Brasil.- Con
la cara en la pared, las manos inmovilizadas atrás del cuerpo,
escuchaba esa voz que ya me había insultado algunas veces, justificar el
por qué de tanta agresividad y odio: “Ustedes son el cáncer del mundo”
deberían matarlos a todos.
Dia
12 de junio. La movilización que marcó la apertura del Mundial en la
capital minera fue campo de lucha y resistencia en todo el país. En Belo
Horizonte los participantes se concentraron en la Plaza 7 e incluso
antes del comienzo de la manifestación fueron encarados por la Policía
Militar en forma truculenta durante el procedimiento de cacheo.
Iniciamos la transmisión alrededor de las 12hs, cuando varios
movimientos ya estaban reunidos en el lugar. La marcha recorrió las
calles de Belo Horizonte hasta llegar a la Plaza da Liberdade, donde el
reloj de la FIFA - monumento que hacía la cuenta regresiva de los días
que faltaban para el evento - permanecía aislado y escoltado por la
tropa de choque de la Policía Militar.
Al
llegar al reloj, la tropa nos atacó con balas de goma y bombas de gas
lacrimógeno. Quedó claro el nivel de improvisación (o tal vez mala
intención) de la Policía Militar minera, que usó la fuerza y una
violencia desmedida para “mantener el orden” de una manifestación hasta
ese momento totalmente pacífica. Después del ataque los grupos que
participaban de la movilización se dispersaron y fueron divididos por la
policía. No logré encontrar a los miembros del equipo de cobertura de
NINJA y seguí transmitiendo el enfrentamiento de la tropa de choque
contra los manifestantes, que en este momento ya eran minoría en
relación al contingente policial.
La
violencia comenzó a intensificarse entre la PM y los manifestantes,
pero seguí transmitiendo en vivo y narrando los acontecimientos,
haciendo lo que había ido a hacer. Seguí un largo trayecto entre la
Plaza da Liberdade y la Plaza Raul Soares y al llegar a la Av. Paraná 10
policías corrieron para inmovilizarme junto a otras personas que no
conocía. Después de ser inmobilizada fui objeto de agresión física y
verbal. Bofetadas, golpes de garrote en la pierna y en la espalda, ese
fue el protocolo de la Policía Militar al abordarnos. En el audio
de la transmisión se puede escuchar fácilmente ofensas machistas
dirigidas a mi. Soy mujer, soy activista, soy medios y soy libre. Estaba
en derecho de cumplir mi trabajo documentando lo que estaba sucediendo
en las calles.
Fui
llevada a un puesto policial cercano al lugar en que fui abordada junto
a 3 personas. Llegando al lugar, más agresión. cachetadas, patadas,
golpes de cachiporra y esta vez hasta escupitajos para darnos la
bienvenida. Cuando me identificaron como narradora en vivo,
agarraron mi celular que estaba transmitiendo. Me ordenaron
desbloquearlo para hacer la “averiguación” del aparato, pero yo no sabía
la contraseña, pués el celular era de otra NINJA, fui aislada del grupo
y colocada sobre una mesa, donde 5 policías - hombres y mujeres - me
golpearon para obligarme a decir la clave.
En
un momento de la golpiza, uno de ellos me pegó en el lado izquierdo de
la cabeza. Me desmayé por un tiempo. Cuando me di cuenta estaba
despertando a razón de más cachetazos con gritos de “Despertate hija de
puta!”. Cuando recobré nuevamente la conciencia estaba nuevamente
junto a los otros 3 manifestantes que también habían sido detenidos. En
seguida, fuimos esposados y mantenidos de pie por alrededor de 2 horas,
en las cuales escuchamos callados los insultos y recibimos con ojos
abiertos escupitajos y empujones. Además de tener que aguantar esto,
tuve que escuchar expresiones de asedio que me llamaban “Gostosa!”,
dichas en voz baja para que no fuesen oídas por mucha gente. El asco
define toda esta situación.
Después
de que consultaran mi ficha en el sistema, descubrieron que mis padres
ejercen la función de policías civiles en Amapá (mi estado natal)
Constatando eso comenzaron a ironizar sobre mi participación en el acto,
como si la profesión de mis padres fuese un motivo como para
invisibilizar mis luchas y/o ejercicio de mi actividad como
mediactivista.
Recién
después de una hora y media reclusa en ese puesto policial (hecho que
no consta en las actas del proceso) me llevaron a la “Delegacia de la
Copa” como se referían los policías. Esta delegacia especial fue creada
para llevar a los ciudadanos que fuesen presos durante las
manifestaciones. Llegamos a eso de las 19h30 y fuimos recibidos por un
grupo de abogados voluntarios y de la defensoría pública, quienes fueron
muy serviciales y nos instruyeron y apoyaron todo el tiempo. Con la
presencia de los doctores el trato cambió completamente, a tal punto que
los mismos policías que antes me habían llamado hija de puta me pedían
disculpas cuando hacían un poco de fuerza al tirar de las esposas.
En
la comisaría desde el comienzo de la noche, sólo pude cenar después de
que los abogados - que me acompañaban todo el tiempo - consiguieron
llevarme un sandwich hasta la sala donde estaba. Fui agredida alrededor
de las 18hs, y aún quejándome de los dolores que sentía después de que
llegué a la comisaría, no fui llevada al hospital hasta las 3hs de la
mañana. Afortunadamente no tenía nada quebrado. Presentaba, según los
médicos de guardia, eran lesiones leves. Saliendo del hospital me
llevaron al IML para hacerme exámenes de cuerpo-delito y cuando volví a
la comisaría fui llevada a prestar declaración. En presencia de 2
abogados, relaté exactamente lo que pasó y aún ante mi relato y de la
intervención de los abogados, el delegado afirmó que las declaraciones
de los policías eran soberanas y que yo iba a ser llevada presa e
inculpada.
A
las 5 de la mañana, fui oficialmente declarada presidiaria del estado
de MInas Gerais y a las 7h llegue al CERESP, pero tuve que volver al IML
para hacer examen de cuerpo delito, necesario para poder ser ingresada
en el presidio porque el informe hecho anteriormente había
“desaparecido” misteriosamente. Al volver a otra DP para hacer el
examen el segundo médico ni siquiera me reviso ninguna de las partes en
las que tenía lastimaduras.
Sin
noticias de nada de lo que estaba sucediendo de la movilización en las
redes y del propio proceso jurídico, al llegar nuevamente al CERESP
Centro-Sur, a eso de las 9h de la mañana fue que encontré a mis
compañeros de Fora do Eixo y al diputado federal Nilmário Miranda, que
estaban ahi para garantizar que los actos de agresión no se vuelvan a
repetir en el presidio.
A
la tarde, fui llevada hasta el Ministério Público para prestar
testimonio para la Promotora Nívea Mônica en la presencia del presidente
de la Comisión de Derechos Humanos de la OAB-MG, William Santos y de la
Defensora Pública Fernanda que en aquel momento ya eran responsables
por el caso y gentilmente me actualizaron del proceso judicial en curso.
Al cruzar los corredores del MP pude nuevamente reencontrar a los
compañeros de la Casa FDE Minas, y así mismo con el corazón desgarrado, y
el cuerpo exhausto, tuve la certeza que existía un cuidado y una
movilización enorme para que se hiciera Justicia y yo pudiese salir de
aquella situación. Este breve contacto hizo que yo saliera del MP y
volviera para la cárcel con la fuerza necesaria para sobrellevar un día
que todavía sería largo.
Después
de llegar y pasar por todos los procedimientos, allí estaba yo,
encarcelada, de uniforme, en una celda con otras 6 detentas, pensando
que ahora era parte de las estadísticas. Durante todo el día no fue
posible parar de imaginar que ese era sólo un caso más de injusticia,
como centenas y centenas de otros escondidos e invisibilizados. El
confort que tenía al recordar las personas que junto conmigo construyen
una red de comunicación y cultural en Brasil, y buscan a partir de ella
combatir estas mismas injusticias, se mezclaba con la indignación de
saber que muchas mujeres que estaban en aquella misma situación que la
mía no tienen este confort, y por eso no tendrían la misma suerte.
A
eso de las 2 de la mañana, cuando ya pensaba que pasaría la noche en
prisión, me llamaron y me avisaron que sería liberada. Al salir, y
nuevamente encontrar a mis compañeros de vida y al volver a la Casa Fora
do Eixo Minas fue cuando tuve conciencia de todo el movimiento y de
toda la movilización en torno a mi libertad. Tuve certeza más que nunca
que mismo con las injusticias, todavía practicadas con las nuevas formas
de vida y organización, yo estaba en el lugar cierto y con las luchas
ciertas.
Tengo
que agradecer mucho a todos los que se movilizaron, en especial a los
fora do eixo y ninjas desparramados por todo Brasil y el mundo. Tengo
la plena convicción, que mismo con toda la tentativa de imponer el
miedo, el coraje de todas estas personas juntas son de extrema
importancia para que podamos seguir luchando contra o machismo,
injusticias, desigualdades, por los derechos fundamentales de libertad
de prensa y la posibilidad de que tengamos una nueva policía
desmilitarizada y ciudadana.
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