9 agosto, 2016 |/ En criterio.hn
tenemos a bien compartir el editorial de la Pastoral Social de la
Iglesia Católica CARITAS de Honduras donde se hace una importante
reflexión sobre la realidad que esta viviendo la convulsionada
Honduras.
¡Quien hace el mal, odia la luz!.
¡Quien hace el mal, odia la paz! (Papa Francisco).
Los
procesos de cambio que ha vivido nuestro país en décadas pasadas,
algunos turbulentos, traumáticos y devastadores han sido precedidos por
un conjunto de señales sociales que no sólo alertaron los mismos, sino
que presagiaron lo que habría de ocurrir, sin que nuestra clase política
tuviera la capacidad de hacer esa lectura previa.
Hoy
en día la mayoría de los hondureños y hondureñas vivimos un tiempo de
confusión: ¿Cuál será el futuro de nuestro país?, realmente estamos
poniendo los cimientos de algo nuevo o más bien estamos regresando a la
época de las montoneras, solo que ahora las realizamos, por la
televisión, la radio, los periódicos y otros medios electrónicos, con
insultos, descalificación del adversario, discursos vacíos, llenos de
falsedades y de engaños.
Es
sorprendente que los conductores políticos del país siguen pensando que
la población cree todo lo que dicen y calla todo lo saben, no hay mayor
equivocación, decían nuestros antepasados, que la del tuerto que no
quiere ver. Parece que los supuestos dirigentes del país han perdido la
capacidad de escuchar las distintas voces de la sociedad, de ver todos
los signos que indican que el camino que la ciudadanía busca es
totalmente distinto al que ellos le están proponiendo.
También
es improcedente propiciar la anarquía en la sociedad, sembrar el odio y
el miedo entre el pueblo.- esto es una práctica común en varias
instituciones del Estado, ¿cómo interpretar esa cadena de mociones y
contra mociones en el Congreso Nacional?, ¿estarán orientadas a revolver
el rio, “en río revuelto ganancia de pescadores”, o será que la
estrategia consiste establecer el máximo solución de confusión, de tal
manera que luego cualquier solución sea aceptada por cansancio o
desesperación?
Una
sociedad que quiere afianzar su democrática debe permitir a cada uno de
sus miembros la posibilidad de disentir y de aceptar posturas distintas
de otras personas, aún en temas sensibles, controversiales y
trascendentes, sustituir la acción directa por el diálogo; el
enfrentamiento por el debate, la fuerza por la diplomacia y por último,
el descredito por la política hasta llegar al consenso franco,
transparente, inclusivo y solidario, que nos permita con tolerancia
negociar nuestro espacio vital con el otro.
Sin
embargo nuestra sociedad está marcada por el resentimiento, lograr
acuerdos hondureños es casi imposibles, se quiere una sociedad de
vencedores y vencidos, no se reconoce ninguna cualidad, ni ningún bien
en el otro, lo único bien válido es su aniquilamiento, para eso es
preciso, vencerlo, humillarlo, someterlo.- Este es un patrón de
conducta, donde lo único que merece el adversario es una profunda
antipatía, aversión, enemistad o repulsión, así como el deseo de
destruir aquello que se odia. Lamentablemente es una cultura del
aniquilamiento y la destrucción.
Pareciera
que queremos organizar la sociedad a partir del caos social, que se
auto organiza a partir de patrones de odio social, en todas sus
manifestaciones “El odio existe; el odio no respeta nada; el odio juzga
sin escuchar; el odio no atiende a razones” El rencor que genera esa
constante campaña de odio se dispersa fácilmente entre la población a
paso redoblado, utilizando como alimento de ese rencor, la miseria, la
pobreza, el analfabetismo permanentes en el país.
Tenemos
que devolverle al pueblo la confianza en sus instituciones, en las
personas y esto pasa por la transparencia de las mismas; romper el miedo
no solo físico sino psicológico o moral ante el daño que puede hacer el
otro. Pareciera que los dirigentes políticos con sus últimas acciones y
propuestas insultantes están empecinados en enredar el país, se
olvidaron que tienen que buscar el bien de la comunidad, y que hacer el
bien es su principal tarea.
El conflicto universitario es un ejemplo concreto de la apuesta por el caos
que
tienen muchos sectores incluidos los políticos, quienes vieron con ojos
de suprema alegría y como una “gran oportunidad” este conflicto,
tratando de impulsar agendas y satisfacer interese personales y
políticos-partidarios, desconociendo los avances y la ruta hacia el
futuro propuesta por las autoridades universitarias.
Muchos
apostaron por convertir el movimiento estudiantil y el conflicto
universitario en el germen para impulsar una mayor conflictividad social
que les permitiera en el futuro cercano llegar o mantenerse en el poder
a cualquier precio, o “asaltarlo” a través de la ley del más fuerte, y
presentar esa agresión como un trofeo o un botín de guerra logrado a
través de acuerdos, pactos u alianzas ocultas establecidos por los que
hasta hace poco eran enemigos irreconciliables.
El
conflicto universitario y los últimos “enredos” políticos nos están
llevando aceleradamente a un mayor descredito de las instituciones, de
la clase política, aumentando la frustración de la población. Las crisis
se vuelven crónicas y muchos están aprovechando para apostar por el
caos, por la confusión que conduzca al fracaso como sociedad
democrática.
“Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina, y se derrumba casa por casa”. (Lucas 11,17)
Reflexión Comunitaria:
¿Se puede hacer política sembrando
sentimientos extremos como el odio y la intolerancia, apostando por el
caos, la anarquía, el colapso institucional y la desconfianza
institucional y personal?
http://criterio.hn/sera-caos-futuro-honduras/
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