Domingo 10 de Junio 2018 | Manu Pineda (Responsable de Relaciones Internacionales del PCE)
Con un ex director de la CIA a
cargo ahora de la política exterior norteamericana, Estados Unidos
sigue considerando a Latinoamérica como patio trasero, y su descaro es
tal que Tillerson, anterior Secretario de Estado, dijo en una
conferencia en la universidad de Texas: “América Latina no necesita
nuevos poderes imperiales”. Sin duda, cree que con el poder imperial
yanqui basta y sobra.
Según Gregorio Selser, Estados Unidos ha
invadido Nicaragua un sinnúmero de veces; ha financiado una
contrarrevolución de forma ilegal e inmoral: ahí están las sentencias de
los tribunales estadounidenses y, de corolario, una sentencia de la
Corte Internacional de Justicia en la Haya, que declara culpable a
Washingtonpor bloquear puertos y financiar una guerra sangrienta para
sabotear al gobierno sandinista de la década de los ochenta. Porque los
intereses y planes geopolíticos de Estados Unidos son ambiciosos y
criminales, sin respeto a los pueblos y al derecho internacional; y,
hoy, nuevamente, crean una trama con un guion que solo se repite en
países latinoamericanos con presidentes progresistas.
En la última década, Washington y sus
agentes locales han perpetrado golpes de estado blandos en Honduras,
Brasil y Paraguay; han intentado, sin éxito, romper el orden
constitucional en Bolivia, Ecuador y Venezuela; y lo han hecho siempre, a
países con presidentes de izquierdas.
Utilizan dos guiones distinto: en países
donde tienen harta influencia en las instituciones militares, el
parlamento junto con el poder judicial, ha defenestrado (en sistemas
presidencialistas) al presidente.
Y en países como Venezuela y, ahora,
Nicaragua, donde el imperio choca con unas fuerzas armadas dignas e
instituciones del estado con alto sentido patrio; organizan protestas
desestabilizadoras y muy violentas.
El imperialismo ha ido mutando sus
estrategias golpistas e intervencionistas; se ha, visto en Siria, en
Libia, en Ucrania, en Venezuela y, hoy, en Nicaragua. Cuenta con la
manipulación y la mentira, que multiplican a través de las redes
sociales. En el acoso a Nicaragua ha utilizado con cinismo y
desvergüenza fotos de cadáveres de otros territorios del planeta, de
Palestina, Honduras o México, para achacarlos al gobierno de Managua. En
paralelo, la mendaz maquinaria propagadística de Washington denuncia
una supuesta represión salvaje del gobierno sobre “grupos de
manifestantes pacíficos y desarmados”; acusaciones repetidas después
desde organizaciones mercenarias “defensoras de los derechos humanos”,
creadas ad hoc con el dinero sucio de los servicios secretos
estadounidenses.
Acostumbrados a la violencia, seguros de
la complicidad de las burguesías locales en América Latina, consumados
maestros en la injerencia en otros países, aplicados padrinos de
gobiernos militares que asolaron el continente y sembraron la muerte por
doquier, los gobiernos norteamericanos siguen sin aceptar la soberanía
de sus vecinos y quieren imponer a cualquier precio toda su hegemonía.
El gobierno de Nicaragua, que no ha cesado
de hacer llamamientos a todos los sectores nicaragüenses a participar
en una mesa de diálogo, incluso a los grupos violentos y golpistas,
aboga por la mediación de sectores que le son opuestos, ha aceptado la
entrada de la CIDH (organismo dependiente de la OEA, hostil al gobierno
sandinista), y ha cedido para que investigadores internacionales
propuestos por la CIDH esclarezcan los responsables de todas las muertes
que se produjeron durante las protestas. Por eso, llama la atención
que, tras ese último acuerdo donde se garantiza la imparcialidad en las
investigaciones, los opositores se retirasen de la mesa de diálogo y
llamasen a un golpe de Estado.
Es evidente que presenciamos una nueva
injerencia patrocinada por el gobierno Trump: una nueva “revolución de
colores” encaminada a justificar una ola de sanciones que golpee a un
gobierno que no baila al son de la música de Washington, y cuya
desestabilización y consiguiente caos en las calles del país podría
justificar una nueva “intervención humanitaria” destinada a derribar al
gobierno de Managua.
Ante esa alarmante situación, es urgente
levantar la voz contra esa injerencia norteamericana; es apremiante la
movilización por la paz, la democracia y la soberanía de los pueblos; es
inaplazable que los trabajadores y las organizaciones políticas y
sociales de España y Europa se movilicen por la soberanía de los
pueblos: en este caso, por un país pequeño en extensión pero gigante en
dignidad.
Nicaragua se ha ganado con harto sacrificio el derecho a que
Estados Unidos saque sus manos del país, a ser un territorio libre de
las hipotecas imperialistas y a que nadie intervenga en sus asuntos
internos; y tiene la fuerza y la dignidad suficiente para encontrar por
sí misma la resolución de la crisis dentro del marco democrático, la
legitimidad para elegir libremente su camino de restablecer la paz.
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https://www.el19digital.com/articulos/ver/titulo:77876-el-imperio-contra-nicaragua
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