July Baltazar, esposa de Ángel Amílcar. Foto: El Universal
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Tomado de El Universal/México
México
DF - Como un impacto “muy fuerte, aunque lo sufrimos de diferente
forma”, consideró July Baltazar, esposa de Ángel Amílcar, hondureño
detenido en 2009 y calificado como preso de conciencia.
De
acuerdo a un reporte de prensa del diario El Universal de México, la
angustia que July sufrió al enterarse que Ángel estaba en México, “donde
nadie se da cuenta cuando alguien desaparece, si vive o no vive”, no la
puede describir.
Datos
publicados por Amnistía Internacional en el informe “Fuera de control:
Tortura y otros malos tratos en México”, el 64 por ciento de los
mexicanos declaró al ser entrevistado que tiene temor de sufrir tortura
en caso de ser puestos bajo custodia.
Además, asegura que desde 2010
hasta finales de 2013, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH) recibió más de siete mil quejas por torturas y otros malos tratos
y, pese a que las quejas han disminuido en 2014, el número es mucho más
elevado que hace 10 años.
El relato de July
Días
después de que el hijo de ambos muriera a causa del cáncer, July se
enteró, por medio de una carta que su pareja le escribió que seguía
vivo, pero preso en México.
La
esposa de Amílcar relató que “luego sé que está vivo, buenas noticias,
pero me dicen que está preso, y ¿ahora?, ¿cómo le hago?, ¿a quién le
pido ayuda?, ¿cómo me voy allá?, ahí no te puedes ir caminando, tienes
que tener dinero para moverte a México, entonces quedas casi igual con
las manos arriba sin poder hacer absolutamente nada”.
La
joven mujer emprendió el viaje hacia el país del norte del continente, y
después de casi cinco años sin ver a su esposo, July logró reunirse con
Ángel el pasado 1 de septiembre.
Contó
haberlo visto en buen estado a pesar de encontrarse en un lugar como el
Cefereso 4, donde las condiciones de vida no son las óptimas y relata,
en medio de lágrimas, un poco de lo que su esposo le contó durante su
encuentro.
“A
Ángel lo someten a tal grado que su única opción es decir que sí,
aunque no sea la realidad. A él, por su color, le decían ‘¿y tú? Pinche
negro’, él dice que lo agarraban como su payaso, se convirtió en el
payaso de ellos”.
Tras
su detención y antes de ser puesto a disposición del Ministerio Público
Federal, Ángel fue torturado. “Cubrieron mi cabeza con unas bolsas que
me impedían respirar y sentía mi alma como que salía de mi cuerpo,
sentía que me ahogaba, que me moría (…) después de que el Ministerio
Público me pone a disposición del Ejército mexicano, las humillaciones
por las que padecí, el trato denigrante y la tortura psicológica siendo
testigo ocular del trato a otros presos”.
July,
en conferencia de prensa, afirma que como mujer, atravesar esas
situaciones no es fácil, “tienes que buscar otros medios para sostener
la casa, porque los niños no preguntan ‘¿por qué no hay comida?’, sino
dicen ‘¡quiero comida!’. Entonces eso te llena de impotencia pero tienes
que estar ahí porque ellos te necesitan. Tú estás emocionalmente
destruida pero a tus hijos tienes que mostrarles otra cara, decirles que
todo está bien”.
Hasta
hace poco, las autoridades del Cefereso 4 le permitieron a Ángel tener
pluma y hojas en su celda. July relata que en una ocasión tuvo
oportunidad de escribirle una carta a su esposo, la abogada de éste le
hizo llegar la carta, pero al momento de entrar a su celda, el custodio
se la arrebató y la rompió. Asegura que si descubrían que contaba con
lápiz o papel lo sometían a diferentes castigos.
Después
de casi cinco años sin ver en persona a su esposo, July tuvo
oportunidad de ver a Ángel. “Aunque sea tu pareja, la convivencia es lo
que marca el afecto, entonces se sienten un montón de cosas, estás entre
alegría por el hecho de que los puedes ver, pero es una sensación
extraña de ver a alguien a quien no has visto hace tanto tiempo.
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