Rebanadas de Realidad - Distrito Federal, 28/10/14.-
*Marcha sindical en apoyo a Ayotzinapa y los estudiantes del
Politécnico, el martes 28 de octubre a las 16:00 horas, del monumento a
la Revolución al zócalo del Distrito Federal
Encabezados
por Andrés Manuel López Obrador, contingentes del Movimiento
Regeneración Nacional, el Partido del Trabajo y ciudadanos sin partido,
se concentraron en el Zócalo capitalino, al cual cubrieron
completamente, lo que significa que los participantes superaron la cifra
de 40 mil ciudadanos y adolescentes.
La convocatoria corrió a cargo de
Morena, teniendo como centro, inicialmente, la lucha por el derecho a
definir en consulta popular la reforma energética, pero los asesinatos
en Iguala, Guerrero, de seis personas, entre ellas tres normalistas, las
lesiones a más de 20 estudiantes y la desaparición de 43 alumnos de la
Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, le imprimieron al
combativo acto el sello de la solidaridad nacional e internacional con
los normalistas guerrerenses.
Dado
que el gobierno de Enrique Peña Nieto, el Partido Revolucionario
Institucional y los grandes medios de comunicación masiva han
desencadenado una intensa campaña en contra del líder máximo de Morena,
AMLO refirió en su intervención que habiendo visitado Iguala cuando
menos tres veces durante la presidencia municipal de José Luis Abarca
Velázquez, nunca vio a este famoso narcopolítico, y que tampoco
estableció relaciones de complicidad con Ángel Heladio Aguirre Rivero,
gobernador con licencia del estado de Guerrero. Con gran claridad,
Andrés Manuel planteó que la aparición con vida de los 43 normalistas
secuestrados es indispensable para que haya normalidad en la entidad
suriana; demandó, asimismo, que la Suprema Corte de Justicia de la
Nación garantice el derecho a la consulta popular en materia energética.
La
concentración de Morena y el PT, con López Orador como orador
principal, representa el camino a seguir por otras formaciones políticas
de la izquierda mexicana. De proponérselo, los partidos electorales de
izquierda son capaces de movilizar a cientos de miles de mexicanos
dispuestos a imponer una salida política justa en el caso de Ayotzinapa,
que tiene como centro la presentación con vida de los 43 estudiantes
desaparecidos, la reparación del daño ocasionado a los lesionados y la
indemnización a los familiares de los normalistas y otros asesinados en
la ciudad de Iguala; la localización, enjuiciamiento y condena de
acuerdo con la ley del ex alcalde José Luis Abarca Velázquez, su esposa y
el ex secretario de Seguridad Pública municipal Felipe Flores
Velázquez, prófugos de la justicia; así como establecer la
responsabilidad de las fuerzas policíacas de la entidad y de las
dependencias federales de seguridad y militares asentadas en el
municipio de Iguala, que no impidieron la actuación ilegal y criminal de
los policías municipales de Iguala y Cocula y los sicarios del
narcotráfico y el crimen organizado. Son demandas elementales con gran
respaldo popular.
Algo de la agitación política en México |
Después
del levantamiento delahuertista en 1923-1924, la rebelión cristera de
1926-1929 y la campaña de José Vasconcelos en 1929, la más grande
agitación en la historia posrevolucionaria de nuestro país se produjo
entre junio de 1935 y abril de 1936, cuando el intento de revertir la
política nacionalista y popular de Lázaro Cárdenas se vio enfrentado por
el ala izquierda del Partido Nacional Revolucionario y el gobierno
cardenista; por el movimiento obrero, que fue capaz de poner en pie el
15 de junio de 1935 al Comité Nacional de Defensa Proletaria y en
febrero de 1936 a la Confederación de Trabajadores de México, luego de
la realización de huelgas económicas y políticas, paros, mítines y
manifestaciones en la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla,
Torreón, Xalapa y otras ciudades; la formación de sindicatos de empresa,
gremiales, de secretarías de estado, industriales y nacionales de
industria (entre ellos el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la
República Mexicana) y federaciones sindicales; por otros grupos
sociales, que crearon frentes campesinos y organizaciones estudiantiles
(incluida, por cierto, la Federación de Estudiantes Campesinos
Socialistas de México, fundada entre el 5 y 13 de julio de 1935).
El
gobierno cardenista, con el respaldo obrero, campesino y popular, pudo
emprender la depuración del aparato estatal, con el desafuero de
diputados y senadores, la desaparición de poderes en algunos estados y
la destitución de varios comandantes de zonas militares no afectos al
presidente de la República, desembocando el proceso en la expulsión del
país de Plutarco Elías Calles y Luis N. Morones, Luis L. León y Melchor
Ortega, sus contlapaches más renombrados. De esta manera, triunfó y se
consolidó el gobierno más popular de los años posrevolucionarios de
México: el del general Lázaro Cárdenas del Río. Concluyó el periodo de
reformas estructurales.
Otras
crisis políticas importantes fueron las elecciones presidenciales de
1952, con la candidatura del general Miguel Henríquez Guzmán y la
Federación de Partidos del Pueblo; de 1988, con la candidatura del
ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el Frente Democrático
Nacional, y de 2006, con la candidatura del licenciado Andrés Manuel
López Obrador y la coalición Por el Bien de Todos. Considerando los
datos disponibles, puede concluirse que el gobierno priista organizó
grandes fraudes en los procesos electorales de 1952 y 1988, y el
gobierno panista hizo otro tanto en las elecciones de 2006.
Las
luchas sindicales de la sexta década del siglo XX condujeron, sobre
todo en 1958 y 1959, a la primera crisis del charrismo sindical, a la
movilización obrera más importante después de los años cardenistas y el
inicio del proceso de deterioro progresivo del régimen del PRI. El
control sobre la clase obrera sólo se pudo restaurar con la violencia:
miles de ferrocarrileros despedidos, cientos de presos políticos (entre
ellos Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Gilberto Rojo Robles, Alberto
Lumbreras y Dionisio Encina), represión del Ejército e imposición de
comités ejecutivos sindicales al margen de la voluntad de los
trabajadores.
En
las crisis políticas posteriores a 1952, el movimiento estudiantil ha
desempeñado y desempeña un papel importante, y, en varios casos, un
papel fundamental. Así, en el movimiento contra el déspota guerrerense
Raúl Caballero Aburto, en 1960-1961, los estudiantes participaron como
un destacamento de avanzada. En 1964, durante la lucha contra el general
Antonio Nava Castillo en Puebla, fueron los estudiantes quienes le
imprimieron al movimiento, al principio sólo de los pequeños productores
de leche, un contenido político. En octubre de 1966, el estudiantado de
la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo desarrolló una
huelga que, ante la incapacidad y cerrazón de las autoridades estatales y
federales, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz respondió con la
utilización del Ejército en tareas de policía, ocupó las instalaciones
universitarias y llenó las cárceles de presos políticos, incluido entre
éstos Efrén Capiz Villegas.
En
1968, tras las grandes huelgas de 1966 en la Universidad Nacional
Autónoma de México y en 1967 del Politécnico, las escuelas de
agricultura, las normales rurales (FECSM) y otras instituciones, el
movimiento estudiantil enarboló un programa de seis puntos de carácter
político, sin levantar ninguna demanda escolar. Este movimiento produjo
el rompimiento de un sector importante de los estudiantes
universitarios, politécnicos y normalistas con el régimen del PRI, forjó
un núcleo valioso de dirigentes políticos, comunicadores e
intelectuales, por lo que representó un antes y un después en la
historia nacional.
La
insurrección zapatista de 1994, estallada en pleno desarrollo del
programa neoliberal, concitó la solidaridad de los pueblos indígenas,
amplios sectores del campesinado organizado, el estudiantado, los
sindicatos independientes, los militantes de los partidos electorales de
izquierda y la oposición socialista. La movilización pro Ejército
Zapatista de Liberación Nacional superó ampliamente las muestras de
solidaridad con todas las experiencias guerrilleras entre 1965 y 1974.
El impacto de la insurrección indígena chiapaneca se reflejó y se
refleja en cambios profundos en la sociedad mexicana: la salida a la luz
de la importancia y el peso de la cuestión étnica en México (país con
más indígenas en todo el continente americano), el atraso económico de
Chiapas, el sur y el sureste del país, el mito de la incorporación de
México al Primer Mundo y la incapacidad del capital para resolver la
cuestión étnica. Con contundencia quedó demostrada la imposibilidad de
afrontar y resolver el problema nacional en los marcos de un país
capitalista de desarrollo medio, industrial-agrario y dependiente del
imperialismo.
Ayotzinapa y la reanimación del movimiento de masas |
En
septiembre de 2014, un crimen de estado y de lesa humanidad cometido
contra estudiantes normalistas rurales en Iguala, Guerrero, ha sacudido y
sacude, crecientemente, a la sociedad mexicana, desde Chiapas, Oaxaca y
Guerrero hasta Sinaloa, Sonora y Baja California, desde Tamaulipas y
Veracruz hasta Yucatán y Quintana Roo, y desde Puebla y el Distrito
Federal hasta Zacatecas y San Luis Potosí, pasando por Jalisco,
Michoacán, Estado de México, Querétaro y otras entidades federativas.
Se
han desenvuelto grandes, medianas y pequeñas movilizaciones de la
FECSM, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación,
policías comunitarios, organizaciones estudiantiles, comunidades
indígenas, sindicatos universitarios, asociaciones campesinas,
urbano-populares y políticas, sectores de la Iglesia católica y la
intelectualidad, destacando los paros de la UNAM, la Universidad
Pedagógica Nacional, Chapingo, Escuela Nacional de Antropología e
Historia, Universidad Autónoma de Guerrero y otras instituciones
educativas. En cuanto a las manifestaciones, cabe destacar el carácter
solidario con Ayotzinapa que tuvo la celebración de la matanza de
Tlatelolco, las marchas del 8 de octubre de 20 mil zapatistas en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, de 7 mil participantes en Guadalajara y
otras, que, junto con las acciones de masas entre el 22 y 27 de
septiembre, han reunido y reúnen a varios cientos de miles de
estudiantes, campesinos, colonos, trabajadores sindicalizados y
militantes de partidos y grupos de la izquierda electoral, social y
extraparlamentaria.
La
reanimación, tendiente a un ascenso que crece en magnitud, en
profundidad y en extensión, está configurando una nueva situación
política, que puede fortalecer en gran medida, de seguir una táctica
correcta, a la izquierda revolucionaria, así como a Morena y el PT, en
tanto que el Partido de la Revolución Democrática, como lo reconocen sus
órganos dirigentes y "tribus" internas, atraviesa por una crisis que
incluyen el desprestigio en sectores de las masas, la baja en la
intención del voto por el partido del sol azteca y el anquilosamiento e
incomprensión de las condiciones actuales de la lucha social en la
corriente hegemónica del PRD, los chuchos. No se descarta el crecimiento
de la izquierda perredista.
Toda
la faramalla del gobierno priista de Enrique Peña Nieto, a costa del
erario, se ha roto en forma estruendosa. Los millones de dólares
gastados para ser incluido en portadas de revistas gringas corruptas,
para obtener premios y reconocimientos como "estadista" del año de
fundaciones con conocidos socios especialistas en derrocar gobiernos no
peleles de los yanquis y para ser presentado como "innovador" y
gobernante moderno, no han logrado mantener el mito del "político
internacional" del represor de los campesinos de San Salvador Atenco.
La
faramalla no duró ni siquiera dos años. Los hechos de Iguala se le
vinieron encima: la Organización de las Naciones Unidas, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, el
Departamento de Estado gringo, Human Rights Watch y decenas de
fracciones parlamentarias y partidos políticos, sindicatos, federaciones
y centrales de diversos países y continentes, famosos intelectuales y
artistas, organismos no gubernamentales y otras instituciones solicitan o
exigen que los asesinatos y actos de barbarie cometidos en Iguala sean
esclarecidos con prontitud, presentados con vida los muchachos
desaparecidos, castigados los responsables intelectuales y materiales,
reparados los daños infligidos a los normalistas y sus familiares,
aclarada la inactividad de dependencias federales de seguridad y
militares durante la comisión de los delitos y asumida la
responsabilidad por la seguridad de la población.
En
pocas palabras, a los destructores de Petróleos Mexicanos y Comisión
Federal de Electricidad, a los vendedores de la franja fronteriza y los
litorales, a los rematadores de la minería, a los destructores de la
Constitución de 1917 y a los que ofrecen la sangre mexicana para apoyar
las aventuras bélicas de los genocidas de Estados Unidos, Europa e
Israel, se les cayó el teatrito y aparecen en la actualidad como lo que
son: represores que cumplen tareas de los monopolios extranjeros, para
desbaratar la resistencia de los estudiantes, indígenas, campesinos,
trabajadores asalariados y pequeños productores.
La incorporación de la Unión Nacional de Trabajadores |
En
México, si se descuenta la salida de sus filas del organismo más
numeroso sujeto del apartado A del Artículo 123 constitucional, el
Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, desde 1997 hasta
los días que corren, la organización que más ha crecido y crece con
nuevos sindicatos de obreros y empleados y organizaciones campesinas, es
la Unión Nacional de Trabajadores, que pese a ese enorme mérito ha
adolecido de dos graves limitaciones: la lentitud para responder a la
cambiante situación social y política de México, y el descuido y poco
interés en el desarrollo de los procesos antimperialistas, indígenas,
sindicales, campesinos, estudiantiles, populares y electorales en los
países de América Latina y el debilitamiento de Estados Unidos. En el
caso de la reforma energética, pudiendo jugar un papel muy destacado y
de vanguardia, la UNT se incorporó tardíamente a iniciativas generadas e
impulsadas por otros liderazgos. Naturalmente, esto fue mejor que
quedar fuera.
En
el caso de Ayotzinapa, muchos académicos y administrativos miembros del
Sindicato de Trabajadores de la UNAM exigieron a su dirección la
necesidad de poner los recursos, el peso político y los cuadros del
STUNAM, la Federación Nacional de Sindicatos Universitarios y la UNT al
servicio de la movilización en solidaridad con los estudiantes
masacrados y agredidos de Ayotzinapa. Los dirigentes no fueron muy
receptivos. En cambio, los estudiantes, profesores, investigadores y
técnicos académicos del STUNAM, algunos pocos de la Asociación Autónoma
del Personal Académico de la UNAM y "libres", activistas administrativos
y autoridades democráticas de la Universidad Nacional se incorporaron a
las labores solidarias desde fines de septiembre. El STUNAM, a espaldas
de su historia, quedó rezagado.
Sin
embargo, para bien, empiezan a cambiar las cosas. El lunes 27 de
octubre en las páginas de La Jornada aparecieron dos importantes
desplegados del STUNAM y de la UNT y el Frente Amplio Unitario, en
solidaridad con el movimiento estudiantil del Instituto Politécnico
Nacional y con los normalistas guerrerenses, donde llaman a realizar una
manifestación en la capital de la República el 28 de octubre, a las
16:00 horas, del monumento a la Revolución al Zócalo, al mismo tiempo
que informan de que se celebrarán actos similares en más de la mitad de
las entidades federativas. Es una decisión adecuada y correcta, que
abona en favor de la recomposición democrática del panorama político
nacional.
Si
el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, el STUNAM, el
Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz
Volkswagen de México, la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas
Petroleros, la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores, el Frente
Auténtico del Trabajo, la Central Campesina Cardenista, la Central
Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, la Coordinadora
Nacional Plan de Ayala-Movimiento Nacional, la Unión Popular
Revolucionaria Emiliano Zapata, el Frente Popular Francisco Villa México
Siglo XXI, el Frente Auténtico del Campo y demás organismos de la UNT y
el FAU movilizan, masivamente, a sus bases cualquier acto pro
Ayotzinapa tendrá asegurado su éxito. Por eso es tan grande la
responsabilidad de los dirigentes, cuadros y activistas de la UNT y el
FAU. En sus manos está la decisión. No cabe sino esperar que actúen de
acuerdo con las necesidades políticas y sociales que la crisis nacional
pone en la agenda actual de la clase obrera y el pueblo. |
Gerardo Peláez Ramos
es autor, entre otras obras, de Partido Comunista Mexicano. 60 años de
historia. (Cronología. 1919-1968), 2 tomos, Culiacán, UAS, 1980;
Situación actual y perspectivas del movimiento sindical en México,
Puebla, UAP, 1978; Historia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación, México, ECP, 1984, y Ed. del STUNAM, 2ª ed. corr. y aum.,
2000; Las luchas magisteriales de 1956-1960, México, ECP, 1984; Historia
del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de
Guerrero, Chilpancingo, CESS del STAUAG, 1990; El sindicalismo
magisterial. 1935-1943, México, SNTE, 1994; Diez años de luchas
magisteriales (1979-1989), México, Ed. del STUNAM, 1999; Breve historia
del STUNAM, México, UNAM-STUNAM, 2001, y Resumen histórico del SUNTU
(1979-1995), Culiacán, SUNTUAS Académicos, 2004. |
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