miércoles, 10 de octubre de 2018

Honduras: De vuelta a clases,medios silenciosos en semana de tormentos

Honduras es la eterna promesa de una tierra y de un pueblo que aspira a salir de la humillación, pero sigue atrapada en la basura de la herencia colonial por una clase política antinacional, rapaz y “bestial” como la llama el recio analista Murillo Selva.
Reflexión / EL LIBERTADOR / Publicado: 10 Octubre 2018

                   El hondureño se ha vuelto un crítico implacable, dirá que los medios de comunicación son irresponsables, que callaron la tragedia, que bailaban mientras el sucio Choluteca se tragaba Tegucigalpa, cuando la lluvia tapaba las lágrimas y cuando Juan Pablo veía la oportunidad de morir saltando al río embravecido; nadie cree que COPECO ignoraba el pronóstico de la fatal tormenta que no advirtió Lisandro Rosales, aun cuando dispone del avanzado Centro de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos).

Muchos no perdonan que Lisandro por tanto ajetreo con el tiempo, organizando el plan de contingencias para el feriado se le fue por alto la consulta del clima al poderoso sistema de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA), que emite advertencias satelitales precisas con antelación de hasta quince días sobre condiciones meteorológicas peligrosas, prepara cartas de mares y de cielos y... ¡vale riata!, etc.

Después de una actualización de 44 millones de dólares en enero de 2016, el NOAA tiene capacidad de realizar casi tres billones de cálculos por segundo; ¡mmm!, parece que esa tecnología puede predecir cambios del tiempo y del clima en cualquier sitio del planeta. Aaah, el hombrón olvidó también pedir los mapas globales que cada seis horas registran los súper radares de ultramar del Centro Nacional de Huracanes de Miami (NHC, en inglés, para la próxima Lisandro).

Ese paisano de redes, reclama que gobierno y periodistas, en vez de invitar a pensar a la población, actuaron como pomponeras del régimen, arengando viajes en esta cíclica temporada de huracanes, que se fueran a las playas –quizá sin los diez mil lempiras que JOH contó andaba cada parroquiano—, pero que salieran de sus casas, adonde fuera; urgía llegar a los dos millones de turistas que el oráculo de Epaminondas Marinakys juró invadirían, con bolsillo feliz y estómago todoterreno, los bellos parajes del confort hondureño.

Los ilusionistas de este éxodo, (“dinámica” dicen los expertos) generaría 5.700 empleos temporales exactos, según cálculo matemático estadístico de Madero y circularían unos 3.000 millones de lempiras, cifra corta para los magos Silvestri y Epaminondas que tuvieron la visión de 5.000 millones derramándose sobre la economía nacional. “No creo, muéstrenme las cifras”, les mandó decir el incrédulo exgerente técnico del Banco Central, el doctor en Macroeconomía, Claudio Salgado. El alcalde Asfura ni dijo ni hizo nada, naufragó.
                                               
Honduras estaba servida, como la tonta india dormida del despistado Colón, ya no virgen, por supuesto; aparecieron las estrellas de la televisión tradicional enseñando el radiante sol en el castillo de Omoa, viandas humeantes adornaban el set; era carnaval en todo el control de canales, amores virtuales en bikini ofrecían cerveza, la sensualidad insinuaba muslos como promesa íntima para el almirante que subiera al barco de la semana santa de tormentas.

“Estás dura, dura, dura, dura, dura. Que estás dura, mano arriba porque tú te ves bien. Estás dura mamacita, te fuiste de nivel …”, a este ritmo, “Daddy Yankee” despidió del aire a los astros de la noticia positiva, aceleró fuerte el reguetón, la pencada de “Chano”, el folklore pueblerino, tomas viejas de pueblos varados como buques hundidos en aguas sombrías.

Entonces vino la noche y, con ella, el espanto de una tierra salvaje, de una tribu que deambula por un territorio, sobrevive el más fuerte, el lumpen, el menos sensible, el que no se enferma, el matón mayor o el más hábil corrupto o corrupta. El vuelo multicolor de la Guara se perdió en el horizonte del plasma. Lo frío y lluvioso se apoderó de un país que quiso ser república en la mano de Francisco Morazán y en la mente de Ramón Rosa, un país de “políticos bestiales”, como resume a esta élite la experiencia analítica del doctor Murillo Selva.

La lluvia exhibe en días repetitivos que muerte y dolor son condiciones de estatus, hay que ser empobrecido, lloriqueadera que ya la raya, aquí a nadie le importan, sólo al poeta Sosa, al final de cuentas, ante Dios, cierta vez afirmó iracunda su excelencia, el cardenal Rodríguez, “dejen de hablar de los pobres, siempre los habrá”, entre más feriados largos haya, más se reduce la pobreza, mejor si es época de locura tropical, ya las muertes por accidentes de tránsito se van a los penales con las de homicidios, ¿entonces, cuál es el problema? 

Cuentos maravillosos, fábulas de animales, historias de amor, relatos de crímenes, tragedias, narraciones picarescas, viajes de inversiones, cuentos de turismo, novelas de caballería, etc., son sólo algunos de los materiales que forman el texto de “Las Mil y Una Noches”, uno de los libros más maravillosos de la literatura universal. Cuentan que las historias están formadas por un antiguo libro persa llamado los “Mil Mitos”.

En este libro, los textos están encadenados, una historia lleva a la otra, ya que Scheherezade, la narradora, se ve obligada a utilizar su inteligencia y creatividad para salvar su vida, aunque sólo sea por un día más. Ya viene la Navidad y otros feriados en lo que resta de cuatro años, pero tiempo y clima no son lo mismo, el tiempo indica el presente de un país incierto, el clima varía según circunstancias, finaliza el diálogo de Garafulic, imposible la reelección, Oliva está nervioso, Luis va con todo… El NOAA advierte que cambiará el clima de Scheherezade.

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