Renata Mielli
ALAI AMLATINA, 10/06/2016.-
Brasil está pasando por una
de las situaciones políticas
más delicadas de su historia reciente. Desde1985, que marca el
inicio de la
transición democrática, hasta 2016, el país experimentó el
período democrático
más largo de su historia: 31 años. Esta
tendencia se interrumpió el 12 de mayo, cuando el Senado Federal
suspendió
temporalmente de su cargo a la Presidenta de la República, Dilma
Rousseff.
El proceso de juicio político
llevado a cabo por el parlamento
nacional contra Dilma se basa en hechos que no constituyen
delito de
responsabilidad fiscal, conforme a lo dispuesto en la
legislación nacional. De
hecho, el recurso jurídico montado en
contra de ella es una cortina de humo para llevar a cabo un
golpe institucional-mediático-jurídico,
que comenzó el 26 de octubre de 2014, cuando Rousseff ganó en
las urnas.
Adoptó la táctica cuanto peor
mejor para atacar el
proyecto político que, durante los últimos 13 años, ha permitido
la inclusión
de más de 40 millones de brasileños que vivían en la pobreza, la
inclusión de
los jóvenes pobres en las universidades, programas de atención
de salud para
dar más dignidad y calidad de vida al pueblo brasileño.
Debilitado y sin mayoría en el
Congreso Nacional, que
tiene la composición más conservadora de los últimos 30 años, el
gobierno no logró
responder a los ataques y terminó aislado.
El golpe no ha tenido su
desenlace final. La
presidenta será juzgada por el Senado Federal
en un proceso que puede durar hasta 180 días. Mientras tanto, el movimiento
social brasileño
sigue movilizado y en las calles, dispuesto a todo para defender
la democracia
y los derechos sociales obtenidos en el último período.
El escenario mediático
Es en este contexto que debemos
evaluar la situación de
los medios de comunicación en Brasil. Éstos
nacieron siguiendo el modelo privado-comercial estadounidense. En las décadas de los 30 y
40, las radios ya
habían adoptado este modelo, que se mantuvo con la aparición de
la televisión,
en los años 60. El
Código Brasileño de
Telecomunicaciones de 1962, vigente hasta hoy, nació para
organizar la
explotación privada-comercial de las concesiones públicas de
radiodifusión.
La dictadura militar se instala
prácticamente en el mismo
período histórico que la televisión. Con
los militares surge el primero y mayor conglomerado mediático
del país: la Red
Globo de Televisión, hoy Organizaciones Globo.
El escenario que siguió fue la
concentración de la
propiedad y el uso de las concesiones para el pago de favores
políticos y,
debido a eso, cristalizó un potente poder mediático, elitista y
cuya
representación social se establece a partir de los intereses
económicos de la
clase dominante. No hay
diversidad
cultural, la enorme territorialidad brasileña no está
representada en los
medios de comunicación, y tampoco la pluralidad de ideas.
Lucha por una comunicación democrática
En los últimos años, sobre todo
a partir de la primera
elección del expresidente Lula, se ampliaron las voces que se
alzan para exigir
una comunicación más democrática. El
movimiento de lucha por la democratización de la comunicación se
fortaleció y ganó
simpatizantes. Se
acrecienta el debate
sobre el carácter estratégico de la confrontación con el
monopolio privado de
los medios de comunicación para transformar el país e
implementar un nuevo
proyecto de desarrollo económico y social en Brasil.
El Foro Nacional por la
Democratización de la
Comunicación (FNDC), que es un espacio de articulación de los
movimientos
sociales brasileños en torno a esta agenda, ha desarrollado en
los últimos años
varias campañas para presionar al gobierno y debatir el tema de
la
comunicación.
En 2009, el último año del
segundo mandato del gobierno
Lula, conseguimos, después de mucha lucha y diálogo, garantizar
la realización
de la 1ª Conferencia Nacional de Comunicación, con la
participación de un
segmento pequeño de radiodifusores, de empresarios de las
telecomunicaciones, del
sector público y de la sociedad civil. Se
aprobaron más de 600 propuestas que podrían promover políticas
públicas de comunicación
de carácter democrático.
Luego, se creó un grupo de
trabajo coordinado por el
entonces ministro de la Secretaría de Comunicación Social para
preparar el anteproyecto
de un nuevo marco regulatorio para el sector de las
comunicaciones. Sin
embargo, ya al final del gobierno, la
propuesta se entregó al nuevo gobierno de Dilma Rousseff, en
manos de su primer
ministro de Comunicaciones, Paulo Bernardo. El proyecto fue archivado. Rousseff asumió el cargo en
2010 afirmando que
en la comunicación el mejor control es el control remoto.
A partir de las propuestas
producidas en la Conferencia,
el FNDC elaboró, en 2012, un proyecto de ley de Iniciativa
Popular de los
Medios Democráticos, una propuesta para reglamentar las
disposiciones de la
Constitución Federal que trata de la Comunicación Social
Electrónica. El proyecto
se convirtió en un instrumento de
lucha y presión política para movilizar a la sociedad por un
nuevo marco
regulatorio de las comunicaciones.
Lamentablemente, no conseguimos
ni siquiera acercarnos a
la meta de más de un millón quinientos mil firmas, que se
requería para someter
el proyecto al Congreso Nacional. Pero realizamos debates y
actividades
públicas en torno al contenido de la propuesta, para concienciar
y atraer a más
activistas para la democratización de la comunicación. También levantamos el lema: Dilma, ¡Regula ya!,
como presión sobre
la presidenta para llamar la atención sobre la urgencia de esta
agenda.
En 2014, con el agravamiento de
la disputa política y el
incremento del tono bélico y golpista de los medios de
comunicación, la
presidenta afirmó, en su campaña de reelección, que una de las
prioridades de
su segundo gobierno sería encaminar la discusión sobre la
regulación económica
de los medios de comunicación. Es
justo lo
que el monopolio no quiere, ya que la regulación económica es
hacer cumplir por
ley lo que determina nuestra Constitución en el artículo 220,
que la
comunicación no puede ser objeto de monopolio.
En marzo de 2015, el FNDC
realizó el 2° Encuentro
Nacional por el Derecho a la Comunicación, en la ciudad de Belo
Horizonte. Más de 700
activistas de todo Brasil acudieron
a la cita para analizar fórmulas para fortalecer la lucha por la
democratización de la comunicación. Nuestro
lema, ya en medio de las amenazas golpistas que rondaban el país
era: Sin comunicación
democrática no hay
democracia.
Gobiernos progresistas ignoran la agenda
El hecho es que Dilma abandonó
su compromiso de campaña. La
estrecha victoria que obtuvo en octubre de
2014 y la acción golpista del consorcio opositor formada por los
medios de
comunicación, el poder judicial y los partidos de derecha,
inmovilizó al
gobierno.
La falta de comprensión de los
gobiernos progresistas
sobre el carácter estratégico de la agenda de comunicación, se
tradujo en no enfrentar
el tema y no hubo debate público sobre la regulación de los
medios de
comunicación. Los medios
privados se
mantuvieron sin reglas, abusando del privilegio de ser la única
voz que habla
masivamente a 200 millones de brasileños. Estos medios fueron los
principales
articuladores de la desestabilización política y económica del
país, promoviendo
ataques permanentes al gobierno, espectacularizando las noticias
y creando un
clima de odio y terror cotidiano que llevó a una parte
considerable de la sociedad
a defender la bandera de la salida de la presidenta. La sociedad brasileña está a
merced de unos
medios concentrados y golpistas.
Medios alternativos y narrativa
contra-hegemónica
La lucha política de
cuestionamiento al discurso único de
los medios privados se da desde los medios alternativos, de la
prensa del
movimiento sindical, popular, estudiantil, de muchos canales de
comunicación creados
por comunicadores populares, de los blogs de opinión, del
activismo en las redes
sociales, de colectivos y cooperativas de periodistas que se
atreven a recorrer
su propio camino, lejos de la sala redacción de los grandes
medios de
comunicación.
Los medios de comunicación
alternativa han dado voz a
sectores invisibilizados y criminalizados por los medios
hegemónicos y de hecho
han enfrentado el golpe, defendiendo la democracia y los
derechos.
La acción de la comunicación
alternativa está disgustando
mucho a los monopolios, a los partidos de derecha y a la élite
conservadora. Para
tratar de acallarla, se sirven de la Justicia,
a través de acciones que imponen sanciones económicas
desproporcionadas a los
medios alternativos. Quieren
acallar,
mediante la intimidación o el estrangulamiento económico, a los
sectores que se
atreven a presentar una narrativa contrahegemónica de los
acontecimientos en
curso en el país. También
hemos visto
casos de violencia moral, física e incluso el asesinato de
comunicadores en
Brasil. La censura
económica y privada
es hoy el principal obstáculo para la libertad de expresión en
el país.
En este escenario, el FNDC, que
en abril pasado celebró
su XIX Plenaria, señaló que es el momento para la resistencia y
la lucha para impedir
retrocesos y defender la democracia. La
primera medida del gobierno provisional fue poner fin al
Ministerio de
Comunicaciones. Si ya
hemos enfrentado
dificultades para colocar la agenda de democratización de la
comunicación en los
gobiernos democráticos y populares, con un gobierno de facto que
representa los
intereses de las élites y los medios de comunicación
privado-comerciales, será
imposible.
El desafío del movimiento de
lucha por la democratización
de la comunicación en este momento es evitar el cierre de la
Empresa Brasil de
Comunicación y tratar de asegurar que no haya interferencia
política en su línea
editorial; tenemos que luchar para defender la reciente
experiencia de
comunicación pública en el país. Tenemos
que defender a los medios de comunicación alternativos de los
ataques que
vendrán, garantizando instrumentos de sustento material de los
que han surgido
y la defensa de la integridad de los periodistas, comunicadores
sociales, blogueros
y demás, o sea de las personas que producen los medios de
comunicación
alternativos a diario. Impedir
los retrocesos
en el ámbito de Internet, tratar de bloquear proyectos de Ley
que desfiguren
uno de los pocos logros en el campo de la comunicación, que fue
la aprobación
del Marco Civil de Internet. Y,
sobre
todo, el reto, junto a los movimientos sociales, es defender la
democracia y
denunciar el golpismo en nuestro país.
- Renata Mielli,
periodista, es Coordinadora
General del Foro Nacional por la Democratización de la
Comunicación (FNDC),
Secretaria General del Centro de Estudos da Mídia Alternativa
Barão de Itararé.
Artículo
publicado en la revista “La comunicación en disputa”, América
Latina en
Movimiento No. 513-514, mayo-junio 2016, http://www.alainet.org/es/revistas/513-514
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original en portugués: http://www.alainet.org/pt/articulo/178059
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