San
Pedro Sula es un territorio privilegiado por su riqueza natural y por
su ubicación geográfica. No solo tiene a sus pies el hermoso y fértil
Valle de Sula, sino que está ubicado en el corazón de la zona
noroccidental hondureña. Es decir, está en la zona más rica del país, es
la ciudad satélite de los cuatro valles más fértiles de Honduras: valle
del Aguán, valle de Lean, valle de Sula y los valles de Santa Bárbara.
En
sentido contrario a su riqueza y posición estratégica, San Pedro Sula
en la última década se ha posicionado como la ciudad más violenta.
La
ONG Seguridad, Paz y Justicia con sede en México, por cuatro años
consecutivos ha ubicado la ciudad con mayor número de homicidios, sin
estar en conflicto armado, destacando el liderazgo de San Pedro Sula en
el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo. El Observatorio
de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras
establece que en 2013 la ciudad alcanzó 193 homicidios por cada cien mil
habitantes. Y así la ciudad cambió el canto de los zorzales por los
sonidos de las 9 mm y las AK47.
El
capital y la violencia son dos caras de una misma moneda en San Pedro
Sula y están muy presentes en diversos escenarios. Entre los escenarios
de mayor violencia está el Centro Penal, ubicado en el corazón de la
ciudad, convertido en laboratorio de la violencia del valle de Sula. Si
San Pedro Sula es el corazón que le bombea sangre, muerte y miedo a
Honduras, el Centro Penal cumple el mismo papel en la ciudad, es una
especie de “ciudad modelo” del crimen organizado, funciona con sus
propias reglas y el Estado solo cumple el papel de avalador de lo que
ahí se decide.
San
Pedro Sula es uno de los municipios más importantes de Honduras, cuenta
con una población cercana a 1 millón de habitantes, es el motor de la
economía nacional, sede de los principales capitales nacionales y
transnacionales. Sin embargo, esa riqueza es la principal arteria que
desangra la ciudad. Esa riqueza está concentrada en unas pocas familias,
y esta realidad de desigualdad convierte a la ciudad en un escenario
con dos dinámicas en paralelo: así como le bombea capital a la economía
nacional, así le bombea a borbotones sangre, terror y muerte a la
sociedad hondureña.
A
pesar de que hace un año le entregaron 60 millones de Lempiras a la
municipalidad sampedrana, para hacerle frente al clima de inseguridad,
la violencia sigue a sus anchas. Parece que el alcalde hace más acciones
de candidato que de alcalde electo. Lo más sensato en la coyuntura
actual, es que gobierno central y municipal deben reconocer que no
tienen capacidad por sí solos de hacerle frente a la violencia. Deben
reconocer que la violencia se les fue de las manos y que no se resuelve
con patrullas, policías y balas. Si no tienen capacidad para enfrentar
las consecuencias, menos tendrán para liderar un proceso que enfrente
las causas estructurales que la sostienen. Por esa razón, es urgente que
convoquen a los diversos actores sociales, políticos, económicos,
culturales del valle de Sula para buscar una salida consensuada donde la
vida esté por encima del capital y del cinismo político electoral.
Escuchar y descargar Nuestra Palabra
Derechos compartidos, citando la fuente | Contáctenos | Misión | Historia | www.radioprogresohn.net
Si no se ha suscrito Nuestra Palabra, envíe un correo electrónico a multimedia@radioprogreso.net con el mensaje de suscripción.
No hay comentarios :
Publicar un comentario