Cuando Chávez intentó por última vez lograr un asiento en ese Consejo
en 2006, el gobierno de Estados Unidos logró torpedear su la
aspiración. Pero este año, Washington no ha pronunciado palabra sobre el
tema.
Venezuela aún debe lograr una mayoría de dos tercios en el seno de
las 193 naciones miembros de la Asamblea General de la ONU, que
sesionará a partir del 24 de septiembre pero que votarán en secreto la
conformación del Consejo en octubre.
La falta de un candidato rival en la región podría hacer que la
aspiración de Venezuela se logre y que sea difícil entorpecer su
candidatura, dijeron analistas consultados.
Si Venezuela gana un asiento en el Consejo, es muy probable que la
hija preferida del ex comandante Chávez, María Gabriela Chávez, tome el
micrófono y aliente una encendida retórica luego de que el mes pasado
fuera nombrada embajadora alterna de Venezuela ante la ONU.
Como en el Consejo de Seguridad los países se sientan en el orden
alfabético de la nación que representan, es probable que el delegado de
Venezuela termine junto al de Estados Unidos, lo que podrá provocar
momentos de conflicto y tensión cuando ambos gobiernos se enfrenten a
los grandes temas de seguridad global, como la crisis en Ucrania o la
guerra civil en Siria.
El respaldo de los gobiernos de la región a Venezuela ha preocupado a
los críticos del presidente Nicolás Maduro, que han reprochado la
represión que desató para sofocar las protestas callejeras en contra de
su gobierno.
Mientras que Estados Unidos y algunos grupos de derechos humanos han
acusado a los líderes latinoamericanos de ser demasiado tímidos por la
respuesta de Maduro a los disturbios, que dejaron a 42 personas muertas,
en muchos países de América Latina hay mucha afinidad con las posturas
antiestadounidense del mandatario venezolano y el uso de los yacimientos
petroleros del país para ganar aliados entre las naciones más pobres
del Caribe. Eso significa que muy pocos gobiernos están dispuestos a
cuestionar públicamente a Caracas.
"La tendencia de Venezuela de estar del lado de gobiernos abusivos lo
convierte en un candidato menos que ideal para ayudar a manejar las
tragedias de derechos humanos que actualmente el Consejo de Seguridad
enfrenta", dijo Philippe Bolopion, director de para las Naciones Unidas
de la organización Human Rights Watch.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela se negó a
comentar o siquiera a reconocer la apuesta del gobierno para lograr un
asiento en el Consejo de Seguridad.
Esta vez, el gobierno asumió una estrategia de bajo perfil para
evitar la confrontación pública que ocurrió la última vez que Venezuela
buscó un escaño en ese Consejo, una de las instancias más poderosas de
la ONU que es integrada por diez miembros.
En 2006, Chávez recorrió el mundo buscando votos para luego ver
erosionado su apoyo en el último minuto después de que atacó a Estados
Unidos en la Asamblea General de la ONU al llamar "el diablo" al
Presidente George W. Bush. Este último logró conseguir los votos para
apoyar una candidatura de Guatemala.
Después de 47 rondas de votación, la tercera más larga de la historia
para decidir un escaño en el Consejo de Seguridad, ambos países,
Venezuela y Guatemala, retiraron su candidatura lo que despejó el camino
para que un tercer candidato, al que ambos se habían comprometido a
apoyar, Panamá, lograra el asiento fácilmente.
Después de ofrecer ese espectáculo público, los gobiernos acordaron
en privado alternar la representación en el Consejo en un cierto orden.
Según ese acuerdo, el turno sería para Venezuela.
"No es una camisa de fuerza. Las únicas reglas que pesan son los que
están en el chárter (carta) de la ONU", dijo Milos Alcalay, ex embajador
de Venezuela ante la ONU, quien renunció a ese cargo en 2004 en
protesta por lo que él llamó una violación de los principios
democráticos del gobierno de Chávez. "Ningún país quiere enfrentarse al
látigo de Venezuela".
Ningún otro país de la región ha retado la aspiración de Venezuela a
la fecha, y los 33 países enviaron al presidente de la Asamblea General
la candidatura de Venezuela como la única de Latinoamérica para ocupar
el asiento en el Consejo, que debe ser rotado, para un período de dos
años que inicia el primero de enero, dijo el ex diplomático.
El apoyo a Venezuela refleja un cambio de los países latinoamericanos
en su postura frente a Estados Unidos. Los mandatarios conservadores de
Perú, Colombia, Panamá, El Salvador, que en 2006 no tenían miedo de
cazar una pelea con Chávez, ya no están al frente de esos gobiernos. E
incluso las naciones que actualmente difieren con las políticas
venezolanas, como Chile y Colombia, quieren evitar un enfrentamiento que
se remonta a las épocas de polarización de la Guerra Fría, cuando las
intromisiones de Washington eran frecuentes.
Si a último momento surgiera alguna oposición a la candidatura de
Venezuela, probablemente provendría de Estados Unidos que en julio
impuso una prohibición de entrada al país a 24 altos funcionarios
venezolanos acusados de usar fuerza excesiva durante las protestas y de
encarcelar arbitrariamente a varios manifestantes que protestaban contra
el gobierno.
Pero Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy
Research, con sede en Washington, cree que la capacidad de Washington
para influir en esta votación es mínima comparado con 2006. Aunque
Venezuela se incline por usar una acalorada retórica en sus
intervenciones, la preocupación de Maduro por la soberanía nacional de
su país resuena con las preocupaciones de otros líderes de la región,
por lo que un asiento de Venezuela en el Consejo de Seguridad podría
servir de contrapeso a Estados Unidos cuando se debatan temas como el
uso de la fuerza en otros países.
"Venezuela no está sometida a la presión de Estados Unidos y sus
aliados, y hoy, cuando esa nación es el que más ha producido guerras en
el mundo, se trata de un (contrapeso) muy importante", dijo.
Venezuela, no obstante, no tendría poder de veto, por lo que no
podría modificar las resoluciones que tomen los 15 miembros del Consejo.
Sin embargo, los estrechos vínculos que Maduro conserva con muchos
países que enfrentan sanciones de la ONU o Estados Unidos abre la
posibilidad real de que se produzcan conflictos con otros miembros.
Rusia, con derecho a veto, ganaría un aliado en sus frecuentes
enfrentamientos con Occidente.
El gobierno de Venezuela es uno de los principales compradores de
armamento ruso en el mundo y fue uno de los diez países que en la
Asamblea General de la ONU votaron en contra de una resolución que
criticaba la anexión rusa de la península de Crimea.
Venezuela también es un aliado de Irán. En 2011, Estados Unidos
impuso sanciones a la petrolera estatal de Venezuela por venderles
petróleo a la República Islámica y Maduro también ha sido un firme
defensor del presidente sirio Bashar Al-Asad.
El año pasado, Venezuela fue el único país, de 47, que votaron en
contra de profundizar una investigación del Consejo de Derechos Humanos
de la ONU sobre los abusos cometidos durante la guerra civil de ese
país.
"La presencia de Venezuela en el Consejo de Seguridad será un
verdadero obstáculo para sostener una conversación seria", dijo Arria,
que vive en Nueva York y que ha instado a los gobiernos a bloquear la
elección del país. "Es un desperdicio del tiempo de mucha gente y podría
convertirse en una especie de teatro para los grupos radicales".
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