Por defensores -
Las Fuerzas Armadas de Honduras, que no son de Honduras sino de un
cartel del crimen organizado que destruye el país, están malditas.
Las fuerzas armadas de este grupo están malditas porque en las
fiestas de la espiritualidad lenca en Suyapa han asaltado el altar con
sus uniformes manchados de sangre, tufosos a gas lacrimógeno, a pólvora y
a otras sustancias malignas.
La imagen de ayer es tomada del infierno y no del purgatorio. El jefe
del cartel de la destrucción, el impostor, el líder de Pandora y
coordinador de la Red, atraviesa con prisa la sala llena de militares,
para entregar al profanado altar de la virgen de Suyapa un candelabro
encendido en ofrenda de luz.
Digamos las cosas por su nombre. Una iglesia que tolera un
espectáculo ridículo como este, venido desde las sombras del mal, merece
morirse en el alma buena del pueblo de Honduras. El catolicismo, igual
que el ritual evangélico, están ocupados en su esencia mística por el
crimen organizado que utiliza las creencias para manipular el
sentimiento colectivo. Y perpetuarse.
No se trata de un lavado de los crímenes políticos, los asesinatos,
el tráfico y lavado de activos ni del perdón de las represiones y los
robos durante los últimos 10 años de desastre institucional de Honduras.
Es un juego macabro de los demonios. El ritual de su propia maldición.
La fiesta de los sepulcros blanqueados, para tomar control de la paz de
los cementerios.
Para las familias de los hombres y mujeres asesinados por los
militares y policías en las crisis post golpe y post fraude, este show
perverso de los uniformados al lado del señor Hernández, delante de la
virgen de los pobres, es un irrespeto absoluto. Un sacrilegio. Una
maldición. Y lo es para los torturados, los prisioneros políticos y para
la Patria en general, que huye o se muere a causa suya.
En realidad, lo más temerario es que este ritual de los demonios,
ocurre en el mismo instante que los militares mercenarios están a la
orden del Pentágono para realizar operaciones combinadas contra
Venezuela, Nicaragua y Cuba, los blancos del Comando Sur en las próximas
semanas.
Ahí van los pichinguitos de plomo de la oligarquía bendecidos por el
señor del mal, el cardinal del golpe, van al frente de la batalla por el
petróleo, el control estratégico de Centroamérica y del Caribe, en la
locura capitalista por robarse los recursos naturales de la Tierra e
imponer su maquinaria militar. Van en el nombre del Señor. El señor de
las tinieblas.
Por eso, el legítimo embajador de Venezuela expulsado de Tegucigalpa
por Estados Unidos, ha dicho claramente que regresa de inmediato a
Caracas porque Honduras no respeta ninguna ley ni tratado internacional,
y su vida corre peligro absoluto en estas circunstancias.
Estos pichinguitos de plomo y su jefe, el impostor, son capaces de
todo. Han probado en 10 años que son malos payasos al servicio de los
halcones de la guerra, ese John Bolton, ese Mikque Pompeo y ese Eliott
Abrams, los tres carniceros del personaje de los Simpson. Matones y
asaltantes con enormes antecedentes criminales.
En nuestras lecturas de la semana, no hay duda que el Pentágono está
en fase de guerra desde Panamá, Palmerola y Colombia, para impulsar la
opción militar contra el pueblo de Venezuela, que defiende con Bolívar
la más grande reserva de petróleo de América, la segunda más grande del
mundo. Y el oro, y el lithiu y otros minerales preciosos.
Asistimos como testigos a un momento crítico para el planeta. Un
fascista al frente de Brasil, que ha empezado la destrucción de la
Amazonía, el pulmón de la tierra, y un par de neoliberales salvajes en
Argentina y Chile, que disparan a matar contra los pueblos originarios
que defienden los bienes naturales.
Al lado de esos hijos del demonio capitalista, seres grotescos que
responden yes man, heil Hitler, está también una Colombia destructora
del equilibrio regional con Uribe y Duque, una mancuerna de señores de
la guerra, gerentes de la OTAN y esclavos del sionismo, que buscan
instalar el medio oriente aquí en América.
Obviamente estos no son buenos tiempos, quizás comienzan los peores,
que no son los últimos como les encanta anunciar eternamente a los
religiosos manipuladores de siempre.
Talvez Venezuela no sea una nueva Libia ni una nueva Siria o un nuevo
Irak, más bien podría ser un nuevo Vietnam o un nuevo Afganistan, donde
Estados Unidos tuvo que sacar sus tropas, derrotado. Derrotado militar y
políticamente, derrotado por la Ética del mundo. Por la bravura de los
pueblos.
Ante el enorme riesgo, desde esta columna expresamos nuestra
solidaridad al pueblo de Venezuela, que resiste un embargo peor que el
decretado contra Cuba, y celebramos frente al anuncio de guerra esas
posiciones humanistas de Uruguay y México, que ponen al frente la
dignidad soberana, la autodeterminación, y le dicen al imperio y a la
vieja Europa: si intervienen deben atenerse a ser intervenidos.
En esta batalla por el control de las riquezas, por asegurarse las
reservas de energía hacia el siglo XXII, nosotros NO somos espectadores.
Somos actores. Y aquí queda constancia de nuestra voz.
Editorial Voces contra El Olvido, sábado2 de febrero de 2019
http://defensoresenlinea.com/la-maldicion/
domingo, 3 de febrero de 2019
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