Las
cifras son frías, distantes, dicen mucho, no dicen nada. Y eso sucede
exactamente con datos sobre la situación de la niñez y juventud en
Honduras.
Cifras
actuales nos revelan la dura realidad que enfrentan los jóvenes y
menores en Honduras. De los 8 millones de habitantes con que cuenta
actualmente el país 3.7 son menores de 17 años. Un millón de niños y
niñas no están en las escuelas, no cuentan con los medios para realizar
sus estudios. Únicamente el año 2013, 17 mil menores abandonaron las
aulas de clase por alguna amenaza, medio millón son explotados laboral
según los mismos datos de la Secretaria del Trabajo.
Las
cifras son más escalofriantes cuando hablamos de violencia. Hace 6 años
se presentaban 43 ejecuciones de menores de 23 años mensualmente, en
nuestros días, cuando se habla de una millonaria inversión en armas,
policías y militares el dato se duplicó, ahora se registran 83
asesinatos de jóvenes. En su mayoría quedan en completa impunidad, no
hay procesos investigativos que garanticen que los responsables serán
juzgados y condenados por sus hechos. La ley de los fuertes y violentos
prevalece.
En
un reciente informe la organización no gubernamental Casa Alianza
destaca que “se observa de esta forma que la tasa mensual de muertes
violentas y/o ejecuciones extrajudiciales de niños, niñas y jóvenes en
Honduras está aumentando de forma progresiva obteniendo tasas que casi
duplican la media de casos desde 1998”.
Las
cifras nos recuerdan el abandono, discriminación y violencias que
nuestro presente y futuro enfrenta. Son niños que la pobreza y
desigualdad los hace incorporarse a maras o grupos criminales, niñas que
a los 13 y 14 años salen embarazas, jóvenes que diariamente luchan para
sobrevivir en un país como Honduras.
De
forma particular la violencia se agudiza cuando hablamos de las niñas y
las jóvenes. Una de las preocupaciones, es la alta tasa de fecundidad
en niñas menores de 18 años. En Honduras, el 27% de los embarazos
corresponde a madres de entre 15 y 17 años, según el Instituto Nacional
de Estadísticas (INE). Muchas de ellas provienen de zonas rurales y
pobres y en ocasiones son víctimas de violencia sexual. Para algunas, el
embarazo, el matrimonio o la unión de pareja son la única manera de
sobrevivir.
Frente
a estos datos la preguntas son: ¿qué hacemos como sociedad para
apostarle a nuestra niñez y juventud?, ¿Cómo garantizar que los derechos
de nuestro presente se cumplan?, éstas o tras respuestas pasan por
entender que cada uno de los problemas que este país tiene son
estructurales, no requieren de remiendos o parches, sino
transformaciones profundas que ataquen frontal y ferozmente el mezquino
sistema neoliberal. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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