Corea funciona con tasas fiscales directas elevadas, de hasta 40% en impuesto sobre la renta en los estratos de ingreso más alto, con la condición de que la evasión es más difícil; y alrededor de 30%, para las corporaciones; y con tasas más bajas en los impuestos más regresivos al consumo, el IVA, de alrededor del 10%, en vez del 15. Y ese régimen fiscal justo contribuye a frenar la desigualdad y a financiar un estado responsable. De modo que su coeficiente de Gini 31 aun siendo elevado es menor al de China 38 y casi 20 puntos menos que el de Honduras, que es 48. (Gracias, Julio R). Pero además si los empleados obreros y agricultores tienen aseguradas la educación y salud de calidad y para sus hogares, el arbitrario y engañoso gini es menos relevante.
Sin crecimiento económico sostenible, flexible ante los ciclos, no será posible resolver problemas sociales básicos, pero hay que crecer inteligentemente, con metas y con reglas, como creció Corea. Y para el desarrollo no solo es indispensable la inversión en infraestructura sino, a la vez, proteger el bien común, potenciar recursos propios y ventajas estratégicas. Ordenar la casa, limpiar la variopinta corrupción, y eficientar la administración del estado.
No se trata de hacer más de lo mismo. Sabemos que no funciona, que la maquila tampoco pudo emplear a la gente. El subdesarrollo sumado no conduce al desarrollo, este requiere despegar y expandir un dinámico crecimiento integral y multidimensional, procesando los recursos naturales de manera sostenible y compartida. Con un mercado interno. Con responsabilidad pública; justicia y equidad. Con disciplina y cohesión social, participación de la ciudadanía. Con empleo satisfactorio para los que puedan trabajar, incluyendo a la mayoría de quienes hoy mendigan, a costa de su más elemental dignidad; protección total para quienes no pueden generar ingreso; y con respeto para las propiedades de todos, de los particulares, empresarios, las comunidades por supuesto, del Estado y las corporaciones que cumplan con la ley y con su función social. Eso no es una utopía; es una condición sine qua non del desarrollo verdadero.
Corea hizo una temprana reforma agraria, Honduras aún necesita una, razonable. Se necesita un plan de verdad al inicio, que convenza cuando aquí el ministerio de planificación desestima la posibilidad. Honduras tiene que restaurar su medio ambiente, empezando por dejar de depredarlo, y aportar su grano de arena contra el calentamiento global; Corea ha sido campeón para restaurar ambiente, ha ayudado a otros a reforestar y descontaminar, y tiene uno de los mejores regímenes jurídicos ambientales Honduras tiene que reformar su sistema tributario, así de simple, si quiere ser responsable como estado-nación, cueste lo que cueste, políticamente. (Y siempre, doquier, históricamente, ha costado reformarlo). O ¿a cuenta de qué vamos a pedirle ayuda a los coreanos si aquí no se paga la parte alícuota de la ganancia? Honduras tiene que modernizar su administración pública.
Y aunque antes no han cumplido, los coreanos nos han prometido ayuda para el gobierno electrónico, en lo que son punta de lanza.
Centroamérica y Honduras son el camino más corto a los mercados más redituables del mundo, aún hoy en el Atlántico, siempre y cuando se aproveche el estrecho. Corea lo sabe y quiere ser parte de la solución y aprovecharlo. Corea y China tienen inmensas co-inversiones en infraestructura en varios continentes, Embajador. ¿Por qué no aquí? ¿Dónde está la contradicción? ¿De qué se asustan? Hoy por hoy, Honduras está a salvo de guerras internacionales catastróficas. Corea lo aprecia.
El Carmen, 24 de agosto de 2023
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