Honduras
está asistiendo a un nuevo escenario histórico: la calle ha vuelto a
resurgir como un serio reclamo a los gobernadores por la vergonzosa
corrupción. La población se cansó de ser una víctima pasiva y tomó la
decisión de enfrentar, con mucho convencimiento y firmeza, a la
corrupción y a los corruptos que les privan del derecho a la salud, a la
educación, al acceso al trabajo, a mejores condiciones de vida.
Lo
hermoso de lo que hoy está aconteciendo es que los que lideran las
acciones de protesta con antorcha en mano y los que decidieron
declararse en huelga de hambre, son los jóvenes. En los liderazgos de
este nuevo movimiento no está presente el sector tradicional del
movimiento social, no es que sea malo, al contrario, lo que Honduras
está viviendo con nuevos actores políticos representa una enorme
oportunidad para dar paso a los relevos generacionales.
Además
no hay que desconocer que la energía de la juventud le da otros aires y
otros matices a la lucha por un mundo mejor. Lo que hoy estamos
viviendo es justamente lo que se registró en el proceso electoral
anterior: fue el voto de la juventud la que logró romper con el
bipartidismo, y representa una seria amenaza, para lo sectores
conservadores, ya que están camino a convertirse en actores claves que
buscarán el poder por la vía electoral.
Las
movilizaciones son espontáneas y muy originales. Pero es momento
también para acompañar esa espontaneidad con la definición de una
conducción política que oriente, con un contenido más preciso, lo que en
la calle está aconteciendo.
Hasta
ahora el gobierno no ha pegado en ninguna de las propuestas. Su llamada
a un diálogo social sin condiciones no tuvo el eco que esperaba en los
sectores de oposición. La consigna de los indignados sigue siendo la
creación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad, propuesta
que rechaza el gobierno y hace la contrapropuesta de la creación de un
Sistema Integral Hondureño de Combate a la Impunidad y la Corrupción.
Pero
el gran reto sigue siendo el no dejar que la llama de la antorcha se
apague para lo cual es necesario construir una dirección política de lo
contrario se atenta contra la espontaneidad y la indignación de la
población que de apoco puede descuidar la antorcha encendida, ya sabemos
que cada vez es más difícil encontrar la mecha que vuelva a iluminar el
camino de la búsqueda de la justicia. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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