públicos, a partir de la superación de su condición de excluidos propiciadas por las políticas integracionistas que anularon su condición diferente. En ellas de una primera fase en la que se exige la igualdad se pasa a una segunda la que se afirma la diferencia, sustentó.
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