por Hondudiario Redacción
Por: Thelma Mejía
El
último informe especial del Observatorio de la Violencia de la UNAH
(OV-UNAH) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF),
revela que en el 2015 cerca de 1,084 niños y niñas fueron víctimas de
algún tipo de violencia e inseguridad.
De este número, 570 fueron asesinados en su mayoría con armas de fuego.
De los 570 menores asesinados, 482 eran niños y 88 fueron niñas. Un dato
sumamente impactante, capaz de mover las fibras hasta del más
insensible. Los medios registraron el hecho como una nota más. Pero al
leer el informe, las cifras obligan a la reflexión. Los homicidios de
niñas y niños se registraron en 111 municipios de los 298 que tiene el
país.
Los tres municipios más mortíferos para
los menores en Honduras son el Distrito Central con 153 muertes, San
Pedro Sula con 94 y Choloma con 40 homicidios.
Entre los municipios que registraron de
11 a 30 homicidios destacan dos: La Ceiba y El Progreso con 19 y 15
muertes, respectivamente. Asimismo 9 municipios sumaron entre 6 y 10
homicidios: La Lima, Villanueva, Comayagua, Quimistán, Siguatepeque, El
Negrito, Santa Cruz de Yojoa, Catacamas y Puerto Cortés. En tanto, 97
municipios presentaron entre 1 y 5 muertes violentas.
Son las cifras de la violencia en menores en Honduras. Es el dato que
quizá orilla a muchos de ellos a querer agarrar la cada vez más
peligrosa ruta migratoria que hace unas semanas arrebató la vida a tres
menores, dos hondureños y uno salvadoreño, al ahogarse en un río
fronterizo entre Guatemala y México, al volcarse la balsa.
La tragedia de esos menores, de por sí
traumática, marcó la vida de sus madres que les acompañaban y no
pudieron hacer nada para salvarles. Su vida se les fue de entre las
manos.
La pregunta es: ¿En qué momento la indiferencia se apoderó de nosotros, los hondureños, que vemos esas muertes y esas cifras como algo común? ¿Hasta dónde la violencia nos está volviendo tan insensibles? ¿Qué más necesitamos saber para reaccionar y decir: ¡basta ya!?
La pregunta es: ¿En qué momento la indiferencia se apoderó de nosotros, los hondureños, que vemos esas muertes y esas cifras como algo común? ¿Hasta dónde la violencia nos está volviendo tan insensibles? ¿Qué más necesitamos saber para reaccionar y decir: ¡basta ya!?
De acuerdo a los datos del OV-UNAH, el
año pasado se registró un promedio de 48 homicidios mensualmente y el
grupo etario más afectado fueron menores en las edades de 12 a 18 años,
es decir, en lo mejor de su vida, en la etapa de los sueños, en la etapa
de los deseos.
Cuando inicié en el periodismo me
estrené con trabajos periodísticos sobre infancia y mujeres. Y son parte
de mi agenda periodística cada vez que puedo o salgo a cubrir historias
de tierra adentro. Por eso me sorprende como la violencia contra
menores se ha diseminado en tantos municipios del país, es como si fuera
un virus más impactante que el zika, el dengue o el chikungunya,
problemas que están afectando también la salud en las personas.
Siguiendo los datos del informe, el
único día de la semana en que no se produjo una muerte violenta de
menores en el 2015, fue el día martes y el domingo.
Sobre estos datos y las historias
ocultas que hay detrás de cada hecho, sería bueno que los periodistas
empezáramos a ver estas historias con otros ojos más allá del registro
estadístico o de la nota informativa de consignación de un hecho. Que la
inseguridad y violencia que vivimos, nos permita hacer un alto para
hacer de este problema un tema de agenda propia, no impuesta, pero sí
comprometida con Honduras, su historia y su futuro.
Pronto se celebrará el Día del Niño,
esta vez en año preelectoral, seguro habrá piñatas, discursos y
compromisos. Pero sería bueno, que este año y todos los que están por
venir, la celebración de ese día fuera porque se arrebató una vida a la
violencia o porque ningún niño morirá ahogado o será secuestrado con
fines de trata en la ruta migratoria.
Que nuestras elites políticas, en vez
de desgreñarse por quien es más bonito en el espejito, espejito, hagan
un alto y vean que el tiempo pasa, que nos hacemos viejos y que nos
estamos quedando sin futuro: nuestros niños, niñas y adolescentes. Y que
en nuestra próxima noticia el titular no sea: solo fueron más de mil…
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