Julio 11,2017 / Por Oscar Miguel Marroquín
El apagón informativo nuevamente le falla a Juan Orlando Hernández,
de repente el nombre de Berta Cáceres suena en todo el planeta, de ahí
que el silencio comprado se vuelve inútil, como inútil también es la
estrategia de invisibilizar este horrible crimen que colocó al Estado
hondureño en la mira de las organizaciones defensoras de los derechos
humanos.
La impunidad parece estar perdiendo terreno, las tontas
argucias del malévolo abogado van en picada, fuera de las fronteras
hondureñas, los organismos defensores de los derechos humanos no son
alcanzados por el apagón informativo; la eficacia con la que callan por
voluntad propia o por soborno los medios de comunicación en Honduras
esta vez se ve truncada.
Acorralado y sin posibilidad de echar
mano del apagón informativo, el presidente corre en búsqueda de
argumentos para minimizar el vendaval que se le viene encima, hace uso
de lo que sea y como sea, en su escuálido y precoz comunicado intenta
hacer de la desteñida MACCIH una demostración de transparencia por parte
del gobierno. No cabe duda de que, los pobres argumentos parecen ser un
parto muerto.
En todo caso, la MACCIH no es un símbolo de
triunfo para este gobierno, es más bien el estandarte de la vergüenza
que ningún gobierno honrado y democrático se precia de llevar en alto,
la llegada de esta misión a suelo hondureño significa que el Estado ha
sido secuestrado por una poderosa red criminal que ha saqueado el erario
y, además, ha permitió que horrendos crímenes como el que se cometió en
contra de Berta Cáceres queden hasta hoy en la impunidad.
Pero
no bastándole con lo anterior, también echa mano del Secretario de
Estados de los Estados Unidos Rex Tillerson y, angustiosamente
parafrasea declaraciones de este político en favor del gobierno de
Honduras, declaraciones que por supuesto se estrellan con lo ocurrido en
la última reunión del Comité de Derechos Humanos en la ciudad de Suiza.
De esta manera, los endebles argumentos mostrados por Juan
Orlando dejan entrever que tras este asesinato podrían existir intereses
y personas que han logrado influir en el gobierno para que el sistema
de justicia hondureño engavete para siempre la investigación.
Hasta
el presente, la sombra de la corrupción y la impunidad persiguen por
doquier al tristemente célebre presidente de Honduras, la violación de
la moral y las normas institucionales jurídicas colocan a cualquier
presidente en una posición miserable; pues no hay que olvidar el
juramento de hacer cumplir la constitución de la república, si el
juramento no es respetado lógicamente el presidente está violando el
precepto constitucional que da paso al respeto irrestricto a la vida. La
constitución de la Republica de Honduras dice en el artículo 65: EL
DERECHO A LA VIDA ES INVIOLABLE.
“Prometo ser fiel a la
República, cumplir y hace cumplir la Constitución y sus leyes”, ¿ha
cumplido Juan Orlando con su juramento? ¿Ha defendido Juan Orlando La
vida de los hondureños y hondureñas?
En síntesis, la negación por
parte del gobierno a una verdadera investigación anula prácticamente la
legitimidad de este gobierno, pues es inconcebible desde todo punto de
vista que el sistema normativo deje de lado los deberes institucionales
para llevar hasta las últimas consecuencias las investigaciones
necesarias que den con el paradero de los autores intelectuales de este
asesinato.
martes, 11 de julio de 2017
Honduras: Berta Cáceres,el grito que no se apaga
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