Por
Luz Angélica Mencía
La
lucha en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)
es una lucha que ha hecho volcarse a la población estudiantil
hacia la movilización activa. Es una lucha amplia y
democrática, contra la arbitrariedad y el autoritarismo de la
burocracia universitaria, por una educación pública que
reconozca las condiciones y la realidad de un pueblo
profundamente castigado por el golpismo que desde el 2009 ha
instaurado el terror y la persecución como el único dialogo
posible. Hoy más que nunca es el estudiantado universitario y
sus polos candentes, (Ciudad Universitaria en Tegucigalpa y
UNAH-VS en San Pedro Sula) que le están mostrando al conjunto
del pueblo hondureño el camino para empezar a revertir las
derrotas del golpismo.
En
la madrugada del día lunes 6 de junio del año en curso, los
portones de la UNAH se cerraron, impidiendo el acceso a las
autoridades y personal administrativo de ésta, con esta medida
tomada por parte del estudiantado la recuperación del
territorio universitario se ponía en marcha. En el trascurso
del día la solidaridad de los y las estudiantes, se
manifestaba de diversas formas: víveres, material didáctico y
apoyo desde las redes sociales, lo que sustentaba las
actividades, todos estos actos vinieron a llenarnos de ese
calor y amor fraterno que llenan de ánimos a cualquier ser
vivo, nosotras y nosotros los encapuchados.
Los
ánimos se multiplicaron en el transcurso del día lunes, a
pesar de las amenazas y la cultura de miedo que se trata de
imponer siempre. Como una iniciativa de organización se tuvo
una acampada académica organizando diferentes bloques en los
que se impartieron jornadas de formación, concientización e
información de la problemática. Es así que se siguió
compartiendo con nuestras hermanas y hermanos, sintiéndonos
parte de algo grande, que era por todos y todas. Este es el
ambiente que se respiraba en toda la universidad.
Durante
la permanencia en el territorio universitario se respiraba
solidaridad, lucha, arraigo, hermandad, pronto empezarían las
tensiones, fue así que empezaron las amenazas de desalojo
desde tempranas horas de día martes, ya era del conocimiento
del estudiantado, las autoridades habían puesto la denuncia
ante el Ministerio Público desde el día anterior. Las
denuncias buscaban la manera de desprestigiarnos, pero
logrando un resultado contrario, el repudio de la mayor parte
de los y las estudiantes.
Se
llegaron las 10:00 am, la hora de la represión había llegado.
Los predios de la universidad estaban pintados de color azul y
verde, la presencia militar era inminente; toletes, armas de
fuego y violencia siendo esto sólo el inicio de la odisea.
Acto seguido fuimos rodeados, mientras todos los portones y
salidas estaban custodiadas por un gran número de policías,
una colonia aledaña, estaba militarizada, ya que ahí viven
muchos estudiantes y es una salida directa de la universidad.
Asimismo habían procedido a capturar a cualquier estudiante
que pasara por la zona, arrestando a diez de ellos, que
dejaron gracias a la presión de los y las vecinas de la zona,
no sin antes asegurarse que no estuvieran en una lista de
nombres, que manejaban… ¿Quiénes eran esas personas que
estaban en la lista? ¿Por qué y bajo qué condiciones estaban?
¿Acaso nosotras y nosotros los encapuchados somos criminales?
¿Entonces luchar por la educación es un crimen?
Mientras
tanto en la universidad, nos aglutinamos en la salida peatonal
y decidimos en asamblea quedarnos ahí, hasta que llegara la
orden de desalojo. Los ánimos persistían, bailamos, reímos,
cantamos, gritamos consignas “¡Y ya llego, ya está aquí, el
movimiento estudiantil!”, era una fiesta. El apoyo se hizo
presente en las afueras de la Universidad; estudiantes, padres
de familia, amigos y defensores de derechos humanos. Debido a
presión de algunos de estos sectores, quienes temían por
nuestra seguridad física y nuestra libertad, tuvimos que
salir, se rompieron las cadenas del portón, y salió la marea
estudiantil encapuchada, abrazados fuertemente y con los
corazones entrelazados, no éramos cinco ni diez sino una marea
de gente. Inundamos la calle caminando hacia donde nuestra
integridad física y nuestra libertad no estuvieran en riesgo.
Las personas con su solidaridad nos arroparon, nos llevaron en
automóviles a nuestras casas. Dejamos la universidad, pero
volveremos porque esto no se acaba acá, la lucha sigue y
sigue.
Enfatizamos
las medidas de presión e intimidación de las autoridades, de
intentar callarnos y amedrentarnos, hay más amenazas de
requerimientos fiscales y tenemos seis órdenes de captura a
compañeros y compañeras que ya estaban criminalizados por la
lucha que han estado llevando, y una muestra de la
incoherencia de las autoridades tanto universitarias como
fiscales es que éstos no se encontraban en la ciudad, cuando
se dieron los sucesos por los cuales se les acusa.
Como
una muestra de la defensa de nuestra causa el día jueves 9 de
junio, desde muy temprano se llevaron a cabo tomas, asambleas,
movilizaciones internas, peñas artísticas todos estos actos
encaminados a lograr la recuperación de nuestro territorio. La
comunidad estudiantil grita a una sola voz ¡NO A LAS NORMAS
ACADEMICAS!
PORQUE
SOMOS HISTORIA, PRESENTE Y LUCHA.
El
pasado martes 7 de junio en horas de la tarde los estudiantes
abandonaron la toma indefinida que había iniciado el día
anterior, ante la inminente invasión del campus central
(UNAH-CU) por las fuerzas represivas –policías y militares–
hondureñas. Con más fuerza, este jueves 9 de junio el
movimiento estudiantil universitario (MEU) convoco a asambleas
por carreras que fueron correspondidas por la estudiantada de
manera masiva, a lo que le siguió la toma de diferentes
edificios por carrera y la toma indefinida del campus de Valle
de Sula (UNAH-VS).
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LAS MÁSCARAS:
ESTUDIANTES VERSUS AUTORIDADES UNIVERSITARIAS
Galel
Cárdenas
En mi época de niño, era
aficionado al cine mexicano porque no existían otras opciones fílmicas en el
país, entonces conocí a Santo, el Enmascarado de Plata, a Blue Demon, al
Huracán Ramírez y otros luchadores que se enfrentaban en el
ring, apostando la máscara como trofeo de victoria. Después conocí al Llanero
Solitario y Kemo Sabay, del cine norteamericano. Y así fui saltando
de época en época hasta llegar a la nuestra.
Hoy han pasado décadas tras
décadas del sin fin de la realidad política hondureña, en donde la malicia, la
trampa, la mentira, la manipulación, el descaro, la corrupción, el asesinato,
el robo y la explotación siguen siendo las máscaras de la columna vertebral de
conducta de la élite que gobierna el país desde tiempos que se pierden en la
lejanía como torbellinos históricos que poseen al menos medio milenio de existencia.
Las máscaras han sido
siempre un sinónimo de clandestinidad, de ocultamiento, de asunción de otro yo.
El teatro griego era caracterizado por máscaras de los actores que para
representar a la mujer usaban la máscara correspondiente, o al menos para cambiar
de identidad ficticia en los escenarios de aquellos magníficos teatros que aún
hoy, parece no haber sido superados,
pues, si se fija uno bien, eran masivos al aire libre, como los estadios actuales,
y estaban destinados a masas de
ciudadanos comunes y corrientes, prueba de ello es el teatro greco romano de Palmira que fue recuperado por el ejército
Sirio que combate al Daesh y toda su parafernalia de terror financiado por el
imperio norteamericano y su claque europea.
Pues bien, la UNAH es protagonista en los últimos años de una
lucha política e ideológica de cierta y sospechosa intensidad de represión.
Sometida a las políticas de
las universidades neoliberales dictadas por los organismos imperiales del
empréstito y la inversión extractivista, la UNAH sin autonomía ni paridad
estudiantil, autocrática, verticalista y antidemocrática, pasa por una
crisis deshumanizante, donde los miembros de la comunidad universitaria son
sometidos a medidas al terror laboral, académico y estudiantil.
En las décadas que finalizan
el siglo XX e inauguran el siglo XXI, el país pasó de una democracia liberal
paternalista a un estado de extracción de los recursos humanos, de la fuerza
laboral barata y desprotegida, a la aniquilación de los contratos colectivos y
del bienestar social, a la tercerización estatal, y de un estado de sensibilidad
social a las zonas de desarrollo industrial a costa de la soberanía nacional
supeditada a la transnacionalización de las inversiones privadas, y finalmente
al desmontaje de la educación liberal protectora del ser humano menos
desarrollado.
La UNAH acompañó con su
dirigencia administrativa este modelo
zapador del viejo humanismo social, implementando el modelo neoliberal de los organismos
financieros mundiales de la educación superior.
Y así, entonces, la
dirigencia obrera interna de la UNAH fue desmantelada, perseguida y asesinada, la
dirigencia docente sometida y la dirigencia estudiantil perseguida y ultimada.
Los estudiantes entendieron,
después de haber sido vigilados y desaparecidos algunos, que no podían luchar
con los rostros destapados como todo ciudadano común. La UNAH y su dirección jerárquica, pronto, desde el
año 2009, asumieron los mismos comportamientos tiránicos del gobierno
nacionalista entronizado con fraude, represión y violencia de Estado.
Los estudiantes rebeldes
fueron criminalizados, encarcelados, vigilados y desaparecidos. Comprendieron
que corrían peligro sus vidas mientras luchaban a destajo contra las medidas
educativas de disminución de ciertas conquistas alcanzadas en aquel modelo
liberal de protección social.
Claro que si no cubren sus
caras prontamente tendrán sobre su cuello la violencia demencial de la policía
y su política de seguridad nacional. Y serán encontrados muertos, embolsados,
como cualquier delincuente que ha sufrido la limpieza cirujana. Y por ello, no tienen otra alternativa que enmascararse.
Y como decía el comandante
Marcos de México, al menos yo cubro mi rostro de manera física, pero, la élite represora nacional
ha mostrado su máscara de falsedad democrática, humanista y pluralista.
En la UNAH, las
autoridades se han colocado la máscara
de la modernidad, la renovación física, las normas académicas innovadoras, y
una sorna de aplastante autocratismo.
La lucha estudiantil contra las
políticas represivas de las autoridades universitarias sigue en pie, más intensas
y más populares.
La dictadura universitaria se
enfrenta con la nueva generación de jóvenes estudiosos que proponen democratizar
la casa de estudios del pueblo hondureño que los admira, respeta y apoya.
Fuente: Red FIAN-Honduras
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