224 años de existencia debieran reflejar identidad, arraigo y prosperidad. 224 años es mayor a los 200 años de «independencia patria» que se vislumbra a la vuelta de la esquina. ¿Pero, que sensación te han dejado a ti los 224 años de presencia Negra en Honduras?
Para un pueblo con el «mote» de enarbolar el espíritu colectivo y comunitario, la realidad muestra algo diferente; población altamente polarizada entre sí debido a múltiples circunstancias tales como: inclinación partidaria, religiosa y organizacional. Y es que cuando profundizas en el diario vivir de la población negra en Honduras, atrás quedaron las épocas de la solidaridad, empatía y respeto. A menos que pertenezcas al mismo partido político, a la misma iglesia o coincidas en la misma organización.
Quienes han tenido la oportunidad de estructurar una comunidad Negra con posibilidad de desarrollo para sus miembros, una vez llegando a ese espacio de «poder-lo» hacer, han priorizado sus intereses propios pero no sólo eso, le dieron la espalda a la esperanza de miles, consolidando el ciclo de la dependencia, violencia, migración y pobreza.
El mundo desde hace mucho tiempo entró en una pugna entre grupos que se disputan «su verdad». Estos grupos cuentan con una cara visible, de mente hábil y capacidad de liderazgo. Los grupos no necesariamente tienen que individualizar sus luchas y sus causas, pudiendo a veces y más en tiempo de excepcionalidad, mancomunar esfuerzos con otros de similar finalidad.
Al final, lo importante es definir el tipo de relación sobre el cual se basará cualquier acuerdo, entendimiento u alianza. Una relación sin reciprocidad, sin respeto y falto de inclusión, es DESIGUAL y por lo tanto va contra los principios ancestrales.
Los años deben traer consigo no sólo cansancio, vejez y muerte también legar experiencia. Si nuestro tiempo en esta tierra puede servir de algo, es la heredad del conocimiento; esa sapiencia que permite romper el círculo de la miseria, esa consciencia que rompe para siempre cadenas y grilletes, ese despertar que permite guiar y transitar el «camino de la nada» con hidalguía, independencia, pero sobre todo, esperanza en un futuro mejor para ti, para mi, los tuyos, LOS NUESTROS (Patria).
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