ofraneh / 20/08/2014
El
estado de Honduras esgrime ante la Corte interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) como parte de su defensa ante los despojos
territoriales cometidos en detrimento de la comunidad Garífuna de
Triunfo de la Cruz, una denegación de nuestra condición como pueblo
indígena, y de esta forma
pretende eludir la aplicación del convenio 169 de la OIT.
Desde
hace más de una década, las diferentes administraciones gubernamentales
en Honduras, han venido reduciendo nuestra condición de pueblo indígena
a simples afrodescendientes, intentando sobreponer la raza sobre la
cultura.
Es innegable la amalgama genética y cultural entre amerindios y africanos, la cual determina nuestra riqueza cultural, reconocida por la UNESCO con la declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidaden el año 2001. Hasta la fecha preservamos el idioma Garifuna clasificado como arawak, maipure norteño.
Además poseemos nuestra religión animista el Dugü, y conservamos las
técnicas de producción del casabe provenientes de los pueblos
circunscritos en las culturas de la yuca amarga.
Los Garinagu (Garifunas) somos herederos del pueblo kalina, el
que se desplazó desde el Orinoco hacia las Antillas, existiendo hasta
la fecha una continuidad histórica y una innegable herencia cultural.
Como pueblos del circum
caribe posemos conexiones con los Caribes rojos de la isla de San
Vicente y los kalinagu de la isla de Dominica.
Por
supuesto que existe la auto identificación como pueblo indígena, a
pesar de la campaña estatal de desconocer nuestro bagaje cultural y
tratar de reducirla a una simple y miope cuestión de raza. Como Garinagu
(garifunas) el idioma y la religión son parte esencial de nuestra
unidad cultural, además somos el pueblo indígena en Honduras que ha
conservado más hasta la fecha tanto las tradiciones culturales y el
territorio.
En
los títulos ejidales extendidos por el Estado de Honduras en el siglo
XIX, a favor de las comunidad de Punta de Hicacos (Santa Fe) y la
Puntilla (Puerto
Castilla) se les denominó caribales por el apelativo de Caribes Negros con el cual fuimos denominados por los británicos en
el siglo XVIII. Ya para inicios del siglo XX se extendió el título a
favor de Cristales y Rio Negro a nombre de los “morenos”.
La
visión de territorio comunitario es parte integral de nuestra
cosmovisión, cimentada en la familia extensa y la matrifocalidad, la
cual perdura hasta la fecha. Los afeduhatiñu (los grupos de danza de las
mujeres), son las organizaciones más antiguas, alguna de ellas
centenarias y con presencia en todas las comunidades, encargadas de la
transmisión oral e
intergeneracional.
Hasta
los despojos territoriales perpetrados por Miguel Facusse y Punta
Farallones y el general Castro Cabus a principios de la década de los
años 90, existió una continuidad territorial desde Santa Rosa de Aguan
hasta Plaplaya, abarcando más de 25 comunidades Garífunas. Previo a la
apropiación de Castilla por la Empresa Nacional Portuaria en el año
1978, la continuidad territorial existía desde Guadalupe hasta Plaplaya.
El Estado de Honduras y la premeditada conversión de Garífunas a simples afrodescendientes.
Los
Garífunas hemos sido siempre orgullosos de no haber pasado por el
ritual de ser marcados como esclavos. La herencia de los náufragos
africanos que arribaron a San Vicente a mediados de los siglo XVII, y de
los indígenas Arawak Caribes, se convirtió en un sincretismo cultural
de los más ricos del continente americano.
Sin
embargo, a finales de los años 90 comienza una ofensiva por parte del
Estado de Honduras para desestimar nuestra condición como pueblo
indígena y recalcar lo de minoría étnica no autóctona. Cabe señalar que
los pueblos indígenas en Honduras somos productos de las migraciones de
otras partes del continente, desvirtuando el concepto de autóctonos, con
con el que suelen algunos funcionarios descalificar al pueblo Garìfuna;
por el hecho de haber arribado a
Honduras hace dos siglos, alimentando así la noción arraigada entre
muchos compatritotas que los garífunas somos extranjeros.
Es
importante recalcar que la elite dominante del país está conformada en
su mayoría por descendientes de cristianos maronitas y libaneses
denominados localmente como turcos, y algunas familias de extracción
judía. A estas minorías no se les suele cuestionar su origen o
clasificarlos como extranjeros, ya que ellos aparte de ser los dueños de
los medios de comunicación encargados de manipular más que de formar la
opinión del pueblo, también controlan los medios de producción del
país.
El
Estado durante décadas se ha abstenido en lo posible de utilizar
el termino pueblos, sustituyéndolo por etnias. A pesar que las
etimologías de la palabra pueblos y etnias tienen su aparente semejanza
(la primera proviene del latín populus y la segunda del griego ethnos);
las minorías étnicas carecen de derechos jurídicos internacionalmente
reconocidos.
En
el caso de la sustitución de pueblo negro por simple afrodescendiente,
da la impresión que se limita a una visión occidental (blanca) de una
supuesta corrección política, soterrando el concepto de negritud,
acuñado por el poeta martiniqueño Aime Cesaire junto al poeta senegales
Leopold Senghor a inicios del siglo pasado como respuesta al
colonialismo mental impuesto por las culturas eurocéntricas.
Desconocer
nuestra condición como pueblo indígena, es un argumento para no aplicar
el Convenio 169 de la OIT, y excluir de esta forma la implementación
del derecho a la Consulta-consentimiento, previo, libre e informado
(CPLI), el que ha sido pisoteado de forma sistemática hasta la fecha.
Basta ver la farsa cometida con la exploración y explotación de petróleo
a manos del Grupo BG, la construcción de hidroeléctricas en territorios
de los pueblos indígenas en todos los confines del país y la creación
de áreas protegidas inconsultas.
Los
casos que en este momento las comunidades Garífunas acompañadas por la
OFRANEH ventilan ante la Corte IDH y en la CIDH en su mayoría incluyen
violaciones al Convenio 169. En elcaso de Triunfo de la Cruz,
el estado asegura haber efectuado una socialización y consulta.
Aparentemente los asesores jurídicos del Estado pretenden desconocer la
enorme diferencia que existe entre socialización y
consulta-consentimiento. Este es uno de los puntos torales en la mayoría
de las problemáticas que afectan a los pueblos
indígenas del continente, generando enormes conflictos sociales, donde
los estados-nación tratan de imponer modelos de “desarrollo” ajenos a
las cosmovisiones indígenas, culminando en frecuentes masacres y
desplazamientos poblacionales.
La
primera semana de septiembre, el Estado acudirá al Paraguay, a una
audiencia de la Corte IDH sobre el caso de la comunidad Garífuna de
Punta Piedra, por el despojo cometido en el año 93, cuando el general
Castro Cabus, indujo una invasión de un supuesto grupo campesino para
apropiarse de las tierras de esa comunidad. Mientras tanto en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ventilan dos casos en
relación a Cayos Cochinos, y San Juan Tela, además de otras peticiones.
La mayoría de estos casos y peticiones están cimentados en el Convenio
169 de la OIT y
el CPLI
Es
hora que el Estado revierta la ignorancia demostrada en materia
jurídica y antropológica. Existen pueblos indígenas en todos los
confines del planeta. La persistencia en anteponer raza a cultura se
convierte en una amenaza para el pueblo Garífuna y los demás pueblos
indígenas del país.
Sambo Creek, 19 de Agosto del 2010
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
tinyurl.com/kbs7ljw
ofraneh / 20/08/2014
El
estado de Honduras esgrime ante la Corte interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) como parte de su defensa ante los despojos
territoriales cometidos en detrimento de la comunidad Garífuna de
Triunfo de la Cruz, una denegación de nuestra condición como pueblo
indígena, y de esta forma
pretende eludir la aplicación del convenio 169 de la OIT.
Desde
hace más de una década, las diferentes administraciones gubernamentales
en Honduras, han venido reduciendo nuestra condición de pueblo indígena
a simples afrodescendientes, intentando sobreponer la raza sobre la
cultura.
ofraneh / 20/08/2014
El
estado de Honduras esgrime ante la Corte interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) como parte de su defensa ante los despojos
territoriales cometidos en detrimento de la comunidad Garífuna de
Triunfo de la Cruz, una denegación de nuestra condición como pueblo
indígena, y de esta forma
pretende eludir la aplicación del convenio 169 de la OIT.
Es innegable la amalgama genética y cultural entre amerindios y africanos, la cual determina nuestra riqueza cultural, reconocida por la UNESCO con la declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidaden el año 2001. Hasta la fecha preservamos el idioma Garifuna clasificado como arawak, maipure norteño.
Además poseemos nuestra religión animista el Dugü, y conservamos las
técnicas de producción del casabe provenientes de los pueblos
circunscritos en las culturas de la yuca amarga.
Los Garinagu (Garifunas) somos herederos del pueblo kalina, el
que se desplazó desde el Orinoco hacia las Antillas, existiendo hasta
la fecha una continuidad histórica y una innegable herencia cultural.
Como pueblos del circum
caribe posemos conexiones con los Caribes rojos de la isla de San
Vicente y los kalinagu de la isla de Dominica.
Por
supuesto que existe la auto identificación como pueblo indígena, a
pesar de la campaña estatal de desconocer nuestro bagaje cultural y
tratar de reducirla a una simple y miope cuestión de raza. Como Garinagu
(garifunas) el idioma y la religión son parte esencial de nuestra
unidad cultural, además somos el pueblo indígena en Honduras que ha
conservado más hasta la fecha tanto las tradiciones culturales y el
territorio.
En
los títulos ejidales extendidos por el Estado de Honduras en el siglo
XIX, a favor de las comunidad de Punta de Hicacos (Santa Fe) y la
Puntilla (Puerto
Castilla) se les denominó caribales por el apelativo de Caribes Negros con el cual fuimos denominados por los británicos en
el siglo XVIII. Ya para inicios del siglo XX se extendió el título a
favor de Cristales y Rio Negro a nombre de los “morenos”.
La
visión de territorio comunitario es parte integral de nuestra
cosmovisión, cimentada en la familia extensa y la matrifocalidad, la
cual perdura hasta la fecha. Los afeduhatiñu (los grupos de danza de las
mujeres), son las organizaciones más antiguas, alguna de ellas
centenarias y con presencia en todas las comunidades, encargadas de la
transmisión oral e
intergeneracional.
Hasta
los despojos territoriales perpetrados por Miguel Facusse y Punta
Farallones y el general Castro Cabus a principios de la década de los
años 90, existió una continuidad territorial desde Santa Rosa de Aguan
hasta Plaplaya, abarcando más de 25 comunidades Garífunas. Previo a la
apropiación de Castilla por la Empresa Nacional Portuaria en el año
1978, la continuidad territorial existía desde Guadalupe hasta Plaplaya.
El Estado de Honduras y la premeditada conversión de Garífunas a simples afrodescendientes.
Los
Garífunas hemos sido siempre orgullosos de no haber pasado por el
ritual de ser marcados como esclavos. La herencia de los náufragos
africanos que arribaron a San Vicente a mediados de los siglo XVII, y de
los indígenas Arawak Caribes, se convirtió en un sincretismo cultural
de los más ricos del continente americano.
Sin
embargo, a finales de los años 90 comienza una ofensiva por parte del
Estado de Honduras para desestimar nuestra condición como pueblo
indígena y recalcar lo de minoría étnica no autóctona. Cabe señalar que
los pueblos indígenas en Honduras somos productos de las migraciones de
otras partes del continente, desvirtuando el concepto de autóctonos, con
con el que suelen algunos funcionarios descalificar al pueblo Garìfuna;
por el hecho de haber arribado a
Honduras hace dos siglos, alimentando así la noción arraigada entre
muchos compatritotas que los garífunas somos extranjeros.
Es
importante recalcar que la elite dominante del país está conformada en
su mayoría por descendientes de cristianos maronitas y libaneses
denominados localmente como turcos, y algunas familias de extracción
judía. A estas minorías no se les suele cuestionar su origen o
clasificarlos como extranjeros, ya que ellos aparte de ser los dueños de
los medios de comunicación encargados de manipular más que de formar la
opinión del pueblo, también controlan los medios de producción del
país.
El
Estado durante décadas se ha abstenido en lo posible de utilizar
el termino pueblos, sustituyéndolo por etnias. A pesar que las
etimologías de la palabra pueblos y etnias tienen su aparente semejanza
(la primera proviene del latín populus y la segunda del griego ethnos);
las minorías étnicas carecen de derechos jurídicos internacionalmente
reconocidos.
En
el caso de la sustitución de pueblo negro por simple afrodescendiente,
da la impresión que se limita a una visión occidental (blanca) de una
supuesta corrección política, soterrando el concepto de negritud,
acuñado por el poeta martiniqueño Aime Cesaire junto al poeta senegales
Leopold Senghor a inicios del siglo pasado como respuesta al
colonialismo mental impuesto por las culturas eurocéntricas.
Desconocer
nuestra condición como pueblo indígena, es un argumento para no aplicar
el Convenio 169 de la OIT, y excluir de esta forma la implementación
del derecho a la Consulta-consentimiento, previo, libre e informado
(CPLI), el que ha sido pisoteado de forma sistemática hasta la fecha.
Basta ver la farsa cometida con la exploración y explotación de petróleo
a manos del Grupo BG, la construcción de hidroeléctricas en territorios
de los pueblos indígenas en todos los confines del país y la creación
de áreas protegidas inconsultas.
Los
casos que en este momento las comunidades Garífunas acompañadas por la
OFRANEH ventilan ante la Corte IDH y en la CIDH en su mayoría incluyen
violaciones al Convenio 169. En elcaso de Triunfo de la Cruz,
el estado asegura haber efectuado una socialización y consulta.
Aparentemente los asesores jurídicos del Estado pretenden desconocer la
enorme diferencia que existe entre socialización y
consulta-consentimiento. Este es uno de los puntos torales en la mayoría
de las problemáticas que afectan a los pueblos
indígenas del continente, generando enormes conflictos sociales, donde
los estados-nación tratan de imponer modelos de “desarrollo” ajenos a
las cosmovisiones indígenas, culminando en frecuentes masacres y
desplazamientos poblacionales.
La
primera semana de septiembre, el Estado acudirá al Paraguay, a una
audiencia de la Corte IDH sobre el caso de la comunidad Garífuna de
Punta Piedra, por el despojo cometido en el año 93, cuando el general
Castro Cabus, indujo una invasión de un supuesto grupo campesino para
apropiarse de las tierras de esa comunidad. Mientras tanto en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ventilan dos casos en
relación a Cayos Cochinos, y San Juan Tela, además de otras peticiones.
La mayoría de estos casos y peticiones están cimentados en el Convenio
169 de la OIT y
el CPLI
Es
hora que el Estado revierta la ignorancia demostrada en materia
jurídica y antropológica. Existen pueblos indígenas en todos los
confines del planeta. La persistencia en anteponer raza a cultura se
convierte en una amenaza para el pueblo Garífuna y los demás pueblos
indígenas del país.
Sambo Creek, 19 de Agosto del 2010
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
El
estado de Honduras esgrime ante la Corte interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) como parte de su defensa ante los despojos
territoriales cometidos en detrimento de la comunidad Garífuna de
Triunfo de la Cruz, una denegación de nuestra condición como pueblo
indígena, y de esta forma pretende eludir la aplicación del convenio 169
de la OIT.
Desde
hace más de una década, las diferentes administraciones gubernamentales
en Honduras, han venido reduciendo nuestra condición de pueblo indígena
a simples afrodescendientes, intentando sobreponer la raza sobre la
cultura.
Es innegable la amalgama genética y cultural entre amerindios y africanos, la cual determina nuestra riqueza cultural, reconocida por la UNESCO con la declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidaden el año 2001. Hasta la fecha preservamos el idioma Garifuna clasificado como arawak, maipure norteño.
Además poseemos nuestra religión animista el Dugü, y conservamos las
técnicas de producción del casabe provenientes de los pueblos
circunscritos en las culturas de la yuca amarga.
Los Garinagu (Garifunas) somos herederos del pueblo kalina, el
que se desplazó desde el Orinoco hacia las Antillas, existiendo hasta
la fecha una continuidad histórica y una innegable herencia cultural.
Como pueblos del circum caribe posemos conexiones con los Caribes rojos
de la isla de San Vicente y los kalinagu de la isla de Dominica.
Por
supuesto que existe la auto identificación como pueblo indígena, a
pesar de la campaña estatal de desconocer nuestro bagaje cultural y
tratar de reducirla a una simple y miope cuestión de raza. Como Garinagu
(garifunas) el idioma y la religión son parte esencial de nuestra
unidad cultural, además somos el pueblo indígena en Honduras que ha
conservado más hasta la fecha tanto las tradiciones culturales y el
territorio.
En
los títulos ejidales extendidos por el Estado de Honduras en el siglo
XIX, a favor de las comunidad de Punta de Hicacos (Santa Fe) y la
Puntilla (Puerto Castilla) se les denominó caribales por el apelativo de Caribes Negros con el cual
fuimos denominados por los británicos en
el siglo XVIII. Ya para inicios del siglo XX se extendió el título a
favor de Cristales y Rio Negro a nombre de los “morenos”.
La
visión de territorio comunitario es parte integral de nuestra
cosmovisión, cimentada en la familia extensa y la matrifocalidad, la
cual perdura hasta la fecha. Los afeduhatiñu (los grupos de danza de las
mujeres), son las organizaciones más antiguas, alguna de ellas
centenarias y con presencia en todas las comunidades, encargadas de la
transmisión oral e intergeneracional.
Hasta
los despojos territoriales perpetrados por Miguel Facusse
y Punta Farallones y el general Castro Cabus a principios de la década
de los años 90, existió una continuidad territorial desde Santa Rosa de
Aguan hasta Plaplaya, abarcando más de 25 comunidades Garífunas. Previo a
la apropiación de Castilla por la Empresa Nacional Portuaria en el año
1978, la continuidad territorial existía desde Guadalupe hasta Plaplaya.
El Estado de Honduras y la premeditada conversión de Garífunas a simples afrodescendientes.
Los
Garífunas hemos sido siempre orgullosos de no haber pasado por el
ritual de ser marcados como esclavos. La herencia de los náufragos
africanos que arribaron a San Vicente a mediados de
los siglo XVII, y de los indígenas Arawak Caribes, se convirtió en un
sincretismo cultural de los más ricos del continente americano.
Sin
embargo, a finales de los años 90 comienza una ofensiva por parte del
Estado de Honduras para desestimar nuestra condición como pueblo
indígena y recalcar lo de minoría étnica no autóctona. Cabe señalar que
los pueblos indígenas en Honduras somos productos de las migraciones de
otras partes del continente, desvirtuando el concepto de autóctonos, con
con el que suelen algunos funcionarios descalificar al pueblo Garìfuna;
por el hecho de haber arribado a Honduras hace dos siglos, alimentando
así la noción arraigada entre muchos compatritotas que los garífunas
somos extranjeros.
Es
importante recalcar que la elite dominante del país está conformada en
su mayoría por descendientes de cristianos maronitas y libaneses
denominados localmente como turcos, y algunas familias de extracción
judía. A estas minorías no se les suele cuestionar su origen o
clasificarlos como extranjeros, ya que ellos aparte de ser los dueños de
los medios de comunicación encargados de manipular más que de formar la
opinión del pueblo, también controlan los medios de producción del
país.
El
Estado durante décadas se ha abstenido en lo posible de utilizar el
termino pueblos, sustituyéndolo por etnias. A pesar que las etimologías
de la palabra pueblos y etnias tienen su aparente semejanza (la primera
proviene del latín populus y la segunda del griego ethnos); las
minorías étnicas carecen de derechos jurídicos internacionalmente
reconocidos.
En
el caso de la sustitución de pueblo negro por simple afrodescendiente,
da la impresión que se limita a una visión occidental (blanca) de una
supuesta corrección política, soterrando el concepto de negritud,
acuñado por el poeta martiniqueño Aime Cesaire junto al poeta senegales
Leopold Senghor a inicios del siglo pasado como respuesta al
colonialismo mental impuesto por las culturas eurocéntricas.
Desconocer
nuestra condición como pueblo indígena, es un argumento para no aplicar
el Convenio 169 de la OIT, y excluir de esta forma la implementación
del derecho a la Consulta-consentimiento,
previo, libre e informado (CPLI), el que ha sido pisoteado de forma
sistemática hasta la fecha. Basta ver la farsa cometida con la
exploración y explotación de petróleo a manos del Grupo BG, la
construcción de hidroeléctricas en territorios de los pueblos indígenas
en todos los confines del país y la creación de áreas protegidas
inconsultas.
Los
casos que en este momento las comunidades Garífunas acompañadas por la
OFRANEH ventilan ante la Corte IDH y en la CIDH en su mayoría incluyen
violaciones al Convenio 169. En elcaso de Triunfo de la Cruz,
el estado asegura haber efectuado una socialización y consulta.
Aparentemente los asesores jurídicos del Estado pretenden desconocer la
enorme diferencia que existe entre socialización y
consulta-consentimiento. Este es uno de los puntos torales en la mayoría
de las problemáticas que afectan a los pueblos indígenas del
continente, generando enormes conflictos sociales, donde los
estados-nación tratan de imponer modelos de “desarrollo” ajenos a las
cosmovisiones indígenas, culminando en frecuentes masacres y
desplazamientos poblacionales.
La
primera semana de septiembre, el Estado acudirá al Paraguay, a una
audiencia de la Corte IDH sobre el caso de la comunidad Garífuna de
Punta Piedra, por el despojo cometido en el año 93, cuando el general
Castro Cabus, indujo una invasión de un supuesto grupo campesino para
apropiarse de las tierras de esa comunidad. Mientras tanto en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ventilan dos casos en
relación a Cayos Cochinos, y San Juan Tela, además de otras peticiones.
La mayoría de estos casos y peticiones están cimentados en el Convenio
169 de la OIT y el CPLI
Es
hora que el Estado revierta la ignorancia demostrada en materia
jurídica y antropológica. Existen pueblos indígenas en todos los
confines del planeta. La persistencia en anteponer raza a cultura se
convierte en una amenaza para el pueblo Garífuna y los demás pueblos
indígenas del país.
Sambo Creek, 19 de Agosto del 2010
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
El
estado de Honduras esgrime ante la Corte interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) como parte de su defensa ante los despojos
territoriales cometidos en detrimento de la comunidad Garífuna de
Triunfo de la Cruz, una denegación de nuestra condición como pueblo
indígena, y de esta forma pretende eludir la aplicación del convenio 169
de la OIT.
Desde
hace más de una década, las diferentes administraciones gubernamentales
en Honduras, han venido reduciendo nuestra condición de pueblo indígena
a simples afrodescendientes, intentando sobreponer la raza sobre la
cultura.
Es innegable la amalgama genética y cultural entre amerindios y africanos, la cual determina nuestra riqueza cultural, reconocida por la UNESCO con la declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidaden el año 2001. Hasta la fecha preservamos el idioma Garifuna clasificado como arawak, maipure norteño.
Además poseemos nuestra religión animista el Dugü, y conservamos las
técnicas de producción del casabe provenientes de los pueblos
circunscritos en las culturas de la yuca amarga.
Los Garinagu (Garifunas) somos herederos del pueblo kalina, el
que se desplazó desde el Orinoco hacia las Antillas, existiendo hasta
la fecha una continuidad histórica y una innegable herencia cultural.
Como pueblos del circum caribe posemos conexiones con los Caribes rojos
de la isla de San Vicente y los kalinagu de la isla de Dominica.
Por
supuesto que existe la auto identificación como pueblo indígena, a
pesar de la campaña estatal de desconocer nuestro bagaje cultural y
tratar de reducirla a una simple y miope cuestión de raza. Como Garinagu
(garifunas) el idioma y la religión son parte esencial de nuestra
unidad cultural, además somos el pueblo indígena en Honduras que ha
conservado más hasta la fecha tanto las tradiciones culturales y el
territorio.
En
los títulos ejidales extendidos por el Estado de Honduras en el siglo
XIX, a favor de las comunidad de Punta de Hicacos (Santa Fe) y la
Puntilla (Puerto Castilla) se les denominó caribales por el apelativo de Caribes Negros con el cual
fuimos denominados por los británicos en
el siglo XVIII. Ya para inicios del siglo XX se extendió el título a
favor de Cristales y Rio Negro a nombre de los “morenos”.
La
visión de territorio comunitario es parte integral de nuestra
cosmovisión, cimentada en la familia extensa y la matrifocalidad, la
cual perdura hasta la fecha. Los afeduhatiñu (los grupos de danza de las
mujeres), son las organizaciones más antiguas, alguna de ellas
centenarias y con presencia en todas las comunidades, encargadas de la
transmisión oral e intergeneracional.
Hasta
los despojos territoriales perpetrados por Miguel Facusse
y Punta Farallones y el general Castro Cabus a principios de la década
de los años 90, existió una continuidad territorial desde Santa Rosa de
Aguan hasta Plaplaya, abarcando más de 25 comunidades Garífunas. Previo a
la apropiación de Castilla por la Empresa Nacional Portuaria en el año
1978, la continuidad territorial existía desde Guadalupe hasta Plaplaya.
El Estado de Honduras y la premeditada conversión de Garífunas a simples afrodescendientes.
Los
Garífunas hemos sido siempre orgullosos de no haber pasado por el
ritual de ser marcados como esclavos. La herencia de los náufragos
africanos que arribaron a San Vicente a mediados de
los siglo XVII, y de los indígenas Arawak Caribes, se convirtió en un
sincretismo cultural de los más ricos del continente americano.
Sin
embargo, a finales de los años 90 comienza una ofensiva por parte del
Estado de Honduras para desestimar nuestra condición como pueblo
indígena y recalcar lo de minoría étnica no autóctona. Cabe señalar que
los pueblos indígenas en Honduras somos productos de las migraciones de
otras partes del continente, desvirtuando el concepto de autóctonos, con
con el que suelen algunos funcionarios descalificar al pueblo Garìfuna;
por el hecho de haber arribado a Honduras hace dos siglos, alimentando
así la noción arraigada entre muchos compatritotas que los garífunas
somos extranjeros.
Es
importante recalcar que la elite dominante del país está conformada en
su mayoría por descendientes de cristianos maronitas y libaneses
denominados localmente como turcos, y algunas familias de extracción
judía. A estas minorías no se les suele cuestionar su origen o
clasificarlos como extranjeros, ya que ellos aparte de ser los dueños de
los medios de comunicación encargados de manipular más que de formar la
opinión del pueblo, también controlan los medios de producción del
país.
El
Estado durante décadas se ha abstenido en lo posible de utilizar el
termino pueblos, sustituyéndolo por etnias. A pesar que las etimologías
de la palabra pueblos y etnias tienen su aparente semejanza (la primera
proviene del latín populus y la segunda del griego ethnos); las
minorías étnicas carecen de derechos jurídicos internacionalmente
reconocidos.
En
el caso de la sustitución de pueblo negro por simple afrodescendiente,
da la impresión que se limita a una visión occidental (blanca) de una
supuesta corrección política, soterrando el concepto de negritud,
acuñado por el poeta martiniqueño Aime Cesaire junto al poeta senegales
Leopold Senghor a inicios del siglo pasado como respuesta al
colonialismo mental impuesto por las culturas eurocéntricas.
Desconocer
nuestra condición como pueblo indígena, es un argumento para no aplicar
el Convenio 169 de la OIT, y excluir de esta forma la implementación
del derecho a la Consulta-consentimiento,
previo, libre e informado (CPLI), el que ha sido pisoteado de forma
sistemática hasta la fecha. Basta ver la farsa cometida con la
exploración y explotación de petróleo a manos del Grupo BG, la
construcción de hidroeléctricas en territorios de los pueblos indígenas
en todos los confines del país y la creación de áreas protegidas
inconsultas.
Los
casos que en este momento las comunidades Garífunas acompañadas por la
OFRANEH ventilan ante la Corte IDH y en la CIDH en su mayoría incluyen
violaciones al Convenio 169. En elcaso de Triunfo de la Cruz,
el estado asegura haber efectuado una socialización y consulta.
Aparentemente los asesores jurídicos del Estado pretenden desconocer la
enorme diferencia que existe entre socialización y
consulta-consentimiento. Este es uno de los puntos torales en la mayoría
de las problemáticas que afectan a los pueblos indígenas del
continente, generando enormes conflictos sociales, donde los
estados-nación tratan de imponer modelos de “desarrollo” ajenos a las
cosmovisiones indígenas, culminando en frecuentes masacres y
desplazamientos poblacionales.
La
primera semana de septiembre, el Estado acudirá al Paraguay, a una
audiencia de la Corte IDH sobre el caso de la comunidad Garífuna de
Punta Piedra, por el despojo cometido en el año 93, cuando el general
Castro Cabus, indujo una invasión de un supuesto grupo campesino para
apropiarse de las tierras de esa comunidad. Mientras tanto en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ventilan dos casos en
relación a Cayos Cochinos, y San Juan Tela, además de otras peticiones.
La mayoría de estos casos y peticiones están cimentados en el Convenio
169 de la OIT y el CPLI
Es
hora que el Estado revierta la ignorancia demostrada en materia
jurídica y antropológica. Existen pueblos indígenas en todos los
confines del planeta. La persistencia en anteponer raza a cultura se
convierte en una amenaza para el pueblo Garífuna y los demás pueblos
indígenas del país.
Sambo Creek, 19 de Agosto del 2010
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH
OFRANEH
Organizacion Fraternal Negra Hondureña
Organizacion Fraternal Negra Hondureña
Sambo Creek, Atlántida.
Honduras
telefax: 504-24541513 / 504-24490003
email:garifuna@ofraneh.org / ofraneh@yahoo.com
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