El
famoso científico Albert Einstein dijo en una ocasión que “En los
momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el
conocimiento”. En esa frase encerramos mucho de lo que vivimos en
Honduras. La gente tiene que ingeniárselas para poder sobrevivir,
levantarse tempranito para ir a buscar la papa de la familia, el
estudiante salir muchas veces con el estómago vacío, y así podríamos
seguir con el rosario de malabares que hacen día a día para ir pasando
el charco. En estas crisis que ahogan en todo momento, la población
necesita respirar. Y muchos de esos respiros tienen la marca “made in
USA”.
Hace
unos días nos enterábamos en las noticias que 128 inmigrantes
centroamericanos eran detenidos, en su travesía hacia los Estados
Unidos, en el estado de Nuevo León, al noreste de México. Estos 128
centroamericanos han tenido que probar suerte para buscar mejores
condiciones de vida para sus familias. Estos 128 han salido de sus
casas, dejando atrás a parientes y llevando consigo las tristezas,
incertidumbres y esperanzas.
Mientras
estos 128 se arriesgan, los presidentes del triángulo norte se reúnen
en Honduras para hablar de migración y las alianzas de prosperidad que
les retribuirá enormes tajadas a sus gobiernos. Hablan de migración y
departen alegremente, pero sin los 128 inmigrantes que han sido
detenidos.
Cómo
dijo Einstein, si en estos tiempos de crisis echáramos a volar la
imaginación, nos sobrarían sueños para soñar. Por ejemplo si en el lugar
de los 128 inmigrantes centroamericanos fueran los 128 diputados y
diputadas del congreso hondureño; ¿qué historias contarían?, ¿qué
tristezas cargarían?, ¿qué pasaría por sus cabezas mientras ven el
horizonte por las ventanas del autobús?
Quizá
sería un buen ejercicio de coherencia y empatía de parte de nuestros
diputados y diputadas, un ejercicio de ponerse los zapatos desgastados
de tantos hombres, mujeres y niños en ese camino de migrantes; eso a
nuestros parlamentarios, les daría la enorme posibilidad de entender muy
de cerca la realidad de nuestros hermanos y hermanas migrantes.
Y
si los 128 inmigrantes detenidos se sentaran en los curules del
Congreso Nacional, casi con certeza, crearían leyes para la protección
de los y las migrantes. Habría políticas públicas nacidas desde la viva
experiencia de quienes padecen las violaciones a sus derechos y son
olvidados por sus Estados de origen. Y eso abriría las puertas no sólo
para una alianza de prosperidad compartida, sino una cultura de
hospitalidad tan necesaria en estos tiempos.Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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