sábado, 7 de noviembre de 2015

Anciano hondureño se refugia en los EE.UU. huyendo de la violencia

La Tribuna.hn/ nov, 2015 - 2:00 am  
Se vio en la obligación de cerrar sus negocios que con tanto esfuerzo logró, debido a que estaba siendo extorsionado.
Vicente Vásquez Cruz (84), a su avanzada edad tuvo que dejar su país para evitar ser víctima de la ola de violencia que impera en Honduras y tomó la decisión de marcharse a los Estados Unidos, junto a otros familiares, ya que algunos de sus parientes murieron por causa de la delincuencia.
El octogenario nació en Sábana Grande, Francisco Morazán, se casó con Tomasa Irías con quien procreó 10 hijos, por quienes luchó para darles lo mejor.
Buscando una mejor calidad de vida, junto su familia se trasladó a Tegucigalpa, donde sus vástagos lograron una buena educación a base de su esfuerzo y el sacrificio de su esposa.
El deseo de superación lo llevó a obtener algunos bienes, pero debido a eso su vida daría un giro de 180 grados, ya que grupos de extorsionadores comenzaron a exigirle el impuesto de guerra.
Sin embargo, el comerciante continuaba esforzándose para que a su familia no le faltara nada, pues dos de sus hijas le ayudaban a administrar sus negocios.
La odisea para esa prole comenzó hace algunos años, pues los sujetos que se dedican a cobrar extorsión, no la dejaban vivir en paz.

PRESUNTOS POLICÍAS
Cansada de las amenazas que recibía, la familia intentó denunciar a los delincuentes, pero la incertidumbre y la desconfianza la invadió, al descubrir que quienes la estaban amenazando eran supuestos policías asignados a una posta cercana a donde residía.
El 20 de marzo de 2012, Lesbia Consuelo Vásquez Irías (47), hija de Vicente fue ultimada, cuando dos hombres y una mujer, la obligaron a abrir un negocio de venta de pollo en la colonia Las Brisas de Tegucigalpa.
En esa ocasión, Lesbia Consuelo ya había cerrado el establecimiento, cuando aparecieron los delincuentes quienes con pistola en mano, le exigían que abriera.
Sin embargo, la mujer se negó, por lo que uno de los hombres le disparó, dejándola gravemente herida, por lo que fue llevada al Hospital Escuela Universitario, donde murió.
Tres meses después de la muerte de su hija, Tomasa también falleció debido a que no pudo soportar el dolor por la pérdida irreparable de su pariente.
Pese a ello, Vicente y su familia continuaron recibiendo amenazas, pues los delincuentes dejaban notas intimidatorias en las puertas de sus casas, incluso, algunos de sus automóviles fueron tiroteados y los taxis de su propiedad tuvieron que ser sacados de circulación.
Ante esa situación, el temor invadió también a sus seres queridos que residen en los Estados Unidos, quienes, pese a saber por lo que estaban pasando sus otros familiares, no se atrevieron a viajar a Honduras para brindarles su apoyo.
Por algún tiempo la familia anduvo huyendo, evitando toparse con la muerte, al grado que se escondía en fincas o pidió ayuda en diferentes partes, pero no obtuvo respuesta.
SE FUE COMO ILEGAL
La desesperación fue tal que se vio obligada a buscar el sueño americano, por lo que Vicente junto a nietos, una de sus hijas y un yerno, emprendió el camino hacia los Estados Unidos, donde ya residían otros de sus familiares.
“En el trayecto, él y su familia fueron víctimas de asaltos, pues recorrieron Guatemala y México, logrando llegar a los Estados Unidos donde se entregaron a las autoridades, a quienes les expresaron su problema y ahora buscan asilo”, expresó a LA TRIBUNA, un familiar de Vicente.
Agregó que “lejos de su patria, recuerda sus tierras, sus hermanos y piensa que morirá lejos de su país, del cual nunca se imaginó salir y mucho menos de la manera que lo hizo. Está viviendo un futuro incierto, ya que a sus 84 años, su estatus depende de la decisión de un juez”.
Refirió que de acuerdo al testimonio del anciano, en los centros de detención americanos, él era el mojado más viejito, por lo que fue tratado muy bien.
“Sueña con volver a ver Honduras libre de violencia, de tanta inseguridad que impera o vivir aquellos tiempos en los que todo era alegría, en los que se respetaba la vida”.
Vicente tiene 30 nietos de los cuales 18 son ciudadanos americanos y un bisnieto. De igual manera, logró reencontrarse con un su hija mayor, la cual procreó antes de casarse con Tomasa, quien vive en Virginia, Estados Unidos.
“Desde muy joven se esforzó por sacar adelante a sus hijos, hacerlos hombres y mujeres de bien. Ellos ahora están viendo los frutos de ese esfuerzo que hizo su padre para sacarlos adelante, pues tienen sus propios negocios en Miami. Infortunadamente él (Vicente), es un hondureño más que tratando de salvar su vida, decidió salir de su nación”.
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