martes, 29 de noviembre de 2016

Honduras: LA CALLE DE NIÑAS Y NIÑOS... UNA HISTORIA COBARDE, SIN IMPORTANCIA

Entra al salón donde espero, pelo castaño y ojos claros, nadie le quita la sonrisa de boca, me observa, se pone seria: ¿“Ud. Me va a entrevistar”? –Sí, yo- vuelve a sonreír –“¿Qué quiere que le cuente?”, mientras encoje los pies y cruza los brazos.

Honduras Invierte 85 centavos de dólar diarios (menos de 20 lempiras) en cada niño y niña. Así lo revela Belinda Portillo, directora de Plan Internacional en su último informe “Presupuestos Públicos: Cómo los gobiernos deberían invertir el dinero a favor de los derechos de niñas y niños”; mientras aproximadamente el costo diario de un Policía Militar es de 1,000 dólares (23 mil lempiras).
Jhonny L. Sevilla
Redacción Central / EL LIBERTADORPublicado: 29 Noviembre 2016 Tegucigalpa. -
¿Una historia? Ummm. No sé, -Si, contame una historia que te haga feliz- ¡Ya sé! Un viaje con toda mi familia, antes que mis papas se separaran y salimos una vez, no me acuerdo adonde creo que era Amapala, era en el mar y… estuvimos juntos una semana, fue la última vez que estuvimos juntos, después tuvieron bastantes problemas. Eso siempre… siempre  lo voy a recordar… -¿Por qué llorás?- “Estoy feliz”.

Esta es la historia alegre de una niña sin nombre, pero con memoria. Ella fue una de esas 15 mil niñas y niños que esta noche dormirán en las calles de Honduras, frente a la impasible lejanía del sistema estatal y del opulento y selecto grupo onegeísta protector de la niñez y, desde luego, de una sociedad sin cariño.

- ¿Qué es lo que más te gusta?
- Me encanta estudiar, leer, jugar con mis amigos, bueno lo que más me gusta hacer es leer.

- ¿Qué leés?
- Estuve leyendo hace poquito, un libro de un chavo de Comayagua que no tiene manos y toca con los pies la guitarra, se llama… ummm no me acuerdo ahorita, ¡jajajaja!

- Lo que más te gusta es leer historias.
- Ujum, pero la historia de él me impresiona, me gusta porque él ha logrado mucho, un gran esfuerzo el que ha hecho, por tocar con los pies hasta se ha sacado sangre.

- ¿Cómo te sentís hoy?
- Relajada, tranquila, no me siento nerviosa.

- ¿Qué querés ser cuando grande?
- Quiero ser doctora, me gusta ver el nacimiento de los niños, obstetra… bueno estuve hablando con una maestra y ella me dijo que así se llama eso.

- ¿Por qué te gusta?
- No sé, me gusta bastante, es que en sí me gustan los niños, cuando sea grande quiero tener una familia bastante grande.

- ¿A que le temés?
- La soledad… no me gusta, no me gusta estar sola.

- Contame ¿Por qué decidiste ser doctora?
- Desde pequeña, siempre me han gustado los niños, siempre he compartido bastante con los niños; para ser eso me estoy esforzando bastante, llevo buenas notas, ¡Soy excelencia académica!

- No decís con 60 por ciento paso y listo.
- Jajajaja, ¡noooo! es para que me tire el suelo y me ponga a llorar; Si saco bajas notas me pongo triste, aunque nunca saco malas notas.

- ¿Qué pasó con tu mamá?
- Pues vivía con mi mamá, pero decidí, bueno decidí separarme de ella porque tenía muchos problemas con ella, yo quería estudiar y ella no, ella no quería ponerme a estudiar, perdí dos años y como siempre me ha gustado el estudio.
-Tengo muchos hermanos también.

- ¡Ah! Pues, por ahí viene lo de la familia grande.
- ¡Sí! -¡jajajaja”!- tengo siete hermanos, bueno si hablamos de los que tiene mi papa regados, no sé.

- Entonces ¿no te llevabas bien con tu mamá?
- Ella tenía muchos problemas, ella pasaba frustrada, yo me sentía mal porque para mí los estudios siempre ha sido lo primero y como no podía; bueno ahora puedo decir que me da cólera porque ya estuviera más avanzada casi por terminar, entonces cuando me acuerdo no me gusta.
-Pero bueno no importa el tiempo no se puede recuperar, pero puedo ser alguien siempre.

- ¿Qué hiciste en esos dos años?
- Eeeehhh... bueenoo yo estaba con mis hermanos y ella trabajaba, yo cuidaba a todos mis hermanos.

- De ahí viene el amor a los niños.
- Sí, de ahí; aparte que ahora los hijos de mis hermanas me quieren bastante –jajajaja-

- Ya me constaste una experiencia positiva, ¿hay algo más que me querrás contar?... por ejemplo, hay algo que no te guste.
- ¿Algo malo?, no, no hay nada.

- ¿Sabés? Te voy a regalar algo, que era de mi hermano y el me lo dio a mí. Es un libro de un escritor inglés.
- ¡¿En serio?! Gracias, muchas gracias.
Ella está en rehabilitación, es una excelente alumna, las personas que cuidan de ella explican que es una persona que explota con facilidad, tiene lapsos de ira, no soporta que no le presten atención o que le levanten la voz, un día llego a la institución, donde estuvo su hermana alguna vez.

Nos despedimos sin cumplidos, sonriendo, le dí gracias. Agradecí también a la psicóloga que nos acompañó durante el diálogo...  


Responsabilidad Histórica 
 Según el premio Wola 2016, Guadalupe Ruelas, hay muchos factores que conspiran para sacar a una niña o niño en situación de calle, iniciando por una irresponsabilidad histórica, de los gobiernos, la falta de solidaridad y valores en la familia, nos referimos a una obligación solidaria como sociedad, estamos llenos de prejuicios, se cree que esa niña o niño no es nuestra responsabilidad. 
Ellos saben que en la calle no les pertenece nada, el semáforo, el carro, el dinero, el cono que come un niño de su misma edad, ellos saben que lo que les damos es lo que nosotros no queremos, las sobras. ¿Cómo se puede sentir una persona que lo que se le da, es para que deje de molestar, como si no tuviera derecho a recibir?  

Además, explica –hemos golpeado tanto su autoestima, que si nos sonreímos les molesta,ni siquiera les preguntamos sus nombres, es decir han sido tan dañados en sus casas, en la calle, que cualquier gesto que se tenga lo miran como algo negativo, la reacción de ellos es normal.

¡Como si fueran basura!
Las reacciones negativas de ellos, son culpa de la población que los ha desechado, están buscando en la basura porque somos una sociedad que a esos niños los trata como si fueran basura, y ellos lo saben, lo ven en nuestros ojos, lo escuchan en nuestros tonos de voz, lo sienten en nuestra risa, cuando nos cambiamos de acera y luego nosotros pensamos que son ellos los que nos agreden y pensamos que es de ellos de quien tenemos que cuidarnos, entonces el miedo que tenemos se convierte en excusa para excluirlos.

La calle es adicción
Según el director de programas de Casa Alianza, Ubaldo Herrera, la calle es una adición en el sentido que nadie les dice nada, no los regañan, ni los mandan, a pesar de recibir mucha violencia y, entonces, eso que no tengan que dar cuentas a nadie se convierte en un aliciente para estar ahí. A cambio saben que no pueden dormir en las primeras horas, porque es el tiempo de los depredadores, por eso  duermen tarde y se levantan temprano, es un mecanismo de defensa.

Hay personas que consideran que un niño que está en la calle, no tiene derecho de asistir a una escuela. Guadalupe Ruelas, director de Casa Alianza –dice- yo les cuento de una niña que estando en la calle, logró graduarse de sexto grado con excelencia académica, y ellos se sorprenden. Hay una visión equivocada de que si soy pobre no puedo entrar en Casa Presidencial, no puedo saludar al presidente o al diputado; es decir si puedo estar pidiendo en algún edificio cercano, pero no me pueden tratar como ciudadano, esos son privilegios de los ricos; ¡hasta en los contenedores hay estratificación!. Como población hemos aprendido a no ver, a señalar culpables: los padres, el gobierno, las ongs, hay algo que no queremos decir y es: yo también soy culpable.
Un tema de cobardía 


Hay personas que pueden tener miedo, pero otras que lo justifican con cobardía y eso es peor: voy de prisa, ayudo en la iglesia o les doy algún dinero para que dejen de molestar. La cobardía de dejar que otros tomen las decisiones, el votar también puede ser resultado de esto y se debe a que hemos recibido violencia a nivel histórico, en un país donde todos podemos victimizarnos, entonces nos aislamos.

El ciclo de la explotación
Una niña o niño en la calle pueden recolectar en un día unos 200 lempiras, y omitiremos los fines de semana porque hay menos tráfico, significa que se generara unos 4 mil lempiras al mes; la realidad es otra, de los 200 lempiras el niño tiene que entregar 180 al que lo tiene ahí, así mismo, este tiene que dar 120 al dueño de la zona y muchas veces el dueño de la zona debe dar a la autoridad, para que no desalojen a los niños, porque pedir está prohibido.

Ruelas narra –la mayor dificultad para sacar a un niño de la calle es que llegue al convencimiento que las cosas pueden cambiar, recuperar su autoestima y ser capaces de trazarse metas, cuando un niño sale de las calles y le preguntas “¿Ajá y que queres ser cuando grande?” yo quiero llegar a lejos, “¿Qué es llegar lejos?” volar alto y “¿Qué es volar alto?”, cumplir todos mis sueños “¿Y que son todos tus sueños?” ser feliz  “¿y qué es ser feliz?” pues  llegar hasta donde yo pueda; Unos meses después les preguntamos y ellos dicen “pues terminar mis estudios”, ya cosas más concretas. Entonces es un proceso de que la gente crea en ellos y se van planteando metas más reales. Es difícil decirle a un niño que tenga proyecto de vida, cuando hay familias sin proyecto de vida, comunidades que no tienen proyecto de vida y, a veces, ni la sociedad no tiene proyecto de vida.  
http://www.web.ellibertador.hn/index.php/noticias/nacionales/1884-la-calle-de-ninas-y-ninos-una-historia-cobarde-sin-importancia

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