Honduras
es un país cada vez más violento e inseguro para las mujeres y las
niñas, no sólo en las calles y en los lugares públicos sino también en
los propios hogares donde son víctimas de un proceso continuado y
creciente de discriminación y violencia que en muchos casos termina en
muerte.
Y
se entiende esta creciente inseguridad y violencia como producto de la
grave impunidad. No hay castigo para los responsables de los atropellos a
los derechos de las mujeres. Y la falta de castigo también se deriva de
la falta de investigación.
Cuando no se castiga a los verdugos, los
verdugos se hacen más fuertes y se hacen productores de más verdugos.
Si
antes se señalaba a un Estado débil en la investigación y aplicación de
la justicia, ahora la situación se ha vuelto más difícil sobre todo
después del Golpe de Estado, que fue y sigue siendo el escenario que
permitió que el Estado y su institucionalidad acaba del todo capturado
por los impunes, los fuertes, los que interpretan a su manera la ley, y
finalmente aplican “su” ley por encima de la legislación del Estado.
Las
especialistas en el tema destacan que las mujeres son víctimas de dos
grandes focos de violencia: una violencia cultural producto de la
sociedad patriarcal y machista que desvaloriza a la mujer por el simple
hecho de ser mujer. Pero también está la violencia estatal que cierra
legalmente los espacios de participación requeridos sin importar sus
capacidades, muchas veces por encima de la de los hombres. Al final, el
Estado las termina reprimiendo con leyes y se adueña de sus cuerpos y de
sus decisiones.
En
sociedades como la nuestra, los asesinatos de mujeres son el último
eslabón de una cadena de continuas violaciones a los derechos humanos de
las mujeres: son muertes que no deberían producirse, el ser mujer no
debería ser una razón o justificación para ser asesinada.
Y
si se atreven a protestar y a denunciar sus atropellos son perseguidas y
criminalizadas como está ocurriendo en este tiempo con la reconocida
lideresa del Movimiento de Mujeres por la Paz Visitación Padilla, Gladys
Lanza.
Los
Movimientos de Mujeres han dejado claro que la seguridad que exigen es
una seguridad que no tiene nada que ver con armas y militares. Piden ser
libres en un país marcado por la violencia, criminalización y
asesinatos. Sin duda un reclamo al que todos, hombres y mujeres, nos
debemos unir. O hay libertad para que las mujeres decidan desde sus
derechos y su dignidad, o es muy difícil que avancemos hacia una
sociedad plenamente democrática. Escuchar y descargar Nuestra Palabra
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