viernes, 16 de noviembre de 2018

EDITORIAL Y PORTADA EL LIBERTADOR IMPRESO NOV. 2018: LA REVOLUCIÓN DE CARAVANAS

La caravana en su desdén, al partir no sólo le dio le espalda a JOH y sus jefes; también se la dio a la oposición partidaria, no tienen los mismos tiempos, el pueblo quiere que se vaya JOH, la oposición electoral calla y lo sostiene con abrazo amigo hasta los comicios de 2021.  
                                                      EDITORIAL
                                LA REVOLUCIÓN DE CARAVANAS
Del otro lado de las fronteras —a lo lejos— en las montañas hondureñas, aún se ve la densa estela blanca de gas lacrimógeno. Se siente como tantas veces en los últimos diez años ese impulso de ira, de soledad, de frustración. Flota en la memoria ese efecto tóxico que quema la piel y calienta la respiración, que hace llorar ácido en la falsa niebla, que sofoca la garganta hasta matar a Wendy en 2009.

                     Esa desesperanza apuraba el paso de la caravana recién el sábado 13 de octubre, no hacia Estados Unidos, es a un destino mejor como muchos otros pueblos que por terror y hambre hicieron y harán lo mismo en la historia. El punto de partida es el sueño de una madre viendo crecer a sus hijos y su descendencia, o la obstinación de una mujer con recuperar para sus hijos una choza de tablas que el río embravecido se llevó durante la semana morazánica.

Ese adiós no causa gracia. La primera de cuatro caravanas formada por unas 7.000 personas llegó a Baja California el pasado 15 de noviembre, 34 días después que salieron de San Pedro Sula y tras haber cruzado por tierra más de 4,400 kilómetros. Un camino incierto que en la ansiedad por pasar la frontera fue la sepultura para Henry, asesinado por la policía mexicana. ¡Que ironía! Dicen que una bala de goma lo mató, igual que a Isis Obed el 5 julio de 2009 en pleno golpe de Estado.

Jamás olvidaremos el trato amistoso a los nuestros en Chiquimula y Tapachula y, tampoco, más adelante el frío, el hambre y la discriminación en Tijuana. Aun así no hallaron opción, siguieron, el miedo cala los huesos en Honduras. Aquí ha ocurrido un genocidio, los muertos son civiles desarmados.

En la última década, desde 2009 hasta el primer trimestre de 2018, datos oficiales cuentan que fueron asesinados 55,137 hondureños, cifra escalofriante que supera el promedio de 44,000 homicidios que por década registró Colombia en sus cincuenta años de cruento conflicto armado convencional, entre 1958 y 2012 la guerra se llevó 177.307 civiles y apenas 40.787 combatientes de diferentes bandos, según el Centro de Memoria Histórica.

Varios medios del mundo han recogido el testimonio de hondureños, sin ambages declaran que huyen de la dictadura que lidera Juan Hernández y culpan que la injerencia de Estados Unidos imposibilita el cumplimiento de la voluntad popular y, que ambos factores, han vuelto insoportable la existencia tranquila, han dicho que si Hernández deja el gobierno mañana, volverían. La caravana es una novedosa forma de protesta internacional contra los que hoy controlan Honduras. Es, ante la diplomacia cómplice del despotismo, que oculta la hipocresía bajo disfraz de prudencia, el reclamo a tiempo contra sus corporaciones amantes de los poderosos, que conspiran contra el triunfo de los pueblos que exterminan las tiranías.

No hay revoluciones iguales. Éxodo es método de lucha, esta vez; el escenario es el exterior, esta vez. Mucho historiador bueno para memorizar, sin dudar, se apega al manual de dominación y repite que el hondureño es “pacífico”, cuando nunca lo ha sido. ¿Qué “pacífico” caminaría 210 días continuos desarmado, en protesta contra un golpe de Estado como en 2009 frente a un ejército como el hondureño, asesino de ocupación gringa?

¿Qué “pacífico” pasaría casi cien años en guerras civiles? ¿No han visto como esta caravana en harapos, enferma y hambrienta, sin querer, infunde reservas en otros pueblos cuando ven al hondureño saltar al vacío y cruzar ríos, aun siendo torturado por helicópteros mexicanos? El connacional destaca por su inteligencia con la mínima oportunidad en el extranjero. Esto no es drama, no necesita el pueblo, se hizo insensible para subsistir al trato bestial del poder.

La caravana en su desdén, al partir no sólo le dio le espalda a JOH y sus jefes; también se la dio a la oposición partidaria, no tienen los mismos tiempos, el pueblo quiere que se vaya JOH, la oposición electoral calla y lo sostiene con abrazo amigo hasta los comicios de 2021.

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