Video:Defendershn No se puede ser efectivo si se respeta la dignidad humana/
La
República de Honduras agoniza como Estado formal, que era todo lo
que le quedaba, pues la democracia como sistema de relaciones con
equidad murió hace mucho tiempo en esta tierra de Morazán y Valle.La
forma republicana de gobierno enaltece la separación de los poderes
y el respetuoso comportamiento de los miembros de cada uno de ellos
se expresa en la no injerencia de unos en las ocupaciones del otro.
Todo eso se ha perdido en nuestro país, el ejercicio jurisdiccional
del sistema judicial está supeditado a las exigencias del ejecutivo
so pena de la destitución de quienes no acaten el mandato del jefe
del gobierno; y la labor de los jueces en la aplicación de las leyes
se supedita también a las componendas del presidente.
En el
Congreso Nacional, de igual manera, irrespetando la posición
ideológica de cada bancada, por la dinámica de la compra de
conciencias, se expresa únicamente la opinión del ejecutivo; lo que
pone en evidencia el grado de moral de quienes llegaron ahí en
representación de un pueblo que creyó en sus cantos de sirena.
Desde
siempre el sistema político de gobierno liberal, primero y el
neoliberal, después, como la expresión de la supra-evolución del
capitalismo, nos ha hecho creer que la democracia se resume en los
efectos de la alternabilidad en el ejercicio de gobernar.
La relación
de una mayoría en los votos para enfrentar cualquier propuesta
supone la democracia que se practica en Honduras, sin importar que la
mayoría sea el resultado de un fraude electoral, de la compra de los
votos o de la imposición por la fuerza de una candidatura. Eso es
una dictadura y las dictaduras son por demás antidemocráticas,
donde el espíritu del libre juego de las ideas y la libertad de
conciencia mueren atropelladas, y el gobierno, se sostienen con el
poder de las armas.
De tal
suerte que en un país como el nuestro donde prevalecen las armas, el
narcotráfico, el crimen organizado, el fraude, la corrupción y la
impunidad lo que realmente reina es el caos; en donde la normas de
convivencia social han sido rotas por el grupo de mayor fuerza que
las ha acomodado a su conveniencia en desmedro de las propias
apetencias de las grandes mayorías y en tal estado, quien no se
acople, esté afuera o en contra de esos intereses está expuesto a
recibir cuando menos ciento diez seis balas de alto poder como
mortaja.
Hay
caos, pues; pero en los sistemas totalitarios, con un disfraz de
normativa formal, como el nuestro, el caos deviene condicionado, es
decir, controlado; suceden los acontecimientos según favorezcan a
sistema que los provoca a su antojo sin importar que caiga quien
caiga porque están dirigidos a propiciar una imagen, un mensaje, una
condición particular de conveniencia del que gobierna.
Hoy le
tocó a Don Mario Verdial, empresario y deportista, desde mi
perspectiva, honrado y trabajador, después a los abogados Gaugel,
padre e hijo, políticos de oficio y empresarios del campo y por lo
mismo víctima inocente como los centenares de hondureños anónimos
que caen cada día atropellados por la violencia sistémica de
nuestro país.
Por lo
que se ve esto apenas empieza. Habiendo asumido todos los poderes
desde la administración pasada, con el amparo de unas fuerzas
armadas apátridas y una burguesía insaciable, no cabe duda que
habrá de perpetuarse por cincuenta años, como es su propósito.
Las
dictaduras de todos los tiempos se imponen a sangre y a fuego. Las
muertes que se suscitan a diario en nuestras ciudades son víctimas
inocentes que sin pecado alguno sirven para amedrentar, para
mantener el terror, para agrandar el miedo y la desconfianza, imponer
el caos como sistema, y con ello acallar cualquier voz de protesta.
Carías lo hizo y es el modelo del actual mandatario y de todos
miembros del partido de gobierno; el caos controlado da frutos
enormes a quien lo impone y controla.
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